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¿Hay que compartirlo todo?


No sentirse obligado a compartir todo con el otro demuestra un grado saludable de amor. A amar se aprende, pero no se puede amar si no se reconoce como distinto al amado. Le queremos por aquello que no nos puede dar del todo, por aquello que él tiene y nosotros deseamos, por aquello que le hace deseable y por ello indominable.

Se vive un proyecto en común, se tienen hijos, se educan y además la pareja representa un apoyo para las dificultades que cada uno tiene en su trabajo o en sus relaciones.

Algunos creen que estar en pareja significa compartirlo todo, idea proveniente de un psiquismo frágil que tiende a reproducir un vínculo amoroso imposible: el primer vínculo con la madre, donde la indefensión del bebé provoca una dependencia extrema de la que se va liberando con el crecimiento, tanto físico como psíquico.

En la actitud extrema de compartirlo todo, un miembro de la pareja intenta borrar el pasado del otro, que renuncie a los amigos que no son comunes, a todo aquello que no hacen juntos. Esta tendencia asfixia a la pareja cuyos miembros, más que amarse, se han aferrado el uno al otro. Entonces no se respeta la independencia del otro porque se tiene miedo a la libertad propia. En el polo opuesto, pero también con dificultades para compartir con la pareja, se encuentran personas muy narcisistas que son incapaces de compartir actividades y proyectos, porque no tienen en cuenta al otro.

Para que la pareja sobreviva a los avatares que la convivencia le plantea tiene que poder habitar la soledad. Para estar con otro, hay que saber quién es uno.

Lazos maternales. Cristina no sabía por qué le ocultaba a Alberto que hacía un tratamiento psicoterapéutico, pero lo hacía. Ella vivía la relación con él de forma asfixiante y tener un espacio del que él no tuviera noticia alguna le parecía liberador. Cristina no había conocido a su padre, porque había muerto en un accidente de coche cuando ella era muy pequeña. En cuanto a la relación con su madre, estaba marcada por una fuerte ambivalencia: con frecuencia no podía soportarla, aunque también la quería. Sin poder evitarlo, a Cristina le pesaba demasiado lo que su madre le decía y el modo de liberarse de esa presión era discutir con ella, la sentía demasiado poderosa, precisamente porque no había podido librarse de su influencia. Su madre era una mujer que se quejaba mucho y no le daba a Cristina la posibilidad de separarse de ella. Haciéndose la victima, la atrapaba sin favorecer el vínculo amoroso que Cristina tenía con Alberto. Lo peor era que empezaba a vivir a éste de la misma forma que a su madre: como acaparador, controlador, asfixiante.

Cristina pudo elaborar en su espacio terapéutico el vínculo que tenía con su madre. Construyo allí, en ese espacio secreto para los demás, la imagen de un padre con los pocos datos que de él le habían dado. Y cuando pudo sentirse más firme y menos culpable de deseos y fantasías que nunca había realizado, pudo hacerse cargo de sí misma. A partir de entonces, ni su madre ni Alberto le parecieron tan agobiantes. Quizá era ella la que había dejado de tener una posición muy demandante. El espacio terapéutico había funcionado para ella como un padre que te acompaña para hacerte cargo de tu vida y que te ayuda a separarte de tu madre sin sentirte culpable. Aunque comprendía que esto era una explicación muy simplista para todo lo que había vivido en su tratamiento, a ella le servía, sentía que había podido hacerse cargo de la niña que había sido y ese desamparo que había tratado de cubrir apegándose a su madre y a su pareja se había transformado en el deseo de poder estar separada de su madre sin culpa y de querer a su pareja sin sentirse anulada. Había dejado de tener miedo a ser libre y por ello había dejado de sentirse controlada por ellos. Antes les echaba la culpa de sentirse asfixiada; ahora nadie podría hacerlo, había comprendido que la independencia nadie te la da, porque proviene del interior.

¿Por qué se quiere compartir todo con el otro? ¿Por miedo, por desconocimiento de uno mismo o por falta de valor para enfrentarse a las verdades individuales?

La pareja es la unión de dos sujetos, de dos subjetividades, de dos mundos internos, de dos realidades internas, de dos sexualidades, de dos historias, dos conciencias, dos inconscientes. Lo que no significa estar pegado uno al otro, ser iguales, o vivir en un estado simbiótico o parasitario. Interrelacionarse no significa confundirse. Amarse no es tener que compartirlo todo, sino poder compartir lo posible disfrutando de ello.

QUÉ NOS PASA

Cuando se siente como algo malo tener algo propio que no se comparte con la pareja, probablemente está funcionando una dependencia excesiva del otro.
El amor a otro no tiene que ver con compartir todo lo que nos pasa, sin ningún criterio. Es importante reflexionar antes de herir con el argumento de que hay que compartirlo todo. Guardarse aquello que creemos que sólo va a dañar a nuestra pareja o que no le concierne puede ser un acto de amor. Esto para nada quiere decir que se engañe al cónyuge, sino que no se le utilice para descargar sobre él cuestiones que no se tienen claras.Contener en la reserva de nuestro mundo interno determinadas verdades y espacios que en nada afectan a la pareja es un síntoma de independencia personal.
Ahora bien, algunas personas tienen la necesidad de callar algunas cuestiones e incluso de mentir en otras porque eso les produce una sensación de mayor libertad. Cuando esto ocurre con la pareja, es porque se esta reproduciendo una manera de actuar que demuestra cierta fragilidad emocional.

Estas personas se han sentido invadidas en su intimidad cuando estaban construyendo su identidad y omitiendo información se defienden de la excesiva intromisión del otro.

En estos casos se ha colocado a la pareja en una posición que no le corresponde, que es el de una madre invasora o un padre controlador, lo cual hablaría de que no se ha podido salir de una posición infantil.

QUÉ PODEMOS HACER

Compartir lo que deseamos con el otro pasa primero por conocerse bien a uno mismo y respetar tanto nuestra libertad como la suya.
Sólo después de haber procesado psicológicamente nuestros deseos y nuestros actos podremos compartir con el otro lo que nos ocurre, porque no será para descargar algo de lo que no podemos hacernos cargo, sino que lo haremos para compartir con ese otro lo que nos ha sucedido.
El amor requiere tener en cuenta al otro, tanto en lo que le gusta como en lo que le hiere. Si la expresión total de lo que sentimos está antes y por encima del daño que podemos ocasionar, el amor al otro es inevitablemente débil.
La aceptación de la libertad del otro pasa por no tener que compartirlo todo, pero para ello hay que haber realizado operaciones psicológicas que nos permitan no sufrir temores y miedos inconscientes que deterioren la relación. En caso de que esto ocurra, se puede acudir a una psicoterapia.

Alguna vez te preguntaste: ¿Qué hubiera pasado si…?


Lo que pudo haber sido

¡Cuánto tiempo pasamos lamentándonos por lo que pudimos haber hecho y que no hicimos o lo que en la vida pudo habernos pasado pero que no sucedió! Esto se acentúa sobre todo cuando no estamos contentos con nuestro presente. ¿Pero es posible que a pesar de todas las dificultades que tenemos que enfrentar nuestro presente sea lo mejor que nos pudo haber pasado?

Cuando Rosalía vio a Rubén recientemente en una fiesta su corazón comenzó a palpitar. Habían pasado más de veinte años desde que se habían visto. En aquel entonces tuvieron una relación romántica y pasajera que no perduró ya que la vida los llevó por distintos senderos. Rubén continuaba siendo atractivo, agradable y culto; un profesional exitoso con una excelente situación económica.

Rosalía por su parte, se sentía frustrada con su matrimonio y angustiada por la falta de ingresos y las deudas sin pagar. Al ver a Rubén su imaginación comenzó a volar. Empezó a fantasear como hubiera sido su vida si se hubiera casado con él. Quizá hubiera tenido un esposo que la entendiera y la acompañara, alguien con quien se sintiera segura y cuidada. No sólo no tendría la angustia de como cubrir los gastos sino que podría darse el gusto de comprar lo que quisiese. Su frustración por no haber continuado la relación con Rubén comenzó a aumentar y la intranquilidad por su vida actual se acrecentó.

En ese momento recibió en su teléfono un mensaje de su hijo y en un instante, su sentimiento de fracaso se desvaneció. Si se hubiera casado con Rubén ninguno de sus cuatro maravillosos hijos hubiera nacido. ¡Qué desgracia que eso hubiera sido! No podría amar a nadie tanto como a estos niños. Por otro lado, ¿quién garantizaba que hubiera sido feliz a su lado? ¿Quién sabe siquiera si hubiera podido tener hijos con él o si hubieran sido sanos? Además, quizá fue su situación económica tan ajustada la que impulsó a Rosalía a buscar un proyecto en el cual trabajar. Su trabajo la llena de satisfacción, le permite desarrollarse como profesional y ser humano y le permite ayudar a otros. Quizá de haber estado con Rubén nunca se hubiera preocupado por trabajar.

Rosalía se dio cuenta entonces que no tiene sentido malgastar su tiempo en lamentarse por lo que pudo haber pasado o pudo haber sido. Lo importante es el presente, el hacerse cargo de las propias elecciones y las consecuencias. Es probable que todo suceda por un motivo…

La Receta:

“Vivir en el presente”

Ingredientes:
1 taza de realidad
1 manojo de presencia
3 cucharadas de balance
1 cubito de concentración
1 cucharada de decisión

Condimentos:
Sensatez
Calidad
Calma

Recomendación del chef:

Vivir en el presente evita o disminuye el dolor y el sufrimiento

Modo de preparación:
La fantasía es una seducción ilusoria que tiene una tentación irresistible. Esperar milagros y soñar con lo que hubiéramos querido que sucediera pero que no se dio, siempre pone en desventaja a la realidad ya que las ilusiones y las fantasías son fabricadas a la conveniencia de uno y tienen muy poca conexión con las circunstancias actuales.
Preocuparse de lo que pudo haber sido envenena al alma y solo conduce a ignorar lo que en realidad es. La realidad no es un concepto, es un momento, un instante preciso que te hace lo que eres; si lo desperdicias este se desvanece y se pierde. Cuando se capta la magnitud del presente, se vive más plenamente y con mayor intensidad gracias a la capacidad de vivir en el aquí y el ahora.
Si no estás feliz con tu vida busca la manera de cambiar. Nadie ni nada puede correr al rescate de quien no está contento con lo que tiene. Si uno desea un cambio, lo debe hacer por sí mismo. Es falso e infantil pensar que lo que se necesita es justo lo que uno no posee. Aceptar lo que se tiene es una condición para poder vivir en paz.

“La mejor manera de sufrir y vivir miserablemente es desear lo que no se tiene o esperar lo que nunca llegará”

¿Lo pido o no?


Para muchas personas enfrentarse a solicitar algo que otro puede considerar inadecuado, genera malestar y deseo de posponer ese momento. Es fácil encontrar excusas como por ejemplo que haya que hacer antes otras cosas, o no se acabe de ver el momento para charlar adecuadamente del tema. Pedir un aumento de sueldo, pedir a un vecino que deje de poner la música fuerte en algún momento del día, pedir a un empleado que responda de manera diferente al teléfono, pedir a un compañero que haga algo para que no huela tanto a sudor, pedir a un amigo que te pague un dinero que te debe, reclamar en un restaurante porque el plato que han servido está frío… Las situaciones potencialmente incómodas se suceden a lo largo de los días y no siempre queremos ni sabemos enfrentarnos a ellas.

El mecanismo más frecuentemente utilizado para resolver las situaciones que antes comentaba, aparece reflejado en alguno de las artículos ya publicados: cargarse de razones a fuerza de dejar pasar el tiempo y a partir de entonces, ya más crecido por “la justicia”, actuar más contundentemente buscando con cierta rabia que el otro transija y acepte nuestra necesidad.

En función del miedo, de la incomodidad y de la posibilidad de que otra persona resuelva nuestro problema, la tendencia será a afrontar o a evitar las situaciones donde haya que solicitar algo. Desde luego las personas que se convenzan de que “no es para tanto…” el olor a sudor del compañero, por ejemplo, difícilmente afrontarán hablarlo.

Para poder pedir lo que queremos podemos tener en cuenta lo siguiente:

Lo primero es concedernos el derecho, darnos permiso a pedir por el mero hecho de que así lo deseamos.
Lo segundo es reconocer que quien nos va a escuchar casi con seguridad se incomodará, que quizás no le guste y eso nos generará malestar. Para soportar este sentimiento negativo es necesario convivir con él cierto tiempo. De esta forma seremos más capaces de aguantarlo y podremos valorar que quizá no es tan insoportable como pensábamos
En tercer lugar, si nos arriesgamos a pedir lo que queremos tendremos la posibilidad de conseguir soluciones, si nos callamos la situación seguirá igual.
Por último es conveniente valorar qué supone más esfuerzo o qué es más desagradable, el malestar que podemos sentir al hacer nuestra petición, o el que podemos sufrir por no hacerla. Así de esta forma, en algunas situaciones convendrá arriesgarse y en otras quizás no sea lo más adecuado. Pero sin riego probablemente no haya cambio.
Con estos consejos convendría analizar nuestra conducta y valorar qué cosas no somos capaces de pedir, e intentar poco a poco enfrentarnos ala situación empezando por aquellas que generan menos conflicto. De esta forma iremos ganando confianza y tolerancia ante el malestar para poder así en un futuro superar situaciones más difíciles.

CÓMO ELEGIR UNA TERAPIA PSICOLÓGICA: LA EVIDENCIA CIENTÍFICA


A lo largo de la historia de la psicología, así como de la medicina, se ha ido dando cada vez más importancia a la evidencia científica, para poder consolidar las mejores actuaciones en la práctica clínica.

La evidencia científica se demuestra de varias formas; se pueden comparar diferentes actuaciones entre sí, y valorar cuál muestra mayor eficacia en el tratamiento; se puede comparar un tratamiento específico con un grupo control, es decir un grupo ante el que no se realiza ninguna intervención; o se puede comparar la eficacia de una intervención o tratamiento frente a un placebo, es decir una intervención que simula una terapia pero que no tiene un efecto específico para el problema que se está tratando.

Estos serían, de forma muy resumida, los llamados diseños experimentales que definen las condiciones que debe cumplir un estudio. Además tiene especial relevancia el número de personas que se utilice en un estudio, ya que cuanto mayor sea, mejor permitirá extrapolar los datos a la población general.

La Asociación Americana de Psicología (APA), y concretamente la Sección de Psicología Clínica (división 12), tiene un grupo de trabajo sobre promoción y difusión de los tratamientos psicológicos, en el que se valora la evidencia de los diferentes tratamientos psicológicos. Para considerar un tratamiento bien establecido, es decir con evidencia científica, al menos deben existir dos experimentos con un buen diseño experimental, que demuestren superioridad a un grupo placebo o a otro tratamiento, o que demuestre su equivalencia a un tratamiento que ya esté bien establecido.

Basándonos en los estudios de la sección de Psicología Clínica de la APA, presentamos a continuación una lista de problemas psicológicos ante los que han demostrado evidencia científica diferentes tratamientos o intervenciones.

Para el tratamiento de la depresión se ha demostrado eficaz el entrenamiento en habilidades sociales, la terapia de afrontamiento de Lewinson, la terapia de autocontrol para la depresión, la terapia de solución de problemas, la terapia conductual de pareja, la terapia cognitiva de Beck y la terapia interpersonal.

Respecto a la ansiedad, para el trastorno de ansiedad generalizada se ha demostrado eficaz la terapia cognitivo conductual; para la agorafobia la terapia cognitivo conductual y la exposición; para el trastorno de pánico la terapia cognitivo conductual para el pánico de Clark, y la terapia para el control del pánico de Barlow; para el estrés la inoculación de estrés.
Para el estrés postraumático se ha mostrado eficaz la terapia de exposición y la terapia cognitiva.
Respecto a las fobias, se ha mostrado eficaz la exposición; para el Trastorno Obsesivo Compulsivo la exposición con prevención de respuesta.

En cuanto a los trastornos de la conducta alimentaria, para la Bulimia se ha demostrado eficaz la terapia cognitivo conductual, y para la anorexia la rehabilitación nutricional.

Para el Trastorno Bipolar (unido a medicación) han demostrado eficacia la terapia cognitivo conductual, la terapia familiar y marital, y la psicoeducación.

En el campo de las adicciones, para los problemas de alcohol se muestra eficaz la aproximación de Tratamiento Comunitario, el entrenamiento en habilidades sociales, la prevención de recaídas y la terapia conductual familiar y marital; para la adición a la cocaína el programa de reforzamiento comunitario junto con el incentivo.

En cuanto a problemas de salud, para el dolor de cabeza se muestra eficaz la terapia conductual; para el dolor por enfermedad reumática la terapia cognitivo conductual multicomponente; para dejar de fumar la terapia cognitivo conductual multicomponente con reducción programada.

Hay otros muchos tratamientos que si bien no han demostrado evidencia científica para estar en esta clasificación, han conseguido cierto grado de evidencia, que los hace pertenecer al grupo de los tratamientos denominados “probablemente eficaces”.
De cualquier forma, el hecho de que ciertos tratamientos no muestren estudios que los consoliden científicamente, no quiere decir que no sean eficaces, si no que, simplemente, se usan pero no se han sometido a estudios. Debemos tener presente que la psicología es una ciencia relativamente joven y su bagaje en dichos aspectos relativamente corta, por lo que es fácil comprender que no existan estudios.

En próximos artículos nos adentraremos a explicar las diferentes terapias y sus bases teóricas generales.

¿Tristeza o Depresión?


Es bastante común que las personas confundamos a la depresión con la tristeza. Mientras la tristeza es un sentimiento normal, una emoción del ser humano, la depresión debe ser considerada como un síntoma o una enfermedad. Esta confusión es comprensible por las semejanzas de ambos estados. Pero veamos sus diferencias:

La tristeza no es un dolor físico, sino psíquico. Cuando estamos tristes podríamos decir que “nos duele el alma”. La muerte de un ser querido, una separación o el despido de un trabajo son circunstancias que a cualquier persona le causan tristeza. Ante una situación desafortunada cada individuo puede reaccionar diferente: convirtiendo la tristeza en otros sentimientos (rabia o ansiedad, por ejemplo) o simplemente tomando al estado de tristeza o angustia como “filosofía de vida”, una visión pesimista de la vida que convierte a cualquier nueva situación de dolor en algo mucho más tolerable para él.

Sin embargo, la depresión es generalmente desencadenada por una situación de tristeza o angustia, pero este estado de baja autoestima y desesperanza es mucho más prolongado. La persona deprimida ha bajado su rendimiento general, se encuentra agotada, le cuesta concentrarse, no reacciona a los estímulos que antes eran placenteros y se vuelven incapaces de tomar cualquier tipo de decisión.



Está claro entonces que la depresión va mucho más allá de una situación común que nos ponga tristes. La tristeza que nos provocan situaciones inesperadas y desafortunadas es un sentimiento normal cuyo proceso puede concluirse con un reajuste de ideas. Los casos de depresión, en cambio, deben ser tratados por un profesional.

| Vía AlDiván.com

¿Se puede decir que estamos abusando de internet?


“Es casi imposible limitarse y monitorear el uso de internet”, dice el psicólogo David Greenfield, “Casi todos abusan de internet, incluso si no son adictos a ella. Incluso yo lo hago”. Greenfield hablaba sobre la adicción a internet. Muchas madres se preocupan por sus hijos, cuando los ven tanto tiempo en internet. Pero ¿cómo sabemos si no estamos frente a una costumbre que como es nueva se la tilda de abuso?

Utilizar mucho internet, ya no sería un abuso, sino normal, si es que se trata de una costumbre arraizada, pero si es nueva se la tilda de abuso y de adicción. Si alguien elige pasar más tiempo hablando con sus amigos online, o jugando algún juego online, es su libre elección.



No se trata de abuso. Es una costumbre como cualquier otra, sólo que al ser nueva, se la tilda de dañina. Algunos, como Greenfield, dicen que al tener libre acceso casi a cualquier cosa y las 24 horas del día, y los siete días de la semana, y también al poder tener algo de anonimato, todo eso hace que el usuario pierda el concepto del tiempo, con lo que sí resultaría una costumbre dañina si se “abusa”.

Lo mismo se dijo hace más de cien años cuando apareció el teléfono, y otra vez se repitió la historia con la aparición de la televisión. O sea que internet es un tecnología que está alterando nuestras costumbres, y siempre están los que se resisten a ello, tildándolo de dañino. No se trata de un desorden de comportamiento, sino una nueva costumbre.

Internet no es una adicción, es una costumbre que llegó para quedarse, y cada día cambia más nuestras vidas.

Vía | PsychCentral

Cómo nos afecta el lenguaje no verbal en Internet


El psicólogo J. B. Walther y colegas han estudiado a fondo el uso y la interpretación de los emoticones de sonrisa y los tristes . En sus estudios descubrió que las no tenían efecto en el modo en que un mensaje era interpretado, mientras que los reducían lo positivo dentro de un mensaje positivo. Y también descubrió que en general los emoticones tenían poco efecto. Ya habíamos visto aquí de qué forma afectaba el uso de emoticones en los emails, que en aquel caso los encontraban positivos, pero el estudio de Walther utilizó diferentes formas de evaluar la llegada de los emoticones, tomando en cuenta la personalidad de cada sujeto.

Otro factor que puede darnos pistas en lo referente a los emails, es la hora del día y el tiempo que se tarda en responder un mensaje. Según un estudio del mismo Walther, los correos de trabajo enviados por la noche, recibían una valoración más alta que el mismo email enviado durante el día. Para los correos sociales se registró lo opuesto, se le daba más importancia a si los emails habían sido enviados durante el día.



Y como se dijo antes, es importante también cuanto se demora en responder un mensaje. En relación al trabajo, Walther descubrió que si se respondía rápido los mensajes durante el día, era muy bien visto, mientras que no se le daba mucha importancia a la velocidad de respuesta si se trataba de un mensaje enviado por la noche. Y como antes, si se trataba de mensajes sociales, generaba más afecto si un mensaje recibido por la noche era respondido de forma rápida.
Algunos estudios también han analizado el uso y la elección de avatars, las imágenes que la gente elige para representarse a sí mismos en foros, chats, y juegos online. Según un estudio realizado por Nowak y Biocca, cuanto más abstracto y menos humana es un avatar, es más probable que la persona esté buscando interés.

De esta forma podemos ver cómo el ser humano puede inferir tanto de tan poco, podemos exprimir las pistas para detectar significado en lugares increibles. El comportamiento no verbal es importante para comunicarse, y podemos ver que no está ausente de la WWW.

Vía | PsyBlog

¿Puede uno cambiar su personalidad?


Los gurúes de la autoayuda suelen decir que el cambio en nuestra personalidad puede ser muy sencillo, como si se tratase de una película. Muchos psicólogos suelen caer en esa trampa también. Dicen generalmente que si queremos cambiar nuestro ser, todo lo que tenemos que hacer es cambiar nuestras creencias sobre lo que es posible. Y los medios y la industria de la autoayuda, e incluso algunos psicólogos, promueven la idea de que el cambio es algo de todos los días, sí sólo lo quisiéramos. De hecho nuestra cultura se ha obsesionado con las tecnologías de la personalidad, y la habilidad de reinventarnos, para volvernos una nueva persona.

Pero la realidad es muy distinta, para la gran mayoría de las personas los cambios en la personalidad sólo puede llegar a través de prolongados esfuerzos.

Para ilustrar cómo la cultura popular se representa la facilidad del cambio en la personalidad, vamos a ilustrarlo con un ejemplo de película.

El primero es el de Oskar Schindler, en La lista de Schindler. Ahí vemos cómo al principio el personaje es un avaro y codicioso comerciante, que no tiene reparos en usar a los judíos para su provecho durante el régimen nazi. Pero al final vemos una transformación milagrosa en la cual se muestra al personaje arriesgando su vida y dando todo lo que puede para ayudar a los judíos.



Pero esto a pesar de estar basado en un hecho real, es muy irreal. Representa la típica transformación del héroe arquetípico, que es muy común en las películas de Hollywood. Es difícil pasar esto a la vida real.

La mayoría de nosotros no tendrá que enfrentarse a los dilemas morales de Schindler, así que no van a propiciar semejantes cambios, y menos que menos de forma tan rápida y sencilla. Pero por la misma razón por la cual no enfrentaremos situaciones como las mostradas en la película, eso no quiere decir que al mirarla nos veamos afectados en la forma en que pensamos sobre nosotros mismos.
Si uno se deja influenciar por las películas, comenzará a creer que la vida es alcanzar crisis, un período corto de confusión seguido de el triunfante descubrimiento de nuevos patrones de comportamiento. ¿Es posible que los seres humanos puedan enfrentar este tipo de cambios en cortos períodos de tiempo? La imposibilidad de cambiar es frecuentemente vista como deprimente o limitante. Para ser considerado como alguien positivo las películas o los programas de TV muestran gente que se reinventa continuamente.
Pero la investigación en psicología nos dice que la personalidad de la gente es relativamente estable a lo largo de su vida. Lo que nos cambia a medida que envejecemos, no son los aspectos más obvios de nuestra personalidad, sino las pequeñas cosas que hacemos. Vamos realizando pequeños cambios en el tiempo.

Los gurúes de la autoayuda suelen decir que el ser humano es elástico frente a los cambios, incluso los psicólogos evolutivos, incluso esta inflexibilidad al cambio es un comportamiento adaptativo, algo necesario para nuestra supervivencia.

Pero si fuésemos tan fácilmente influenciables para cambiar nuestras creencias, nuestras actitudes, nuestra dirección en la vida, entonces no podríamos alcanzar nada. Lo gracioso es que mientras en el cine y TV y desde los anaqueles de libros de autoayuda se dice lo bueno que es cambiar, los más grandes ídolos de nuestra cultura, tanto en el arte, la ciencia o en política, son admirados justamente por ser pertinaces, por mantener a fuego su visión.

Vía | PsyBlog

¿Qué es la Psicología Positiva?


Se conoce por psicología positiva a aquella rama de la psicología de reciente aparición que busca comprender, a través de la investigación plenamente científica, los procesos que subyacen a las emociones positivas y cualidades propias del ser humano.

Este interés no sería otro que nuevos conocimientos acerca de la psique humana, no sólo para ayudar así a resolver los problemas de salud mental que adolecen a los individuos, sino -a su vez- para alcanzar una mayor calidad de vida, todo ello sin apartarse nunca de la más rigurosa metodología científica propia de toda ciencia de la salud.

Es una escuela fundada por el estadounidense Martín Seligman que, tras 25 años de estudiar los síntomas de la depresión, comenzó a preguntarse por qué, en lugar de deprimirse, muchas personas lograban adoptar una actitud más o menos optimista ante la vida.

El gran descubrimiento de Seligman no fue empeñarse en definir o curar “enfermedades” conocidas obviamente como tales, como podrían ser depresiones o transtornos en sí de ansiedad, sino en investigar qué hacen y sienten las personas que, en sí mismas, se consideran como personas felices. Posteriormente, trató de enseñar esos pensamientos y actitudes.



Encontramos en su libro, “La auténtica felicidad” una definición tripartita de felicidad, compuesta por la vida placentera (placeres sensoriales), el compromiso (el grado de compenetración con la familia, el trabajo, la pareja, los hobbies) y una vida con sentido (sensación de trascendencia, vinculación con algo mayor que uno).

En él, resalta que la mayoría de la gente construye sus vidas en torno al primero aunque los dos que pueden brindar una felicidad duradera son los segundos.

Y es que la psicología positiva representa un nuevo punto de vista desde el que entender la psicología y la salud mental que viene a complementar y apoyar al ya existente.

Vía | Info Región Sociedad

¿Está sobrevalorada la auto estima?


Algunos investigadores se están cuestionando la creencia largamente sostenida que dice que realzar la auto estima es una meta que vale la pena. Según ellos la importancia de la auto estima estaría sobrevalorada.

La autoestima es una parte importante de la autosatisfacción, o sea que no necesariamente ser “feliz” en la vida, sino estar “satisfecho”. O sea que uno debe estar en paz con uno mismo, estar satisfecho.

En el número de junio de la revista Harvard Mental Health Letter se discutió sobre si se debe tener o no en cuenta la auto estima. La creencia de que una auto estima alta es la llave para una vida exitosa es algo que se viene diciendo desde hace muchos años. Pero un grupo de investigadores se han cuestionado ese paradigma. (imagen)




Según los expertos hay evidencias convincentes de que la gente con alta auto estima son más felices, y también son más propensos a afrontar tareas difíciles y perseverar incluso frente a algún fracaso. Sin embargo otros estudios han fallado en confirmar las virtudes de la alta auto estima.
Los investigadores dicen que para entender el valor de la auto estima hay que distinguir entre sus varios tipos. Según ellos hay diferencias entre la auto estima explícita y la implícita. La explícita sería la deja ver lo que mostramos de nosotros mismos, mientras que la implícita sería la que puede medirse por respuestas automáticas, tales como la forma en que asociamos palabras que tienen connotaciones favorables o desfavorables para nosotros.

Los autores del estudio dicen que incluso cuando la alta auto estima está asociada con algo deseable, como por ejemplo la felicidad, no hay pruebas de que exista un vínculo entre ellos.

Ellos creen que puede haber una predisposición genética a sentirse bien, y ambas son la fuente de la felicidad y de una alta auto estima.

Igualmente son muchos los que creen que los estudios a largo plazo proveen suficiente evidencia de que la auto estima es la fuente de buenas cosas y no sólo un subproducto. Los autores del estudio opinan que no es dañino que los terapeutas animen a sus pacientes a darle crédito a sus logros, pero prestarle atención constante a la auto validación no es un buen camino a la buena salud mental.

Fuente: Harvard Mental Health Letter

¿Abstinencia durante toda la vida?


Gabrielle Brown, antigua profesora de psicología en Berkeley (California), afirmó hace ya algunos años que el amor verdadero es sólo posible sin el deseo. “La dedicación plena, libre de valores, no se realiza en el éxtasis del cuerpo, sino en un orgasmo del corazón”.

En el libro de Gabrielle Brown que se citó en un momento determinado tan a menudo, Amor sin sexo: por qué cada vez más hombres y mujeres viven sin el sexo, los fanáticos por la castidad, tanto hombres como mujeres, aportan los siguientes argumentos para fundamentar su abstinencia voluntaria:

1. El deseo sexual es una falacia. Le es impuesto al hombre por la variedad de forma inconsciente.

2. El sexo agota, por sus imposiciones mentales tanto como por sus exigencias físicas.

3. El sexo es malo para el amor. Sólo en una pareja “pura” es posible la comprensión mutua y la ternura, lejos de desconfianzas y egoísmos.

4. El sexo no hace feliz. Para autorrealizarse es mejor prescindir del sexo que no lleva sino a sufrir confusiones.

Al que a pesar de todo le plantee problemas la abstinencia: la meditación y el yoga le enseña al hombre el camino “de un estado semianimal a una conciencia universal de Dios”. Si todo esto no sirve de nada, la autora aconseja duchas frías y dormir sobre una tabla de madera, huyendo la compañía, hasta que se llegue a un estado de control sobre los deseos, tanto los originados en el cuerpo como los que surjan del instinto de posesión.

Contra…

El doctor Werner Habermehr, antiguo profesor de sociología en la universidad de Bielsfeld, autor del ya clásico libro El doble de Ralf. El comportamiento sexual de los alemanes, criticó las tesis de la señora Brown de la siguiente manera:

1. Si no existiese realmente la necesidad sexual, resultaría muy difícil explicar el hecho de que en todo el mundo los hombres actúen sexualmente.

2. Claro que el sexo es agotador, ¡y eso es lo bonito! Pero más que agotador es relajante. Las personas poco activas sexualmente llevan dentro mucha tensión y son mucho más irritables.

3. Esto es una afirmación objetivamente errónea. Todas las investigaciones científicas han dado como resultado que las parejas que tienen una vida sexual plena son mucho más felices. El sexo es casi una condición necesaria para una buena relación. Sólo las personas para las que desde siempre el amor ha significado más frustración que placer, llegan a estas conclusiones.

4. Es exactamente al revés. El sexo es un elemento imprescindible de la autorrealización. Quien ignora una parte importante de la totalidad humana, lógicamente no se podrá realizar en su totalidad. Jamás provocar represiones puede dar lugar a sentirse más feliz y liberado.

¿Por qué la gente disfruta del miedo y la repugnancia en las películas de terror?


Las teorías y suposiciones que explican o predicen el comportamiento humano tienen como base que siempre perseguimos el placer y evitamos el dolor. Así que cómo se reconcilia esto con el “placer” que siente mucha gente en ver películas de terror donde se siente miedo, por ende dolor. Parece contradictorio que tanta gente se someta voluntariamente a casi dos horas de miedo, repugnancia y terror. ¿Por qué la gente paga por eso? ¿Cómo es que lo disfrutan?



Los investigadores generalmente utilizan una de dos teorías para explicar el por qué de que la gente disfrute las películas de terror. La primera dice que las personas no sienten miedo, realmente, sino que se sienten excitadas por la película. La segunda explicación dice que la gente está dispuesta a soportar el terror a fin de disfrutar un sentimiento eufórico de alivio al final.

Pero un nuevo estudio llevado a cavo por Eduardo Andrade y Joel B. Cohen, que será publicado en agosto en la revista Journal of Consumer Research, dice que ninguna de esas dos teorías es correcta.

“Nosotros creemos”, dicen Andrade y Cohen en Eurekalert, “que hay que reevaluar la explicación de la disposición de la gente a consumir experiencias “negativas”. La suposición de que la gente no puede experimentar experiencias negativas y positivas simultáneamente es incorrecta”.

Los autores argumentan que los espectadores de las películas de terror están felices de estar infelices. Este nuevo acercamiento a las emociones revela que la gente experimenta sentimientos negativos y positivos de forma simultánea. Le gente realmente puede disfrutar el tener miedo, no sólo el alivio cuando esa amenaza desaparece. Como dicen los autores: “los momentos más placenteros de un evento particular pueden ser también los más terroríficos”.

Andrade y Cohen han desarrollado un nuevo método para detectar los sentimientos negativos y positivos al mismo tiempo. Su método se podría aplicar a otras experiencias como los deportes extremos.

La culpa ¿para qué sirve?


Freud pensaba que la culpa servía para regular de una forma efectiva el comportamiento social. Si la gente no se sentía culpable, decía, no se preocuparían mucho a la hora de lastimar a otros, ya sea emocionalmente o dañando su propiedad. ¿Pero para qué sirve la culpa?, ¿qué nos motiva a hacer?



Una teoría dice que la culpa es para castigar al yo. Otra dice que la culpa nos alienta a tratar de reparar el daño social que hemos hecho. Una tercera sugiere que nosotros sólo nos vemos motivados a actuar en orden de hacernos sentir mejor sobre nuestra trasgresión.

Pero en un nuevo estudio publicado en la revista Psychological Science, Amodio & Harmon-Jones (2007), argumentan que las primeras dos teorías son compatibles. La culpa, dicen, actúa tanto como castigo al yo y ayuda a corregir el daño que hemos hecho. Para probar esto han realizado un experimento que involucra medir el comportamiento y la actividad eléctrica en el cerebro para aportar evidencias sólidas a su teoría.

El experimento

Para hacer que los sujetos de experimento sintieran culpa en el laboratorio, los investigadores pusieron un electroencefalograma en sus cabezas y los pusieron a mirar rostros que aparecían en una pantalla.

Algunos de los rostros eran blancos, otros negros y otros orientales. No tenían que hacer otra cosa más que mirar los rostros. Los participantes fueron elegidos expresamente porque eran blancos y expresaron sentimientos positivos hacia los negros. No servían los racistas.

Luego de hacerles mirar imágenes, a los sujetos se les mostraba un gráfico de barras que supuestamente interpretaba las medidas de la actividad eléctrica en sus cerebros. Este grafico fraguado indicaba que los participantes habían reaccionado de forma positiva y natural ante los rostros blancos y orientales, pero que habían reaccionado de forma negativa ante las caras negras. O sea que les decían a los participantes que eran racistas inconscientes, a pesar que no lo eran.
Luego les pedían si querían tomar parte en otro experimento, ya que ese había terminado temprano. Entonces les daban a elegir entre 19 artículos de revistas diferentes cuál les parecía más interesante. Tres de esos trataban sobre reducir el problema del racismo.

Como sin duda el lector imaginará, los participantes se sentían culpables de lo que había salido en el experimento anterior, por ser racistas. Así que los investigadores midieron este segundo experimento de dos formas. Primero indicaron en un reporte que se sentían culpables. Y en segundo lugar un electroencefalograma mostró una reducción significativa en la actividad izquierda frontal. Esa reducción se asoció con un sentimiento de vergüenza.

Luego, cuando eligieron los artículos que más les gustaban, terminaron eligiendo los que hablaban de luchar contra el racismo. Al mismo tiempo el electroencefalograma mostró un cambio de activación hacia el lado izquierdo del cerebro. Esto indicó un incremento en el comportamiento de acercamiento, o sea que la vergüenza se desvanecía. Así que motivados por el sentimiento de culpa, trataron de arreglar las cosas y hacer algún bien.

Este estudio muestra lo compleja e interesante que es la culpa y la interacción que hay con la motivación. La felicidad nos motiva a acercarnos a otra gente, y la tristeza a alejarnos. La culpa, por el contrario, causa un patrón complejo de comportamientos. Primero un alejamiento, y luego un acercamiento.

¿De qué estás tan deprimido?


El psiquiatra John M. Grohol responde:

Cualquiera que haya sufrido de depresión alguna vez, probablemente habrá sufrido también esa pregunta. Seguramente realizada por algún amigo o familiar que se preocupa realmente, pero que no entiende el por qué de la continua tristeza del depresivo. Lo que hace más difícil responder la pregunta.



Si alguien que está sufriendo de depresión supiera responder esa pregunta, la pregunta sería discutible. Pero lo difícil con la depresión, como con cualquier otro desorden mental, es que difícil de explicar a alguien que nunca lo ha pasado.

¿De qué estás tan deprimido?

La respuesta podría ser: Bien, nada en particular. Todo. Mi vida, adonde está yendo, cómo es que no puedo hacer nada. Cómo no tengo energía. Cómo mi medicación no sirve siempre como a mí me gustaría. Los terribles efectos secundarios, como el no querer sexo, aunque mi pareja quiera. No es una sola cosa. Es nada, tengo de todo y sigo infeliz. ¿Si supiera la respuesta, no te parece que estaría menos triste? No sé.
La depresión no viene en un paquete lindo que uno puede tomar y alejarlo cuando quiera. De hecho, una de las mejores cosas que una persona puede aprender sobre la depresión es que la voluntad no tiene nada que ver con ella, si fuese así entonces nadie sufriría de depresión. No se trata sólo de pensar cosas positivas, cosas bonitas, y listo me siento mejor.

La depresión se trata de sentirse fuera de control, y que no le interese mucho. Es sentirse triste sin razón alguna, y así y todo, no darle importancia. Es ver como tu vida se despedaza a tu alrededor y no preocuparte por ello.

¿De qué estás tan deprimido?

“No entenderías. No hay respuesta que pueda compartir contigo que te explique de forma satisfactoria”.

Depresión no es estar enojado porque te fue mal en un examen, o porque te has perdido tu programa de tv favorito. La depresión es un sentimiento muy duradero que no se va incluso cuando no tienes nada sobre qué estar deprimido. Las causas de la depresión no siempre se pueden saber.

Una persona con depresión no pidió tenerla, ni hizo nada para merecerla. Es una persona común, como cualquier vecino, sólo que tiene un tipo de desorden similar a quien tiene que luchar con la diabetes.

Así que por favor, no le pregunte ¿De qué estás tan deprimido? A alguien con depresión, a alguien así le molesta la pregunta y no va a tener una respuesta.

Vía | PsychCentral

¿Por qué deseamos cosas? ¿Qué nos hace desear lo que deseamos?


Uno de los grandes misterios de la humanidad, que la ciencia todavía no puede explicar con certeza es por qué deseamos cosas. ¿Por qué queremos chocolate? ¿Por qué…? Cualquier cosa. La pregunta de por qué deseamos cosas que deseamos puede obtener respuestas apasionadas de científicos pertenecientes a un variado número de disciplinas, pero algunos dicen que todavía estamos bien lejos de entender nuestros deseos y preferencias de una forma significativa.



Podemos predecir cómo nos vamos a comportar en condiciones particulares, o conocer que algunas preferencias emergen en ciertas situaciones, pero es muy poco lo que sabemos sobre el origen de estas inclinaciones, de dónde vinieron en un primer lugar, según un científico social.
Yo creo que las respuestas que hay hoy en día de parte de diversas ciencias son tautológicas, muy superficiales, dice en Live Science Dalton Conley, sociólogo de la Universidad de Nueva York.

Psicólogos evolutivos, sociólogos y economistas, todos tienen diferentes ideas sobre lo que impulsa nuestras preferencias, pero ninguno llega al fondo del asunto, opina Conley.

Por ejemplo, es muy fácil dar explicaciones evolutivas para nuestras preferencias luego de los hechos, dice Conley.

El psicólogo evolutivo Gad Saad, de la Universidad Concordia de Canadá, que hace poco publicó un libro sobre el tema está de acuerdo con que es un problema complicado. Hay una diferencia, dice él, entre entender cómo opera un mecanismo y el por qué sucede.

Podremos saber que las preferencias culinarias de una mujer cambiarán de acuerdo al momento de su ciclo menstrual, dice Saad, pero entender por qué sus preferencias cambian en ese modo es un tema totalmente diferente.

Son muchas las explicaciones que se dan para decir por qué nos gusta una determinada cosa, pero esencialmente son dos las que lideran todo. Es de nacimiento, o lo adquirimos con la experiencia, influenciados por nuestro entorno.

Saad opina que la biología influencia todo lo que hacemos, él cree que nuestros gustos son de nacimiento. “Al contrario que los científicos sociales”, dice, “que dicen que nacemos con mentes vacías, yo creo en lo opuesto”.

Joseph Simmons, científico social de la universidad de Yale, está de acuerdo con que la biología tiene algo que ver en el rompecabezas. “No aprendemos a tenerle miedo a los sonidos agudos, o a rostros amenazadores, sino que esto parece ser algo innato”.

Pero no todos piensan eso. Algunos como el mismo Simmons argumentan que la experiencia, o lo que nos rodea, juegan un rol muy importante en moldear lo que somos, y por ende nuestras preferencias.

Pero Dalton Conley opina que tal vez no exista respuesta a la pregunta del título, sólo acercamientos.

Fuente: LiveScience

Por qué las mujeres se preocupan más que los hombres


Es sabido por los científicos desde hace tiempo que las mujeres en general, de todas las edades, tienden a preocuparse más, y a tener preocupaciones más intensas que los hombres. Las mujeres también tienden a percibir más riesgos en situaciones y a volverse más ansiosas que los hombres. Esto se sabía, sí, pero no la razón de porqué es así.

Ahora, gracias a un reciente estudio, se conoce la razón: las mujeres son más proclives que los hombres a cree que las experiencias pasadas pueden predecir el futuro con precisión.

La investigación involucró sujetos con edades desde 3 años hasta adultos, y de ambos sexos. Se examinó el grado en que los participantes pensaban que las preocupaciones podrían ser causadas al pensar que eventos pasados podrían ocurrir otra vez en el futuro. Esta cualidad, en su forma más simple, es crítica para el entendimiento social, ya que es importante para tomar decisiones y evaluar riesgos.

Se realizaron dos estudios. En el primero, los sujetos escucharon seis historias que tenían personajes que eran dañados por otra persona o un animal. Muchos días después, el personaje se sentía preocupado o cambiaba su comportamiento cuando enfrentaba al mismo malhechor que lo había dañado antes. Por ejemplo, si un niño le robaba el juguete a otro, este último se sentiría preocupado cuando viera otra vez al ladrón y escondería el nuevo juguete con el que estaba jugando.

El segundo estudio era igual, sólo que a persona o animal con que el personaje se encontraba sólo era parecido, no el mismo, que lo había dañado la primera vez.

Al final de cada historia, cada participante debía responder por qué el personaje estaba preocupado o cambiaba su comportamiento.

Las mujeres, tanto niñas como adultas, fueron más proclives a usar la duda o incertidumbre para explicar la reacción del personaje. O sea tendían a explicar la reacción en términos de eventos que podrían haber ocurrido, versus eventos que iban a pasar. También tendieron a predecir que el personaje que veía al malo que sólo era parecido al primer malhechor, se sentía preocupado porque pensaba que lo dañaría también como el primero.

El estudio, publicado en Child Development de septiembre, también descubrió que los niños incrementan estas conexiones de pasado futuro a medida que crece.
“Estos resultados son significantes, porque revelan que el conocimiento sobre el impacto de los pensamientos pasado futuro en las emociones y comportamientos se desarrollan durante la edad peescolar”, dijo uno de los autores Kristin Lagattuta, de la Universidad de California.

Vía | Livescience

Por qué hombres y mujeres discuten de forma diferente


Algo que se puede decir que caracteriza al ser humano, es la discusión. Junten a dos personas y ya tendrán una discusión asegurada, incluso alguno que otro discute solo.

Se discute sobre cualquier cosa, si bien cada uno tiene un estilo diferente. Está el sumiso, pasivo, agresivo, abusivo-pasivo, agresivo-abusivo, sumiso-agresivo, etc.



Pero no sólo existe una diferencia en la forma en que discute cada persona, sino entre los sexos: los hombres lo hacen de un modo y las mujeres de otros.

La psicóloga Elaine D. Eaker publicó un estudio en Psychosomatic Medicine, en el cual investigó la forma en que discutían los matrimonios, y descubrió que más hombres que mujeres tenían la tendencia de llamarse a silencio y aguantarse sus sentimientos durante una discusión con su pareja.
El psicólogo Tim Smith, de la Universidad de Utah, también llevó unos estudios parecidos, y descubrió que la mayoría de los hombres decidían usar la táctica de retirarse de las discusiones. “Las mujeres, por lo general, están en el rol de manejar los asuntos de las relaciones. Generalmente están en la posición de traer a colación y perseguir cosas que les gustaría cambiar. Esto es visto en esposas pidiendo y persiguiendo cosas, mientras que los esposos se retiran y prefieren dejar de lado la discusión. Cuanto más de esto muestra una pareja, más débil es el futuro de la relación”.

Según estos estudios muchos hombres tienden a retirarse a sus cuevas para no salir. Prefieren no hablar para que así no se resuelva nada. Y que también suelen decir mentiras piadosas o evitan hablar sobre temas que pueden llegar a causar discusiones.

Pero también las mujeres tienen su táctica para dejar el asunto de discusión de lado, cambian de tema o rompen a llorar, y allí termina todo.

Según los psicólogos otra diferencia entre la forma en que discuten hombres y mujeres es que los varones tienden a llegar a la agresión bastante rápido, mientras que las mujeres son muy manipuladoras y presentan un problema y siguen, y siguen sobre el tema sin ser concisas. Los hombres se enojan y se ponen a la defensiva muy rápido, y luego se vuelven agresivos.

Lo hombres también tienden a trivializar lo que dicen sus parejas: “Ahí va de nuevo, y sigue”.

Al parecer la forma en que discutimos está muy influenciada en lo que vimos de nuestros padres e incluso de nuestros abuelos. Por eso existen tantas diferencias entre culturas como la occidental y la oriental, o con tribus de aborígenes.

Vía TimesOnline

¿Un empleado contento es un empleado eficaz?


La tesis de que un empleado contento trabaja mejor y un empleado descontento lo hace peor es casi la piedra angular de la psicología organizacional. Sin embargo Nathan Bowling, investigador de la Universidad Estatal Wright de Ohio hizo tambalear tal firme lema.



Bowling se tomó el trabajo de reanalizar los datos de cinco meta-análisis previos sobre el empleado y la organización, con el agregado de un meta-análisis propio sobre este tema. Teniendo en cuenta que cada meta-análisis es a su vez el análisis de varios estudios, el investigador contó con cientos de datos para considerar.

Bowling llegó a la conclusión de que las dos variables: conformidad con el trabajo y buen desempeño del empleado se relacionan más con la personalidad del sujeto y con su autoestima que entre si.

También arribó a la conclusión de que la importancia que los empleados sienten que tienen en la empresa, que se refleja en frases como yo aquí importo impacta fuertemente en el desempeño, lo mismo que la creencia de las personas de que un buen desempeño será valorado.

Esto no significa que halla que dejar de lado la conformidad del sujeto con su trabajo, dice Bowling, pero hay que tener en cuenta mas dimensiones a la hora de fomentar la buena performance del trabajador.

Vía | PsyBlog

¿Porque nos mentimos a nosotros mismos?


Un estudio clásico de la psicología es el que llevaron a cabo Festinger y Carlsmith en 1959 sobre las motivaciones de nuestros actos. A pesar de los años transcurridos los resultados están vigentes en la psicología y el experimento es una obra maestra del engaño. Para que resulte más fácil de entender, vamos a ponerlo a usted en el lugar del sujeto del experimento.



Primera Parte: El montaje
Es el año 1959, eres un estudiante de la Universidad de Stanford y se te pide que tomes parte de un experimento para medir resultados del desempeño en una tarea determinada. Como es obligatorio tomar parte en una cierta cantidad de experimentos para aprobar la clase aceptas la propuesta.

Una vez en el set se te explica que el experimento tiene como propósito medir cómo tus expectativas sobre la tarea a realizar afectan la experiencia de esa misma tarea. Aparentemente hay dos grupos, en el tuyo se te pide simplemente que hagas la tarea sin darte ninguna expectativa positiva ni negativa respecto a la misma.

Haces la tarea, que consiste en mover cucharas dentro de una caja durante media hora y te parece aburridísimo, la otra media hora la pasas moviendo clavijas en un tablero lo cual tampoco es demasiado divertido. Cuando terminas de realizar el experimento se te agradece y se te comenta que la gente encuentra la tarea muy interesante, lo cual a ti, que te has aburrido como un hongo, te suena a extraño. Pero el experimento a terminado y tu ya no piensas en eso.

Segunda Parte : El engaño
Cuando piensas que ya puedes irte a tu cuarto a estudiar, uno de los investigadores se te acerca y te explica que tuvieron un inconveniente en el estudio y que necesitan tu ayuda. Hay que tomar la prueba al siguiente grupo, aquel donde eran generadas expectativas sobre la tarea y se te pide que tú seas quien generes esas expectativas. Por hacerlo te pagaran un dólar, que en 1959 no es despreciable.

Tu nueva tarea consiste en decirle al sujeto que va a hacer la tarea que tu ya hiciste (la de las cucharas y clavijas) que es una tarea muy interesante e importante. Aquí sientes una puntada de arrepentimiento, pues sabes que para ti fue bastante sosa y aburrida. Nuevamente el investigador agradece tu participación y ahora te piden que evalúes tú la tarea realizada. Te demoras un segundo y comienzas a pensar que quizás no haya sido tan aburrido como te pareció al principio y le das un puntaje de interés medio.

Tercera parte: El auto-convencimiento
Tras finalizar la evaluación te encuentras con un compañero que participo del experimento y comparando notas encuentras que ha realizado todo lo mismo que tu, no sólo la tarea de las cucharas y clavijas, sino que también le han pedido que ayude a estimular a otros participantes, pero que a él… ¡le han pagado 20 dolares!

Ya empiezas a sospechar y cuando le preguntas que le pareció te responde que la tarea fue aburridísima. Tú en cambio, honestamente, la defiendes alegando que fue bastante interesante.

¿Que paso aquí? Un punto de disonancia cognitiva: tenemos dos corrientes de pensamiento que se contradicen entre sí, ¿cómo lidiamos con eso? Ese era el verdadero punto del experimento.

En este caso haces una tarea que te resulta en principio aburrida, pero luego se te pide que digas a otros que la tarea en realidad es divertida, pero tu no eres de esas personas que le gusta mentir a la gente ¿así que como resuelves la contradicción? Te convences a ti mismo de que la tarea fue en realidad amena, esto ayudado por el investigador que dijo que a otras personas le pareció interesante. Tu amigo mientras tanto, no tiene necesidad de recurrir a este truco mental, pues justifica su acción con el pago de los 20 dólares. El auto-convencimiento es una forma de reducir el malestar que conlleva lidiar con dos líneas de pensamiento contrarias, pero no es la única forma, otra forma de reducción de la disonancia cognitiva es interpretar la información de forma tal que coincida con nuestro punto de vista, aunque esto signifique tomar solo aquella parte que coincide con nuestras creencias anteriores y desechar el resto.

A veces la forma de lidiar con los disonancia cognitiva se vuelve repetitiva y estereotipada dando lugar a distintas patologías. La psicología cognitiva actual

basa la cura de los síntomas patológicos buscando estas disonancias y procurando que el paciente encuentre la forma de repensar su solución.

Vía |PsyBlog

¿Existe la adicción al sexo?


Parece que la respuesta es sí. Durante mucho tiempo, la adicción a las relaciones sexuales ha sido considerada una mentira, un mito o la excusa ideal que varias personas, entre ellos famosos como Michael Douglas o recientemente Tiger Woods, utilizaron para justificar sus numerosas infidelidades.

Ahora parecería que este problema es efectivamente una enfermedad y los expertos se han pronunciado respecto a ella. En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, uno de los pilares de la Psiquiatría mundial, se hace referencia a esta afección como un trastorno de la hipersexualidad.

Así como el alcohólico no puede dejar de beber, el adicto a las relaciones sexuales no puede dejar de buscar el placer y eso, sin duda, termina interfiriendo negativamente en su vida cotidiana y en la comunicación con sus pares. Además, tienden a las relaciones pasajeras con varias personas, lo cual agrega el peligro de contagiarse enfermedades de transmisión sexual.

La adicción al sexo entra dentro del rubro de los trastornos obsesivo-compulsivo y afecta tanto a hombres como mujeres. Al igual que cualquier otra adicción, quienes sufren esta enfermedad deben asistir a rehabilitaciones especiales para recuperarse.