Mostrando entradas con la etiqueta Informacion general. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Informacion general. Mostrar todas las entradas

El deseo de reconocimiento

Para abordar este tema me remito a Alexandre Kojève -una de las referencias fundamentales del joven Lacan, allá por los años ’30. Siguiendo a Kojève, tenemos que la negatividad en Hegel domina el ser del hombre. Que su realidad es un acto de auto-creación histórica por negación de lo dado en lo inmediato.
En Freud, la negación se presenta como una afirmación. La creación del “no” es fundamental en lo simbólico.
Pero esta negatividad de la que habla Hegel, fundamento del ser en base a la muerte, se anuda a la acción, al acto en tanto histórico y simbólico; algo que tiene una impronta en toda la enseñanza de Jacques Lacan. Solo hay acto donde hay símbolo, donde hay sujeto.
Podemos decir que este desarrollo culmina con el “deseo de reconocimiento” –algo que en la obra de Freud no aparece. El deseo que tomamos de Hegel, ese deseo que se genera en la lucha a muerte, de puro prestigio, tiene como objetivo que el otro reconozca al que vence como sujeto, para así lograr su realización de sujeto.


Siguiendo a Hegel, el deseo humano no debe recaer sobre un objeto, sino sobre el deseo tomado como objeto: deseo de deseo. Esto revela un vacío, la presencia de una ausencia.
El deseo humano es el deseo del deseo del otro; incluso cuando ese deseo se dirige a cualquier objeto, está mediado porque otro desea ese mismo objeto…
Así, decimos con Hegel que la lucha a muerte de puro prestigio tiene como fin el reconocimiento del otro. Y en esa lucha sin embargo debe prevalecer la conservación de la vida, ya que si hay muerte real, no existirá el reconocimiento (objetivo de la lucha)
En la obra de Lacan es innegable esta referencia hegeliana, aunque tenga sus matices, claro. El “deseo de deseo” está presente desde su concepción del Estadio del Espejo, hasta la cuestión del deseo del Otro, en el campo de lo simbólico.
Es aquí donde aparecen diferencias, pues en esa concepción de lo simbólico, la palabra es entendida en tanto mediación, en tanto acuerdo simbólico. La palabra en estos términos implica reconocimiento, pacto.
La palabra (en el campo de lo simbólico) pacifica la lucha del puro prestigio (imaginaria) que si termina en la muerte real, elimina por lo tanto la posibilidad del reconocimiento.
El psicoanálisis introduce una modificación que atañe al lenguaje, en una transformación radical del esquema de la comunicación. A través de los conceptos de “palabra” y “deseo de reconocimiento” Lacan dirá que “el emisor recibe del receptor su propio mensaje invertido”.
Se trata aquí de un deseo que nada tiene que ver con la información, sino más bien con un “don”, un símbolo. Y de una determinación del sujeto por el Otro. Así, tenemos como ejemplo las fórmulas clásicas de Lacan “tú eres mi mujer”, “tú eres mi maestro”, que definen, de modo retroactivo, al emisor como “marido” o “discípulo” respectivamente.
Es así que el sujeto depende en su constitución misma, de la palabra, encarnada en el otro, como mediación simbólica. El Otro como garante, el Otro de “la buena fe”, que se supone interdicta esa lucha imaginaria.

El reconocimiento del deseo, mediado así por el campo simbólico (vía la palabra y el lenguaje) integra al sujeto humano en el plano simbólico.

FUENTE: LACAN, J “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”
RABINOVICH, D. “Sexualidad y significante”

La realidad y el placer

Ante esta pregunta freudiana que produce un giro en su teoría, esa pregunta sobre el más allá del pricipio de placer, Freud nos dice que tenemos un primer ejemplo de esto en esa inhibición de placer que existe cuando nos enfrentamos al mundo exterior.
Así, este placer queda sustituido por el principio de realidad. Este principio no deja de aspirar al placer, pero tiene la particularidad de retardar esa consecución placentera. Como así también implica cierta renuncia a conseguirlo.
El principio de realidad sería entonces el responsable de esa suspensión de satisfacción inmediata a la que estamos inevitablemente expuestos una vez enfrentados al exterior.
Pero, añade Freud no hay que responsabilizar del todo al principio de realidad de esta suspensión de placer; sino que también estas sensaciones displacenteras provienen de otro sitio: de esas pulsiones que han sido sometidas, sofocadas, por la represión.

Si esas pulsiones llegan a ser satisfechas -ya sea por un camino directo o por sustitución- plantea Freud, el yo las siente como displacenteras.


Y dice que esto es lo que ocurre en los neuróticos: todo el displacer que siente el neurótico se trata de “un placer que no puede ser sentido como tal”.
Dice que todo el displacer que podamos sentir proviene de un displacer de este tipo o por una confrontación con el exterior, con el peligro que conlleva o con sucesos externos que causan pesar y dolor.
Así nos habla de las llamadas “Neurosis Traumáticas” y de la guerra que hacía poco había terminado, la Primera Guerra Mundial.
Estas neurosis traumáticas se acercaban en su descripción a la Histeria, porque tenían los mismos síntomas en el cuerpo, aunque el padecimiento subjetivo en el primer cuadro era mucho mayor que en el segundo.
Aún así Freud considera que este no es un tema acabado, que no se había llegado aún a nada definitivo en la explicación ni de las Neurosis de guerra ni en las Neurosis traumáticas en general.
Existen en estas últimas dos características con las que Freud las describe. Una, la sorpresa como factor fundamental para su formación, el susto. Y por otro lado, que si existía algún golpe o herida en ese mismo instante, esto actuaba “en contra” de la formación de estas neurosis.
Un bueno momento encontró Freud aquí para hacer una digresión al respecto y diferenciar tres cosas que suelen confundirse, o de las que suele hablarse como sinónimos.
Susto, miedo y angustia. Estos se diferencian por su relación al peligro.
Empezaré por la angustia. Aquí tenemos una teoría de la angustia que implica una situación similar a la que se está cuando un espera el peligro y se prepara para eso, aunque no sepamos de qué peligro de trata.
Si hablamos de miedo tenemos como referencia un objeto. Miedo a un objeto específico.
Sin embargo, en el susto, tenemos ese estado que nos asalta en un determinado momento, que nos toma por sorpresa, cuando no nos esperábamos eso. Es ese factor sorpresa mismo con el que Freud caracteriza a las neurosis traumáticas.
No cree que la angustia pueda causar la neurosis traumática; sino que respecto de esto Freud dice que la angustia misma es una defensa contra el susto. Aquí encontramos un esbozo de la segunda teoría de la angustia en Freud.
Esto es algo que seguirá desarrollando en su texto “Inhibición, síntoma y angustia”.


Fuente: http://psicologia.laguia2000.com

Cuando se enfria el Amor

Existe una etapa en la relación amorosa en la que se comienzan a advertir los defectos de la pareja. Es cuando de pronto se encuentran frente a un extraño que no están dispuestos a aceptar, y comienzan a surgir los nubarrones de la confusión y la duda. Sin embargo, cuando no están juntos pueden olvidar todo y anhelar su presencia.
Esa contradicción la sentimos a todos, sólo que en distintos grados, el problema se produce cuando las diferencias son mayores que las tolerables.
Una persona emocionalmente madura debe saber que con cualquier otra relación inevitablemente ocurrirá lo mismo, o sea, una vez que termina la luna de miel cada uno se irá mostrando como es sin guardar nada oculto.
Esto puede hacer sentir a los que no tienen mucha experiencia, confundidos, desilusionados y sin saber bien qué hacer con su desagrado.


Lo más saludable es hablar, tener una conversación frente a frente, no por mail ni por celular, sino mirándose a los ojos, para poder decirle, por más difícil que sea, cómo se sienten.
Eso es lo que se hace en una terapia de pareja, hay que hablar sin pelos en la lengua frente a un observador que los guía, que es el terapeuta.
Es necesario saber que el enamoramiento dura poco y es mejor que así sea, porque aunque es un estado maravilloso que nos hace sentir vivos, es también como estar enfermo, todo lo demás pierde su sentido, también el trabajo, se pierde la noción del tiempo, uno se olvida de comer, y sólo se vive la tiranía de estar con el otro.
Después de eso sigue existiendo el amor genuino y por supuesto la atracción física, pero es diferente, cada uno recobra su identidad y su libertad y es en ese momento cuando comienzan a surgir las diferencias, porque siempre habrá diferencias.
Cambiar de pareja cuando los problemas n son graves y sólo se trata de puntos de vista distintos es creer que con otra persona será diferente, y eso es engañarse a uno mismo.
Una separación se justifica plenamente cuando hay violencia física, o cuando se tienen adicciones arraigadas que no están dispuestos a tratar; o cuando se trata de personas que no tienen ningún proyecto de vida, no estudian ni trabajan o cuando no tienen ninguna responsabilidad.
Es cierto que hay que vivir el presente, pero con proyección de futuro, porque el presente es un estar yendo hacia más adelante y tiene que haber un camino trazado para seguir.
Además, hay que tener presente que los hombres piensan diferente a las mujeres, utilizan más el hemisferio cerebral izquierdo, que es el que procesa las relaciones lógicas y el pensamiento racional. En cambio las mujeres usan más su hemisferio derecho, que procesa las emociones y los afectos; y esto es una cuestión genética adquirida de épocas ancestrales.
El hombre primitivo salía a cazar, tenía la responsabilidad de traer el sustento, elaborar estrategias y construir instrumentos para lograr una buena caza o pesca.
Las mujeres criaban a los hijos, les daban afecto, los cuidaban, les enseñaban a hablar y lo que era necesario para la vida; por esa razón, tienen más facilidad de palabra, inclusive el cuerpo calloso de su cerebro es más grande que el del hombre, que es la parte más arcaica.
El hombre tenía que permanecer largas horas en silencio, para no espantar a las presas durante la cacería o no ahuyentar a los peces cuando iba de pesca.
El hombre tiene más destreza física y más fuerza, porque era el que tenía que luchar contra los enemigos, trepar a los árboles para recoger los frutos o para conseguir leña o construir sus casas.
Para los hombres siempre será lo más importante su trabajo, y eso no lo puede evitar, porque lo lleva en sus genes y su cerebro está diseñado para eso.
Por esta razón no hay que juzgarlos ni pensar que son egoístas, indiferentes, fríos y demasiado materialistas, sólo hay que comprenderlos, porque su función en la vida es trabajar y sembrar hijos.
Eso no quiere decir que no tengan sentimientos, sí los tienen, pero pueden tomar más distancia que las mujeres.


Fuente:  http://psicologia.laguia2000.com

La decisión de cambiar

Hay gente que aprende un modelo de comportamiento que le resultó cómodo y eficaz y se aferra a él para siempre, aunque le provoque sufrimiento.
Son los que se empeñan en utilizar soluciones viejas para problemas nuevos, los que prefieren renunciar a sus ideales, los que se odian a sí mismos y a la vida, los que viven enojados pero que lo último que harían sería cambiar, porque no quieren arriesgarse y quieren seguir siendo siempre igual.
Sin embargo, todos desean que sus vidas mejoren, pero para que eso suceda tienen que estar dispuestos a cambiar. Cambiar de manera de pensar, de hablar, de relacionarse y de todas las demás formas que tienen de actuar y de responder, que los hace infelices.
Cuanto más se aferren a sus viejas fórmulas y creencias, más esclavos serán de sí mismos y de sus limitaciones.


Es importante saber que lo que menos se desea modificar es lo que más se necesita cambiar.
Hay tres niveles donde se puede cambiar, el nivel físico, el mental y el espiritual.
Se puede empezar por cualquiera de estos tres niveles y luego, el cambio de un nivel producirá un cambio en los otros. Pero lo más importante siempre será estar dispuesto a cambiar.
Si lo que se desea es cambiar el cuerpo lo mejor es cambiar de alimentación orientándose hacia una dieta sana y equilibrada; y escuchar las señales del cuerpo cuando comen.
Para cambiar de forma de pensar hay que tomar conciencia que solamente están contemplando un solo punto de vista de la realidad, que es el propio, sin tener en cuenta otros, de modo que ampliar la perspectiva hará que se multipliquen las posibilidades y oportunidades de la vida.
El cambio espiritual implica conocerse más a sí mismo a través de la meditación o la oración y llegar a intuir lo importante y sagrado que es todo ser humano.
Todo este proceso lleva su tiempo que no se puede pretender acelerar; y si surge alguna reacción es la señal que se necesita para saber que se ha iniciado el cambio.
Existen claves que refuerzan las resistencias al cambio como por ejemplo, cambiar de tema y no prestar atención; aplazar decisiones; suponer cosas que justifican la resistencia, creer en ideas que limitan; poner excusas, echarle la culpa a otro; autocensurarse, postergar las cosas, negar la necesidad del cambio y tener miedo a lo desconocido.
Las resistencias son las que intentan evitar el cambio de manera de ser, de forma de pensar y de ver el mundo, aunque sólo le hayan proporcionado disgustos, malos ratos, sinsabores, frustraciones y fracasos.
Hay que tener en cuenta que detrás de las creencias hay una necesidad que exige satisfacción. Por alguna razón se puede tener la necesidad interna de estar gordos, de fracasar, de estar enojados y malhumorados, de ser pobres o de tener muchos problemas.
Más que fuerza de voluntad, hay que estar dispuestos a renunciar a esa necesidad interior que los obliga a sufrir; y esa es la afirmación que hay que repetir para liberarse de lo viejo: “Estoy dispuesto a cambiar, renuncia a mi necesidad interna de…”, porque cada efecto externo es la expresión natural de un modelo mental interno.

Fuente: “Usted Puede Sanar su Vida”; Louise L.Hay

El Amor y el Hombre

Freud escribió a lo largo de varios años unos textos que luego reunió -para publicarlos en 1918- en unos escritos que llamó “Contribuciones a la psicología del amor”.
El primero de estos trabajos se llama originalmente “Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre”, así que iré a este punto directamente, a las condiciones de amor del sujeto masculino; es decir, a esas condiciones muy particulares que caracterizan la elección de objeto de amor para el hombre.
Dice aquí Freud que elige este tema para empezar a hablar, ya que estas condiciones que el objeto a elegir debe tener para el hombre, resultan bastante incomprensibles, pero que sin embrago tienen para el psicoanálisis una lectura bastante “simple”.
La primera condición a a la que Freud se refiere es la del “tercero perjudicado”: es decir, esa mujer a elegir debe tener ya un marido, novio, amigo, etc. Incluso, nos dice Freud y es algo que hoy en día se constata clínicamente, una mujer puede serle indiferente hasta el momento en que, por ejemplo, se pone de novia con otro.


Como segunda condición Freud sitúa el “amor por mujeres fáciles”. Esta condición es más frecuente encontrarla asociada a la primera que nombramos. La mujer pura y santa no ejerce atractivo alguno; sino sólo aquellas mujeres que son infieles (por eso se asocia a la primera condición) o incluso las prostitutas.
Aquí Freud hace una digresión interesante. Si bien en la primera condición encontramos un componente hostil, más bien de rivalidad con el tercero en cuestión, en esta última condición que les nombré, está relacionada íntimamente con la cuestión de los celos.
Los celos parecen ser una “necesidad” prácticamente para este tipo de hombres que aman bajo esta condición. Si hay celos, hay pasión. O sea es una manera de amor complicada… porque es justamente a partir de los celos que al mujer adquiere valor para él. Lo particular es que no se pone celoso del tercero en cuestión, digamos del marido de la amada, sino que la cela de hombres que ni siquiera ella tiene contacto.
Y, esto tiene también el matiz de que este hombre que ama en estas condiciones, no tiene interés en ser el marido de la amada. Se siente muy cómodo en ese lugar que le da el triángulo.
Luego, Freud nos dice que los siguientes dos ítems que tocará no tienen que ver con condiciones que se le exige al objeto de amor, sino a la conducta que toma el hombre hacia la mujer, como amada.
Así, en tercer lugar Freud dice que es característico de la “vida normal” que la mujer adquiera su valor para el hombre en tanto casta, casi virgen; y cualquier característica de “mujer liviana” la rebajará como mujer. Es por eso que Freud sitúa como una rasgo patológico la segunda condición de amor que nombré arriba.
Aman a estas mujeres de una manera “obsesiva” dirá Freud. Ponen todo su interés en ese objeto amado, puro, preciado; se “autoexigen” una fidelidad extrema. Y es un modelo que repetirán, haciendo de estas mujeres elegidas, una serie.
Por último, Freud nos dice de esa particularidad que tiene algunos hombres respecto de su amada, de “rescatarla”. Suponiendo que eso es lo que ella quiere y necesita de él. Y la rescata entonces, no abandonándola.
En el siguiente post veremos qué nos dice Freud al respecto de este cuadro de situación que nos presentó.


http://psicologia.laguia2000.com

Los misterios del "Efecto placebo"

El placebo es una sustancia que administrada como un medicamento, puede ser eficaz para curar una dolencia y en algunos casos llegar a superar la efectividad de una medicina científicamente comprobada.
El placebo no contiene ningún componente activo de poder curativo, sin embargo puede producir un efecto beneficioso en un enfermo.
Este es un fenómeno que no ha sido debidamente investigado, porque desde el punto de vista académico el efecto placebo se ha asociado a prácticas esotéricas que producen un efecto de sugestión; sin embargo podría revelar la capacidad de la mente para curar el cuerpo.
Sin embargo, el efecto placebo, aunque es ignorado por los científicos, es utilizado en ensayos clínicos para comprobar la eficacia de los medicamentos, administrándole a un grupo el remedio que se quiere probar y a un grupo control un placebo, sin que los probandos sepan cuál de las dos medicinas ha recibido.


Si el medicamento en cuestión resulta ser más eficaz que el placebo, quedará demostrada la eficacia de ese fármaco, caso contrario, no recibirá la aprobación para ser elaborado.
La mejoría que a veces producen los placebos ha sido asociada a la autosugestión, sin embargo, actualmente la neurobiología y la psicología están realizando investigaciones de este fenómeno que podrían permitir descubrir inesperados hallazgos que podrían llegar a esclarecer el misterio que encierra este curioso tema.
No solamente los placebos en forma de pastilla o inyecciones pueden ejercer una influencia positiva en los pacientes, también la confianza en el médico, su apoyo tranquilizador o un diagnóstico favorable que no se esperaba. O sea, que la anticipación de buenas noticias sobre la propia salud y las expectativas conscientes de los pacientes son las que tienen importancia y pueden hacer que la persona se sienta mejor.
El efecto placebo actúa principalmente en patologías que producen dolor, en enfermedades mentales, en afecciones del sistema endócrino e inmunológico, como la artritis y las alergias y en los procesos inflamatorios.
El efecto placebo produce liberación de endorfinas y otras sustancias cerebrales como la dopamina, que es un neuroquímico vinculado con el placer y el bienestar, en el caso de enfermos de Parkinson.
Se pudo observar que los pacientes respondían de la misma manera a la administración de una solución fisiológica que al medicamento específico para su enfermedad.
Las investigaciones demuestran que el placebo no es un efecto solamente psicológico, sino que también, por imitación, realiza el curso de las mismas vías neurológicas que realizan los fármacos específicos y puede producir efectos bioquímicos que pueden demostrar y también medir.
Al tomar el placebo, la persona siente menos dolor porque su cerebro produce endorfinas que es lo que hace que su malestar se atenúe.
El efecto de todo medicamento se acentúa si se tienen expectativas de que resulte eficaz. Esto se ha demostrado aplicando la misma dosis a otra persona que no tiene la misma expectativa.
De manera que la creencia de que un remedio puede curar, forma parte del proceso de sanación.
También se ha demostrado que cuanto más costoso, más complejo y sofisticado sea un tratamiento o más grande la pastilla que un enfermo tiene que tomar, mayor es el efecto que produce.
El hecho de llevar a un paciente a un quirófano, anestesiarlo y practicarle solamente una incisión también tiene un efecto placebo.
Algunos experimentos han demostrado que sustituir un medicamento determinado por un placebo, produce el mismo efecto que el fármaco.
Todos estos experimentos muestran el extraordinario potencial del placebo en la función terapéutica, como por ejemplo utilizando placebos para reducir la administración de medicamentos que tienen la desventaja de provocar efectos secundarios; o el uso de placebos para enfermedades que no tienen tratamiento.
De ningún modo los placebos sustituirán a los medicamentos específicos que requiere cada enfermedad, pero sí pueden representar una nueva forma de encarar los tratamientos y brindar más posibilidades a los enfermos, dándole más importancia a la relación entre el bienestar mental y el físico.

Fuente: “Vivir mejor con el Dr. Cormillot”; “Ciencia”; “Cómo funciona el misterios efecto placebo”;

Ser bueno es ser feliz?

Las personas felices también son sabias, porque alcanzan la felicidad cuando aceptan las cosas como son y las disfrutan, no se dejan llevar por las expectativas de otros, tienen proyectos propios y están ocupados en cumplirlos.
Estas personas pueden amar, pueden trabajar, no se quejan, son responsables, comprometidas y sanas, no tienen diálogo interno ni conflicto porque hacen lo que tienen que hacer y lo que pueden, ayudan a los demás, viven el presente y pueden proyectarse en el futuro.
Solamente las personas felices pueden ser amables con los demás, consideradas y atentas, porque han encontrado el equilibrio, se aceptan y se estiman como son sin pretender parecerse a ninguno ni dejarse influenciar por las modas.
Para ser feliz no se necesita tener cosas, porque la felicidad es un estado de ánimo que no viene de afuera sino de adentro, de la satisfacción interior de sentirse plenos, tranquilos, bien con los demás, queridos y apreciados por todos.


Una persona que está descontenta, que se siente insatisfecha, insegura, que cree que nadie la quiere, que se siente sola y maltratada por los demás, que no se compromete con ningún interés, que depende de otros, que quiere parecerse a sus pares y que se complace en criticar, no puede ser buena y necesariamente tiene que proyectar todo su descontento afuera.
Las personas infelices les echan la culpa a otros de su infelicidad, y de esta manera tratan de acallar su conciencia porque no reconocen su responsabilidad.
Para que el mundo pueda cambiar, tienen que cambiar los seres humanos, porque aún no son muchos los que se sienten verdaderamente felices.
El mundo necesita que todos sean felices, despreocupados pero atentos, risueños pero responsables, alegres pero maduros, firmes pero bondadosos, creativos pero confiables, amistosos pero respetuosos, ocupados pero dispuestos y capaces de ser considerados con el prójimo.
Las personas felices ven el vaso medio lleno y no medio vacío, son optimistas, tienen una visión del mundo como un lugar lleno de posibilidades, pueden creer que hay mucha gente buena y que hay que ayudar a los que cometen errores porque pueden estar enfermos o haber sido víctimas de abusos y atropellos.
La persona resentida y violenta, ve todo mal, es despreciativa, indiferente al dolor de los demás e incapaz de aceptar los méritos de otros. Además de no poder adaptarse, vive una vida miserable llena de problemas, le hace la vida imposible a los que lo rodean y la infelicidad es su estado de ánimo permanente.
Esa persona no puede ser buena, al contrario su maldad hará estragos y se reflejará en cada uno de sus actos.
Nelson Mandela, ex presidente de Sudáfrica que gobernó desde 1995 hasta 1999, cumple 94 años.
Durante 27 años fue un preso político por luchar contra la discriminación racial en su país y en el mundo. Sin embargo, cuando quedó libre perdonó a todos sus enemigos y aconsejó a su país a hacer lo mismo.
Encerrado en una pequeña habitación todo ese tiempo, no sólo pudo seguir viviendo normalmente sino que tuvo oportunidad de elevar su conciencia y ver las cosas desde una perspectiva más alta: la reconstrucción del país no podía ser posible si continuaba el rencor y el resentimiento entre blancos y negros.
El perdón fue lo que los unió y lo que permitió que pudieran comenzar una nueva vida todos juntos.
Mandela mostró que un ser humano no necesita casi nada de afuera para ser feliz, porque tiene su mente y sólo es suficiente que tenga algo por que vivir y apasionarse por ello.
Mandela es considerado no sólo un gran hombre sino también un sabio, un ejemplo para la humanidad que todavía vaga a la deriva sin rumbo.
Una persona feliz quiere que también los demás lo sean.


Fuente: http://psicologia.laguia2000.com

Recuperando los sentidos

Para poder disfrutar del momento presente tenemos que recuperar la conciencia de los sentidos.
Sentir el calor del sol, la caricia de una briza primaveral, escuchar el canto de un pájaro, respirar el aire puro, oler el perfume de las flores o del césped recién cortado, ver la puesta de sol, degustar el sabor de una fruta dulce y fresca, son estímulos para los sentidos que se han olvidado, porque estamos demasiado apurados haciendo algo o conectados a algún aparato.
La gente vive con los auriculares puestos y manipulando en forma frenética su celular, evadiéndose de la realidad y hundiéndose en la búsqueda de quimeras y utopías.
Son como robots en un universo mental, tratando de no perderse la última novedad electrónica y dispuestos a gastar su tiempo para aprender su cada vez más complicado funcionamiento. Tanto es así que nos hemos olvidado de nuestros sentidos.


Para volver a una realidad más humana debemos recuperarlos, para volver a conectarnos con el mundo y con nuestro cuerpo y poder vivir plenamente el momento presente.
¿Por qué es necesario recuperar las sensaciones naturales del cuerpo?; porque son muchos los que sufren de estrés, angustia, ansiedad, depresión, insatisfacción vital, falta de apetito sexual, sensación de malestar y vacío interior; esclavizados por la tecnología.
Solamente tenemos que detenernos y tomar conciencia de la realidad que nos rodea, prestar atención al entorno y a lo que estamos haciendo a cada momento, porque para ganar tiempo, a todos nos gusta vivir con el piloto automático puesto.
Estar con uno mismo unos pocos minutos al día, cambia todo, nos hace más sensibles, más conscientes de nosotros mismos y de la realidad, de nuestras verdaderas necesidades y de nuestros deseos.
El contacto con la interioridad nos ayuda a aflojar tensiones, a sentirnos más seguros de nuestras convicciones, a aceptar errores, a conocer nuestros sentimientos, a trascender recuerdos que nos desequilibran, a controlar nuestras emociones, a lograr la coherencia interna y a proyectar nuestro futuro.
Para evitar los ruidos molestos, el oído tiene un mecanismo que permite bloquear esos estímulos para no oírlos más. De esa forma hace que no nos perturbe el vehículo ruidoso que pasa frente a nuestra casa, ni el ensordecedor ruido del tránsito urbano.
El exceso de estímulos en una gran ciudad hace que todos nuestros sentidos hagan lo mismo, se insensibilicen, y poco a poco vamos convirtiéndonos en seres que no pueden entender la realidad que los rodea.
Las parejas casi no se miran aunque estén juntas durante todo el día, y menos se acarician o se escuchan; ambos viven aislados, inclusive de sus hijos porque cada uno está en su propio mundo.
El acercamiento en el amor comienza con una mirada, pero por lo general, las miradas están perdidas en su propio laberinto mental, recordando al pasado y preocupándose por el futuro.
Mirar a los ojos y perderse en la profundidad de una mirada, es la forma de conocer al otro, descubrir la verdad y también el amor.
Escuchar es una virtud que no todos tienen, porque exige un esfuerzo de interpretación y aceptar que el otro puede pensar diferente; aunque la gente nunca pueda expresar en palabras sus ideas con exactitud, porque una idea es mucho más que un montón de palabras. Por eso, hay que escuchar del otro no sólo sus palabras sino también su forma de decirlas, el tono de la voz que emplea y el sentimiento que expresan.
La vida tiene el sabor que reflejan los sentidos.

Fuente: http://psicologia.laguia2000.com/

Edipo Freudiano

Para terminar este año, seguiré con Freud y sus excelentes ponencias en el Nuevo Mundo, hace ya más de 100 años…
Les dije que estas Conferencias fueron celebradas en Massachusets, más precisamente en Worcester, del 6 al 10 de septiembre de 1909. Una cada día.
Con motivo del homenaje a los 20 años de la Clarck Univerity, un año antes habían invitado a Freud a dar unas conferencias, junto a C. Jung, a quienes se les daría el título de “miembros honorarios” en esa misma celebración.
Freud se sentía muy reconocido con este gesto; era casi la posibilidad de presentar al mundo su teoría, muy reciente, por cierto.
En esos datos sobre su inconsciente a los que nos tiene acostumbrados Freud, dice que había sido como la realización de un sueño…
Bien, en este contexto y con todo lo que había dicho en los días anteriores respecto de su joven teoría, llega al tema de la sexualidad infantil. Tesis que había generado mucho revuelo en la comunidad científica de entonces (sus “Tres Ensayos sobre una teoría sexual” fue publicada en 1905)


Dice aquí que lo que predispone a la neurosis es cierto deterioro en el desarrollo de la sexualidad (que les introduje en el post anterior)
Y subraya el hecho de que él sabe que la “sexualidad” a que él se refiere es algo muy diferente a lo que pueden entender los demás… Entiende que él trata este término de una manera no literal… de un modo más extendido, si se quiere.
Pero que también hay que reconocer que casi todos utilizan ese término limitándolo a la noción de reproducción, a la “genitalidad”.
Freud considera la sexualidad de un modo dilatado, digamos. Y dice que más allá del sentido que le demos, tengamos en cuenta que el psicoanalista entiende este término en el sentido que tiene lo que nos revela la sexualidad infantil en nuestra clínica.
Aquí Freud nos presenta ejemplos de esas primitivas elecciones de objeto: esa elección que se hace en función de la necesidad, la necesidad por ejemplo de ser cuidados, atendidos. El niño toma a uno de sus padres como objeto de amor.
Freud aquí nos introduce lo que conocemos del Edipo, al que ya me he referido desde la lectura de Lacan.
Es ese intento de Freud de decir lo que descubría en sus pacientes: dice que por lo general, el padre prefiere a la hija, y la madre al hijo; y que a partir de allí, el hijo responde a eso con un deseo: reemplazar al padre (si es el hijo), reemplazar a la madre (si es mujer)
Dice Freud en este intento de introducir el Complejo de Edipo, que estos sentimientos despertados son tanto amorosos como hostiles. De esta forma se arma un complejo que pronto se reprime, pero aun así ejerce sus efectos desde lo inconsciente.
Es así que Freud se atreve a decir que este Complejo es un complejo nuclear de la neurosis.
Que en toda Neurosis encontramos este complejo. Y con la barrera del incesto, la represión del complejo. Y sus retornos.
Hasta aquí tenemos lo que Freud comunicara a principios del siglo XX y que revolucion´el saber científico.
Los invto a releer los posts anteriores sobre el Edipo y la castración tomados de la lectura lacaniana.

http://psicologia.laguia2000.com

Displacer y Placer

Hay en la obra freudiana un giro, el que conocemos como “el giro de los años 20”. Un hito que marca en la teoría freudiana una reformulación de algunas cuestiones en las que Freud trabajó por más de dos décadas.
Esto se da, podemos decir como en cualquier teoría científica: cuando aparecen trabas que peligran la continuidad de una teoría, algo debe ser revisado.
Me voy a referenciar así en su texto de 1920 “Más allá del principio del placer”. Cómo su título lo anuncia, Freud intervendrá sus teorizaciones con una pregunta que surge fuera del plano del terreno del placer. Freud consideraba hasta el momento que lo psíquico se regía hegemónicamente por el principio del placer, hasta que tuvo que suponer -siempre por su experiencia clínica- que había algo más allá…


Revisemos. Según la teoría psicoanalítica establecida por Freud hasta el momento, los procesos psíquicos se orientaban a lo placentero. Que si algo displacentero sucedía, el aparato psíquico (su parte “económica”) tiende a redireccionarlo a lo placentero, en tanto la tensión se reducía, consiguiendo así un estado placentero o un menor displacer.
Digamos que la cuestión de fondo estaba en la cantidad, en lo cuantitativo: se reducía a que el placer se vinculaba a una “disminución” de la excitación de la vida anímica (esa energía no ligada a ningún objeto específico) Y lo displacentero al “aumento” de esta excitación.
Freud considera que para hacer una “metapsicología” del aparato psíquico, habría que añadir este aspecto “económico”, al tópico”(los lugares de aparato psíquico) y “dinámico” (el juego de fuerzas)
Así, considera Freud que antes que sumar el Psicoanálisis a teorías que no tienen relación con las metas propias del psicoanálisis, más bien se debería unir a esas teorías que puedan dar cuenta de lo que significan esas sensaciones placenteras y displacenteras. Pero que hasta el momento, no existía ninguna que pudiera responder a eso.
Pasa que es el área más oscura del alma humana.

Es así que Freud dice que es momento de que ahora en más, dejarse llevar por lo que la experiencia clínica le transmite: que en el alma humana existen fuerzas que se oponen a las del principio del placer. Que si bien estas son fuertes, las que se le oponen parcen ser aun más potentes y efectivas.
Que la experiencia le mostraba la inexactitud del postulado de que el aparato anímico se regulaba por el placer, por la tendencia al placer; ya que era evidente que lo que aparecía por todos lados era la experiencia de displacer.
Entonces, ¿cómo podía explicarse el hecho de que el aparto psíquico tendiera al displacer?
¿Cómo ocurre que no triunfe el placer? Bueno, dice Freud, hay que recurrir a la experiencia analítica para poder resolver este enigma…
Claro, en los síntomas que los pacientes traen a la consulta está siempre esa misma pregunta: el síntoma es una pregunta sobre este más allá del placer. Porque tiene su lado satisfactorio, decía Freud, en tanto satisfacción sustitutiva de algo reprimido; pero también está el costado molesto del síntoma.
Esa faz displacentera del síntoma que en el mejor de los casos, se cree en él, se cree en que eso que le pasa mínimamente tiene un sentido, y decide analizarse y poder hacer algo con eso…


Fuente: http://psicologia.laguia2000.com

La Catarsis

La catarsis era el método que Breuer y Freud aplicaban en los inicios del psicoanálisis. Un método que en principio se acoplaba a la hipnosis para someter al enfermo a un estado en el que rememoraba escenas traumáticas, levantándose de esta manera sus síntomas.
Pero el psicoanálisis como método ha tenido una “evolución” tal, que me parece necesario reconsiderar textos primerísimos de Freud para entender un poco tal “movimiento” en la teoría y en la práctica analítica tal como hoy la ejercemos.
La paciente de Breuer, Anna O., había acuñado ella misma el término “limpieza de la chimenea” o “the talking cure” para el método que le aplicaba su médico para intentar curar sus graves síntomas. El método hipnótico-catártico.
En la misma época que Breuer y Freud estudiaban estos síntomas histéricos en Viena, en Francia había un psiquiatra que había iniciado sus estudios con pacientes de la Salpêtrière, en París.


Este “gran observador”, como define Freud a Charcot y a quien reconoce como su maestro durante 1885-1886, no gustaba de las teorizaciones psicológicas de la época.
Fue un discípulo de Charcot, Pierre Janet, quien se abocó a estudiar ciertos procesos psíquicos en las enfermas de Histeria.
Janet sostenía la hipótesis de una “disociación” en la histeria, producida por una incapacidad innata de “unir” el diverso espectro de procesos anímicos. Así, estas pacientes solían parecer “disociadas”, tanto en sus movimientos como en sus expresiones emocionales.
Freud, en Viena e influenciado por las ideas de la escuela francesa de fines del siglo XIX, pero habiendo iniciado su trabajo con Breuer, abordó la cuestión de la “disociación histérica” de un modo diferente a como lo hacía Janet. Este partía de estudios de laboratorio; Freud, en cambio, de su experiencia con los pacientes y el método catártico heredado de Breuer.

Dice Freud que lo que lo animaba era una “necesidad práctica”.
En ese método catártico, Breuer ponía al paciente en estado hipnótico, pues consideraba que era solo en ese estado que el paciente reproducía los nexos patógenos de su enfermedad, y así se curaba.
Freud mismo dice que la hipnosis le comenzó a desagradar, ya que se estaba tornando una cuestión mística…
Así resignó el método hipnótico y lo independizó de la catarsis. Como en su experiencia con los pacientes veía que no podía sumergir a todos sus pacientes a un estado hipnótico, trabajó con ellos en su estado normal, de vigilia digamos.
No era fácil…Freud intentaba averiguar del paciente algo que ni el paciente sabía… ¿Cómo averiguarlo entonces? Es así que recurre a un experimento de Bernheim, según el cual habiendo puesto a pacientes en estado de “sonambulismo hipnótico”, les hacía vivir una cantidad de cosas; cuando despertaban y les hacía recordar lo que habían hecho en ese estado, solo al principio aseveraban que no recordaban nada, pero luego de que el médico insistiera en que recordaran, esos recuerdos volvían.
Entonces Freud se sirvió de ese método con sus pacientes; cuando llegaba con sus pacientes al punto de que no recordaban nada más, él les decía que sí lo sabían, y que ese recuerdo volvería en el momento en que él pusiera sus manos sobre su frente. Así, sin la hipnosis, solo con sugestión, el paciente recordaba esa escena traumática.
El método de imposición de manos duró poco. Ya sabía Freud que lo abandonaría pronto; pero de él extrajo para su teoría que los recuerdos olvidados no estaban perdidos definitivamente.
Así empieza otro camino en lo que Freud consideró el método psicoanalítico. Un tramo que dejaré para el próximo post.


Fuente: http://psicologia.laguia2000.com

El Amor a Largo Plazo

Mientras muchos transitan un fatigoso camino amoroso de pareja en pareja, extraviados en una búsqueda estéril, también existen parejas que son capaces de vivir un amor eterno.
Es probable que para lograr un amor duradero haya que reinventarlo cada día y no, después de algunos años, comenzar a tratar a la pareja como si fuera un par de zapatos cómodos.
Para Sigmund Freud, la salud mental implica ser capaz de amar y de trabajar; y cuando alguna de estas dos condiciones no funciona, nos volvemos neuróticos.
De hecho, el amor es lo que mueve al mundo y lo que hace que los seres humanos se multipliquen para que la especie no se extinga.
Aunque amamos de muchas maneras, el amor de pareja es el que nos completa.
El amor es una emoción que tiene bases orgánicas, porque es la química cerebral la que activa los genes.


Algunos están convencidos que después de unos pocos años, lo que parecía un gran amor se transforma en un hábito doméstico, un afecto filial mantenido gracias a los hijos, la voluntad y la razón. No saben que todo amor verdadero tiene que atravesar una serie de etapas, que no todos se atreven a transitar, en un mundo que se destaca por obtener objetivos a corto plazo sin prestar atención a los procesos.
La primera etapa es la luna de miel, la segunda es la lucha por el poder y la tercera es la aceptación del otro como es.
Es necesario distinguir entre el amor verdadero y el enamoramiento, porque aunque son emociones complementarias pertenecen a etapas diferentes.
Un enamoramiento es un amor romántico, no es amor verdadero hasta que permite a la persona razonar y ver al otro como realmente es y no como quiere verlo; porque la atracción irresistible obnubila el juicio crítico y sólo permite ver lo que uno quiere.
Sin embargo, esa atracción desmesurada, en el mejor de los casos y con el tiempo, puede dar lugar a un sentimiento más profundo, principalmente si esa pareja se ajusta en cierta forma, al ideal de pareja que cada uno tiene en su interior.
En ese caso, el amor verdadero, que también incluye atracción física, puede ir creciendo con los años y atravesar las crisis, los momentos difíciles, las confusiones y las dudas, hasta que la pareja decida de común acuerdo, volver a elegirse mutuamente.
El amor se construye con amor, con dedicación y atención mutua y crece si ambos individualmente también crecen.
Ninguna relación está garantizada de antemano, pero el que está seguro de sí mismo también estará seguro de su pareja; porque la autovaloración personal hace que también sea valorado.
El amor de una sola persona puede satisfacer tres deseos básicos:
Darle sentido a la existencia
Canalizar la pasión y
Lograr proyectos a largo plazo
Por lo menos esto es lo que afirma el psicoanalista Hugo Dovskin en su libro “El amor en tiempos de cine”.
El amor de una pareja será más duradero en la medida que signifique también un compromiso afectivo y que cada uno pueda satisfacer sus necesidades y deseos a lo largo de la vida.
La cuestión no es pensar en el futuro y basar la relación en su duración sino en pensar en el vínculo día a día, cultivar el afecto y no dejar que se seque por indiferencia o falta de cuidados.
El amor puede acabarse en cualquier momento ni bien alguno de los integrantes de la pareja sienta que el vínculo se ha roto de tal forma que ya no tiene arreglo.
En esos casos hay que ser valiente y enfrentar los hechos, tal vez la separación no resulte cruenta sino una liberación esperada por ambos, porque la vida empieza todos los días no importa la edad que se tenga.
Aunque los tiempos han cambiado, nadie se vincula en pareja con la intención de separarse a corto plazo, más bien la mayoría tiene la ilusión de lograr un amor eterno.
Lo que pasa ahora, que tal vez no pasaba antes con tanta frecuencia, es que las personas en general pierden más rápido la paciencia y prefieren hacer borrón y cuenta nueva antes de intentar salvar la pareja. No se dan cuenta que es probable que repitan la historia.

Fuente: http://psicologia.laguia2000.com

Tiempo Psicologico

Cuanto más parece durar el tiempo más afligidos psicológicamente nos sentimos, porque el tiempo subjetivo depende del estado mental.
Para las personas con depresión o falta de control de impulsos, el tiempo parece transcurrir más despacio.
Según cómo se vive psicológicamente el tiempo puede indicar signos de determinadas patologías mentales.
Las personas impulsivas no pueden postergar una acción porque necesitan satisfacción inmediata y tienen muy poca percepción del futuro.
Las investigaciones realizadas indican que los pacientes que sufren de esquizofrenia no pueden distinguir entre espacios de tiempo reducidos, cuál es la duración más larga o la más corta.
La percepción del tiempo es influenciada por las experiencias cotidianas y por los estados emocionales. Este es un proceso que incluye la memoria a corto plazo, la memoria a largo plazo y otra memoria que se relaciona con la toma de decisiones que evalúa la duración.


La duración subjetiva del tiempo aumenta cuanto mayor es la atención que prestamos al tiempo y refleja el estado cognitivo y el bienestar o malestar psicológico de una persona.
Para las personas que sufren gran ansiedad, el tiempo parece transcurrir más lento y cuando se pierde el sentido de la vida, el vacío existencial hace que el pensamiento se centre en el tiempo, y éste parece pasar más lento.
Cuando estamos aburridos el tiempo parece transcurrir más despacio. Aunque el tiempo cronológico es siempre igual, sin embargo nuestra conciencia del tiempo varía según nuestro estado de ánimo.
La experiencia temporal tiene tres dimensiones: el tiempo presente, la estimación de la duración de un acontecimiento y la conciencia del tiempo, que es la impresión subjetiva.
La estimación de la duración del tiempo y la conciencia del tiempo se relacionan. La estimación puede ser mayor si nos aburrimos y según nuestro humor nuestra conciencia del tiempo puede variar porque ante el tedio nos centramos más en el presente.
Cuando los procesos cognitivos están alterados se hace difícil enfrentar la vida cotidiana.
Las personas impulsivas se preocupan por el momento presente y no pueden proyectarse en el futuro.
Los adictos por ejemplo, tienen una perspectiva limitada del tiempo y no pueden fijarse objetivos porque tienen menos capacidad de anticipar el futuro y sólo viven el momento presente.
Los que actúan en forma audaz y arriesgan sus vidas tienen dificultades para anticipar las consecuencias de sus actos.
El horizonte temporal limitado del sujeto impulsivo que carece de control y se centra en el presente, ayuda a comprender patologías psiquiátricas como la hiperactividad, el déficit de atención, algunas disfunciones cerebrales como los síndromes frontales, el trastorno “borderline”, o la toxicomanía.
Un sujeto que solamente vive el presente y no tiene en cuenta el futuro es probable que sea impulsivo y que se sienta atraído por el juego, las relaciones sexuales peligrosas, el comportamiento audaz, el consumo de drogas o alcohol.
Las personas en general, para poder conseguir resultados futuros, con frecuencia tienen que renunciar a las gratificaciones inmediatas.
Aunque tampoco es saludable vivir en función del futuro porque el presente es lo único real y tenemos que aprovechar los buenos momentos, es necesario no perder de vista la perspectiva del futuro y prever las consecuencias de nuestras acciones.
Ante las dificultades que tienen las personas impulsivas para proyectarse en el futuro, los terapeutas les proponen objetivos a corto plazo, más adecuado a su horizonte temporal limitado.
Los investigadores en este campo consideran que es posible que exista un reloj central biológico en la corteza frontal y en los ganglios basales que desempeña una función importante en la percepción del tiempo.
Sin embargo, aún no se ha localizado en el cerebro un sistema específico que mida el tiempo.

Fuente: “Mente y Cerebro”

Vivir sin sentir rencor

Perdonarse y perdonar es una experiencia que armoniza, libera; y mejora la salud física y mental.
El perdón siempre fue un tema de orden religioso o filosófico, pero actualmente la psicología también está investigando la influencia positiva del perdón en la salud y en la sanación. Estudios realizados durante los últimos diez años así lo confirman.
Se estima que el perdón puede evitar desequilibrios cardiovasculares, ayudar a elaborar emocionalmente los duelos y superar los estados depresivos.
Según una encuesta realizada en 2006, a 1715 personas de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, de Argentina, por la doctora en psicología Martina Casullo, investigadora del Conicet; la mayoría considera que es importante perdonar y que las mujeres perdonan más que los hombres.


Para las mujeres perdonar demuestra inteligencia, los hombres, en cambio perdonan para poder olvidar y seguir adelante.
Los que dicen “Dios es el que perdona”, son los que no pueden perdonar.
Para Javier Camacho, doctor en Psicología Clínica de la Universidad de Buenos Aires, y director de la Fundación Foro, donde se enseña y se investiga el área de la salud mental, revela que los investigadores tienen posturas diferentes para definir qué es el perdón. Algunos lo consideran una capacidad, otros una virtud o y otros un aspecto de la personalidad.
El perdón es una actitud, lograda a partir del desarrollo de una alta capacidad de comprensión y flexibilidad.
Camacho explica que para él el perdón es un proceso interior y se refiere más a uno mismo que a la persona responsable del agravio, porque aunque no haya pedido perdón puede ser perdonada para beneficio de la víctima.
Otro estudio realizado en 2005 en la Universidad de Tennessee muestra que las razones para perdonar pueden depender de la relación personal que está en juego, del bienestar psicológico que necesita una persona, de la necesidad de ser también perdonado, de la intención que tenga el agresor de disculparse y también de la creencia religiosa.
Requiere pedir perdón el que transgrede las normas de convivencia o agrede a alguien causándole algún tipo de daño o perjuicio, pero los niveles de tolerancia a la agresión pueden ser distintos y hasta nulos, porque como dependen de la sensibilidad de la víctima se convierten en eventos subjetivos que pueden o no dejar heridas sin cicatrizar.
No pueden pedir perdón los que no aceptan haberse equivocado, ni pueden perdonar los que tienen muy baja su autoestima y poca tolerancia a la crítica.
Más allá del bien que se le hace al que es perdonado, el perdón tiene un efecto más beneficioso en el que perdona, porque lo hace sentirse mejor consigo mismo.
El perdón es una manifestación de grandeza moral que tiene resultados sanadores, porque borra el enojo y el resentimiento, libera de la experiencia traumática y deja un saldo positivo.
No obstante uno puede sinceramente perdonar pero no necesita olvidar ni tampoco reconciliarse con su agresor. Puede seguir viviendo sin rencor y sin la pesada carga del resentimiento pero también sin la necesidad de continuar con ese vínculo.
Perdonar permite dejar el pasado atrás con todo su contenido de personas, de experiencias y de cosas que resultaron perjudiciales y negativas para la víctima y seguir viviendo mejo que antes.
El perdón no implica que no se pueda hacer justicia ni tampoco significa llevar a cabo una venganza, porque perdonar es soltar, dejar ir, abandonar la idea de venganza, y la bronca acumulada.
Las personas que han recibido grandes agravios o abandonos pueden enfermarse gravemente y también pueden curarse si perdonan y dejan atrás todo rencor y resentimiento.
La terapia del perdón puede ser más eficaz que una medicina.

Fuente: LNR; 12/2010; “Desterrar el rencor”; Eduardo Chaktoura.

Sindrome Hikikomori

Hikikomori es una palabra de origen japonés que designa una patología psicosocial y familiar característica de nuestra época, que suelen padecer principalmente los varones, tanto jóvenes como adultos, que tienen alrededor de treinta años.
Este síndrome que aparentemente comenzó a manifestarse en Japón, parece estar diseminándose por todo el mundo, en forma lenta e insidiosa, porque también se están registrando casos en España, Italia, Corea del Sur y también en Francia.
Se trata de personas que deciden encerrarse voluntariamente en sus casas, a veces en una habitación; que también son adictos a Internet y a los juegos electrónicos, que eluden cualquier contacto, que se mantienen alejados de la sociedad y de cualquier vínculo personal, o comunicación, inclusive de sus familiares, a veces durante años, abandonando sus encierros solamente para satisfacer sus necesidades fisiológicas.


En el año 2010 ya existían en Japón 230.000 casos de hikikomori, al año siguiente se presentaron 34.000 casos más y se calcula que esta cifra llegará en poco tiempo a alcanzar el millón de personas en condiciones de aislamiento, que eligen el auto encierro como estilo de vida.
No se trata de personas que sufren de otras patologías psiquiátricas, sino de individuos que rechazan el contacto social y que han decidido desprenderse de la intrincada trama social para elegir como modo de vida el solipsismo.
Los familiares a veces demoran en hacer una consulta médica, porque aparte de la fobia social, estas personas no presentan síntomas de otra naturaleza como para necesitar imperiosamente ir al médico.
Sin embargo, esta conducta no es normal, y aunque no parezca una patología es evidente que este comportamiento atípico no puede considerarse solamente una falla de carácter.
Este fenómeno puede tener varias causas, tanto orgánicas como psicológicas. Con respecto a las causas orgánicas, posiblemente la Neurociencia logre una explicación y pueda hallar los medios para intentar paliar esta situación, dado las implicancias económicas y sociales que puede accarrear; mientras las causas psicológicas puedan ser reveladas a la luz de estudios experimentales debidamente controlados.
Hay que tener en cuenta, que se trata de una generación que se ha criado de una manera diferente a la tradicional, en familias demasiado ocupadas y ensimismadas en sus propios trabajos, esforzándose para ser cada vez más eficientes y competitivos, con el firme propósito de ocupar cargos de mayor responsabilidad y mejor nivel de ingresos, pero que han relegado a un segundo plano la responsabilidad de mantener buenos vínculos con los hijos, postergando el necesario acercamiento afectivo y negándoles la indispensable oportunidad de comunicación.
Así como los padres se aíslan cuando se dedican de lleno a sus actividades, los hijos aprenden a hacer lo mismo, renunciando a integrarse en una sociedad que les enseña a disfrutar de todo el confort sin necesidad de relacionarse.
En la actualidad son muchos los hogares que mantienen a sus hijos hasta mucho más allá de la juventud, sin exigirles que participen en el mantenimiento de los gastos ni que trabajen; y ya es común que muchos padres mantengan a sus hijos con tal de que estudien una carrera para asegurarse un título, logro que a veces tarda muchos años en cumplirse. En España por ejemplo, actualmente, el 67,4% de los que tienen más de veinte años, vive con sus padres
Puede ser que allanarles demasiado el camino a la descendencia no sea lo que realmente necesita para desarrollar su propia vida y la convierta en personas poco dispuestas a esforzarse de la misma manera que sus padres, porque no pueden verle ningún sentido.
Renunciar a la sociedad y a los vínculos puede ser la forma que tienen los jóvenes y también los no tan jóvenes, de rebelarse contra un sistema deshumanizado que convierte a las personas en autómatas consumistas, que no tienen tiempo para los sentimientos.

Fuente: “La Nación”

La emociones y el sobrepeso

Muchos se obsesionan con las dietas y las prueban todas con poco éxito; no saben que el sobrepeso no es solamente una cuestión de calorías ni de voluntad, sino que también se trata de un problema psicológico.
La obesidad actualmente es una pandemia; según la Organización Mundial de la Salud (OMS) preocupa a más de mil millones de personas en todo el mundo.
Cerca de dos millones y medio de habitantes del planeta fallece debido a una enfermedad relacionada con la obesidad y hay más de cuarenta y cinco millones de chicos de menos de cinco años que tienen sobrepeso.
Bajar de peso es fácil, lo difícil es mantenerse, porque la mayoría se entusiasma con la dieta hasta lograr el peso deseado, pero al poco tiempo vuelve a los mismos hábitos y recupera los kilos perdidos.


El cuerpo tiene un mecanismo natural para mantener el mismo peso, aunque se cambie la alimentación y se haga una dieta; tratando de consumir menos energía y apelando a sus reservas, por eso a veces, a pesar de los esfuerzos y de las privaciones, no se puede bajar de peso.
La doctora en clínica médica Sofía Garay, del Hospital Rivadavia y del Centro de Estética de la Dra. Sciales, dice al respecto, que existen factores que explican la gran cantidad de gente con sobrepeso, como por ejemplo:
-la publicidad, que induce a ingerir alimentos ricos en grasas o azúcares;
-el aumento del tamaño de las porciones,
-el hábito de comer hasta sentirnos llenos y no solamente lo que necesitamos;
-las conductas automáticas, que nos hacen comer sin tener conciencia de qué es lo que nos llevamos a la boca;
-picar todo el día entre horas o saltearse comidas por mucho tiempo.
La doctora Garay afirma que hay mucha gente que come cuando tiene ansiedad o necesita calmar sus emociones y no porque tenga hambre; porque es común que después de un día agitado, con muchos problemas para resolver, la gente sienta la necesidad de comer hidratos de carbono, que son los que estimulan la serotonina (que es la hormona del placer), con lo que se logra una sensación de satisfacción y bienestar.
La combinación de azúcar, sal y grasa es adictiva y la industria trata de satisfacer esta necesidad vendiendo productos que contengan estos ingredientes aunque engorden o puedan provocar problemas de salud a largo plazo.
Cambiar de hábitos no es fácil porque requiere comprometerse con uno mismo y tener la perseverancia de cumplir ese compromiso de por vida, ya que si esos hábitos se vuelven a repetir también se volverá a aumentar de peso.
Un cambio de hábitos también exige un cambio en el estilo de vida, porque es sabido que la falta de movimiento y la vida sedentaria favorecen el sobrepeso.
Elegir una vajilla más pequeña para servirse la comida, también es un recurso eficaz a la hora de bajar de peso; porque por ejemplo, un plato cinco centímetros menor de diámetro equivale a 22% menos de calorías por comida y permite bajar hasta ocho kilos más de peso por año.
Dieta y terapia deberían ir de la mano para ayudar a mantener constante el interés por el objetivo y lograr cambiar los patrones de comportamiento que llevan a engordar.
Existen algunas estrategias que ayudan a comer de una manera más racional y sana; por ejemplo:
-    En lugar de buscar comida, hacer otra cosa que sea igualmente placentera.
-    No comprar más comida de la necesaria
-    Comer con conciencia y no en forma automática
-    Evitar las tentaciones
-    Colocar en los lugares visibles de la heladera los alimentos dietéticos.
-    No comer rápido
-    Masticar mucho
-    Dejar algo siempre en el plato como señal de dominio sobre la comida.
-    Nunca servirse dos veces
-    Comer sentado
-    No picotear
-    Tomar mucho líquido
-    Concentrarse en la comida y no hacer otra cosa al mismo tiempo
Lo ideal es dejar de actuar y de pensar como suelen hacerlo las personas obesas y comenzar a pensar y comportarse como lo hacen los flacos.

Fuente: “Psicología positiva”; No.23; “Cuestión de peso”; Dra. Sofía Garay, Instituto Inepa; “Dime como comes y te diré por qué no bajas”; equipo de la clínica del Dr. Cormillot.

Ceguera psicologica

Hay un texto de Freud de 1910, llamado “La perturbación psicógena de la visión según el psicoanálisis”.
Digamos que más allá de la risa que puede provocar este personaje, portando ese síntoma de ceguera, lo que se ve en la clínica freudiana especialmente (de la que sabemos por las publicaciones de los casos de Histeria), se sufre de eso; no es un invento del guionista de la serie televisiva en cuestión.


Es en todo caso, un invento de la histeria. No digo “una mentira de la histérica”, una farsa. Digo, me refiero a que es, en todo caso, una invención del sujeto histérico.
Hay que recordar que justamente el psicoanálisis nace de la convocatoria de estas enfermas a que se les de un saber sobre lo que les ocurría. Freud, como les dije en algún momento, les creyó.
Este texto del que les hablaré es una contribución que Freud hiciera para una revista que hacía un homenaje a un oftalmólogo amigo suyo.
Si bien, en una carta a Fliess, Freud dice que es algo que no tiene mucha importancia, es la primera vez que él acuña el concepto de “pulsiones yoicas”, homologándolas a las “pulsiones de autoconservación”, teniendo así un papel primordial en la “operación de represión”.
En este texto Freud recuerda lo que la escuela Francesa de psiquiatría sostenía sobre la causa de las “cegueras histéricas” (perturbación psicógena de la visión). Y decide demostrar el efecto del método psicoanalítico sobre tal afección.
Mediante la hipnosis, método que en su momento ensayó Freud y luego abandonó (por su ineficacia para sus fines) se podía producir esa representación de estar ciega. Aún así, confirma Freud, esto también se podía producir por “autosugestión”; es decir, no hacía falta el hipnotizador. Pero en los dos casos se podía comprobar también que tal representación tiene tal intensidad que es real. Y la asimila a la alucinación histérica y a las parálisis, entre otras afecciones histéricas.
Aquí mismo Freud dice que no se puede entender tales fenómenos sin apelar al concepto de inconsciente.
Freud considera en este texto que ese síntoma tiene que ver con que hay representaciones inconscientes anundadas a esa representación conciente de “no ver”.
Y que el psicoanálisis verifica que esas representaciones que encierran cierto placer (inconscientes) entraron en conflicto con otras más fuertes (las yoicas) y por eso se reprimieron.
Es decir, el síntoma aparece como resultado de un conflicto entre pulsiones.
Con Lacan, podemos decir que el cuerpo de la histeria, el cuerpo histérico, es lo que mejor verifica y denuncia el desajuste entre las palabras (el lenguaje) y el cuerpo. Entre lo que es el cuerpo que le devuelve el espejo, y lo específicamente orgánico.
Esa fragmentación, ese desconocimiento del cuerpo del que tenemos nota por los relatos de pacientes, es notable -aunque también es posible verificarlo en la cotidianeidad de comentarios tales como “no me reconozco”, etc.
Esa “complacencia somática” de la que hablará Freud, Lacan la retoma como un “rechazo del cuerpo”.
En la ceguera histérica, síntoma que nos ocupa hoy, el cuerpo se disputa entre la autoconservación (las pulsiones del yo) y un goce pulsional fragmentado.
Y hay así un órgano que funciona emancipadamente. En este caso, la visión.


Fuente : http://psicologia.laguia2000.com

La Mudanza

Una mudanza puede generar un alto nivel de estrés, porque más allá de los avatares que ocasiona el hecho de tener de desarmar una casa y armarla en otro lado, es una situación de cambio, de desprendimiento y de temor a la incertidumbre que crea un nuevo comienzo en otro lugar.
A veces mudarse es necesario, porque la familia crece o mejoran las condiciones de vida, o porque existe una oportunidad de trabajo que exige un traslado, o bien porque hay que achicarse porque el dinero no alcanza.
El estrés no comienza en la mudanza sino mucho antes, ni bien se vislumbra la posibilidad de tener que mudarse a otro lado y comienzan a aparecer los miedos, miedo al cambio, a lo desconocido, a equivocarse, a estar peor que antes.
Para los que se dedican a investigar las causas del estrés, las mudanzas se encuentran en tercer lugar después del duelo o de un despido, porque deja a la persona agotada físicamente y emocionalmente perturbada.


En estas circunstancias, lo mejor es tratar de enfocarse con entusiasmo a la tarea, mantener el equilibrio y la armonía familiar, intentar hacer placentero el traslado y organizarse con tiempo, conservando el optimismo y teniendo una actitud positiva.
Los cambios, aunque sean difíciles y dolorosos, nos ayudan a crecer, y un cambio de domicilio particularmente puede motivarnos a cambiar nuestro estilo de vida, a renovarnos, a mejorar las relaciones, a salir de la rutina y a abandonar antiguos e indeseables hábitos.
Visualizarse en el nuevo lugar de residencia en óptimas condiciones, con todo arreglado y sintiéndose muy satisfecho, puede ayudarnos a relajarnos y vivir esa situación con menos estrés.
Una mudanza nos permite deshacernos de lo que ya no nos sirve, que no pudimos tirar y la oportunidad de empezar de nuevo y de atreverse a ser diferente.
Para reducir el estrés es conveniente solicitar a la empresa de mudanzas el envío de los canastos con anticipación para ir embalando con tiempo, las cosas que no se van a usar.
Es un buen momento para pedir ayuda, tanto a familiares como a amigos, que seguramente desearán hacerlo e incluso hará que el trabajo sea más rápido y divertido.
Es mejor despejar el área de niños y de mascotas y que la tarea la desarrollen solamente los adultos y estar dispuestos a enfrentar imprevistos sin ponerse nerviosos, porque es difícil pretender controlar todo.
Es necesario aceptar que durante un tiempo habrá desorden, que será difícil encontrar algo, que se perderán cosas, que se sentirán extraños en su propia casa, que el supermercado queda más lejos de lo que imaginaban, que no hay lavaderos cerca, que el colegio cercano no tiene vacantes, que la nueva casa parecía más grande, que no les entran los muebles o que no tendrán gas durante quince días.
Es práctico hacer una valija con lo indispensable para no tener que estar desarmando canastos para encontrar algo.
Lo peor en estos casos es pretender tener todo bajo control, porque eso es imposible, ya que en una mudanza hay que depender de muchas personas, no solo para el traslado de los muebles sino también para realizar las adaptaciones necesarias en el nuevo domicilio para hacerlo habitable.
Lo mejor es entregarse, dejarse llevar, no oponer resistencia a las adversidades aceptando lo inevitable y no dándole importancia a los detalles, para que esta experiencia sea productiva y deje un aprendizaje.


Fuente: http://psicologia.laguia2000.com

Errores que terminan con el Amor

Es difícil renunciar a una ilusión, pero más difícil aún es desligarse de una relación peligrosa.

La vida y la experiencia nos enseñan que no se puede vivir de ilusiones y que hay que aprender a tomar decisiones más saludables.

La ilusión puede hacer que una persona se enamore sin tener en cuenta lo que le dice la razón; y lamentablemente esto es lo mismo que arrojarse al vacío sin red.

A algunas mujeres de pronto se enamoran, creen que les gusta alguien desesperadamente y en esas condiciones se entregan a él sin querer verlo como realmente es. No les importa que tome demasiado alcohol, que consuma drogas, que no trabaje, que sea inestable, que no tengan nada en común, que tengan objetivos distintos y también actitudes violentas.

Cada persona es responsable de su destino, porque aunque es probable que sus circunstancias ayuden a forjarlo, el resto, que es mucho, dependerá de sus decisiones.

Una vez que se comete un error, es difícil volver atrás y borrar todo lo que hicieron, porque se desencadena una serie de acontecimientos que no se pueden evitar pero que se podían haber previsto y que seguramente obligue a pagar un alto costo y haga sufrir a las personas que se aman.

Los costos de las ilusiones perdidas son altos, porque se ha perdido el tiempo y el tiempo es oro; luego, también provocan sufrimiento, depresión, desesperanza y desconfianza en cualquier otra posible relación, que aunque sea diferente va a ser el vínculo que pagará injustamente por la desilusión anterior.

Una relación compromete a una persona tal vez por mucho tiempo, porque si decide terminar con ella no será fácil si el otro no está de acuerdo; y es imposible hacer borrón y cuenta nueva sin pensar en las consecuencias.

Vemos todos los días que la crónica diaria está más nutrida de venganzas que se podían haber evitado, que de otros delitos. Esto nos revela que no se puede jugar con fuego, porque la crueldad de la gente cuando ha sido ofendida o rechazada puede no tener límites.

La baja autoestima hace creer a ciertas mujeres que no tienen opción, que tienen que aceptar al primero que se presenta sin demasiadas pretensiones, sin embargo, en esa elección puede estar en juego su propia vida.

Parecen no darse cuenta que no siempre a un armonioso cuerpo físico le corresponde un alma noble, y que precisamente esa condición puede predisponer a aprovecharse de esos atributos y jugar con las mujeres.

A veces son los hombres los que caen en las redes de una mujer que en un primer momento los apasiona pero que luego los desilusiona, cuando se vuelven posesivos y celosos y pretenden que no trabaje y que se quede encerrada en su casa.

Por esta razón, saber elegir es un don muy preciado, porque garantiza mayor estabilidad y bienestar duradero y porque además, aleja la desilusión y el dolor; y previene la desesperanza.

Muchas mujeres creen que pueden cambiar la forma de ser de un hombre y esa creencia es su mayor riesgo, porque nadie puede cambiar a otra persona, sólo se puede cambiar uno mismo; simplemente porque el cambio tiene que ser con convicción y nunca lo provoca algo externo, sino que tiene que venir desde adentro.

Fuente: http://psicologia.laguia2000.com

Paz Interior

La paz interior es el triunfo sobre la mente inferior, sobre los deseos y los anhelos y depende de uno mismo Es inútil buscarla en las cosas o en cualquier fuente externa.

La paz interior es la liberación de toda perturbación, de la ansiedad, la violencia, el descontrol y la agitación. Es el fin de la lucha contra los otros y también contra uno mismo.

El que tiene paz interior está libre de conflictos, porque no se encuentra dividido y no necesita muletas ocasionales ni apoyos.

El hombre tiene el derecho de vivir en paz, porque ese es su estado natural, sin embargo, aunque todo el mundo desea la paz es difícil mantenerla.

Solamente los sabios, las personas bondadosas y los santos tienen el corazón en paz, porque han logrado controlar sus sentidos y su mente inferior.

Los enemigos de la paz son las emociones negativas como las pasiones, los celos, la envidia, el odio, el orgullo y el egoísmo; porque son los deseos mundanos los que producen inquietud y conflictos.

La paz interior no se puede comprar ni la puede lograr nada externo, puede ser la condición de un desposeído y una quimera para un rico.

Todo lo que nos rodea es efímero y cambia permanentemente, porque está condicionado por el tiempo, el espacio y la ley de causalidad. Es imposible tener seguridad plena en el afuera, que nos permita vivir en una paz duradera, solamente el silencio interior hace que cualquier dificultad que perturba nuestro equilibrio, desaparezca.

La paz permite el crecimiento y el desarrollo, y es el bien más preciado por todos que permite acceder a la dimensión espiritual; y solamente de la paz puede surgir la verdadera civilización.

La paz es el estado natural del hombre que permite el equilibrio interior, resuelve las dificultades y hace posible el crecimiento y el desarrollo.

La vanidad produce roces y peleas y arrastra al hombre a pretender reformar la sociedad sin haber empezado primero por estar en paz consigo mismo.

La paz del mundo no es un asunto externo, porque empieza en la interioridad de los individuos y no con armamentos cada vez más sofisticados que amenazan la vida en la tierra.

Si el individuo se reforma a sí mismo la sociedad se reforma por sí sola; y esta es la única garantía de paz absoluta en forma definitiva.

Para tener paz interior hay que perdonar, porque el perdón libera de la más pesada de las cargas y proporciona libertad auténtica.

El perdón es un proceso interno que nos libera del pasado y nos permite evolucionar.

El perdón es salud, autorrealización y crecimiento interior; termina con el miedo, el odio y el sufrimiento y le abre el camino al amor, que es una energía firme, serena y compasiva que hace surgir las mejores posibilidades, capacidades y recursos.

Sólo el que tiene paz interior puede ser bondadoso, porque no tiene que defender ningún interés egoísta y está libre de las ilusiones de su entorno.

Fuente: Centro Internacional de Yoga Sivananda Vedanta