Esnobismo: ¿Por qué aparentan lo que no son?


Los esnobs viven de su apariencia y de la moda. Son esclavos de los dictámenes de los sectores distinguidos de la sociedad a quienes regalan su identidad. En esta nota, escubra por qué se comportan de este modo y cómo hacer para recuperen la esencia de su ser.

Desde el sentido común, utilizamos esta palabra cuando alguien realiza un comentario exótico o cuando busca estar a la vanguardia en algún campo específico. Si viajamos algunos siglos hacia atrás, existen referencias que en el siglo XVIII y XIX la palabra snob/ esnob era usada como abreviatura de “Sine Nobilitate” que, en latín, significaba “sin título nobiliario”.

Este término se utilizaba para referirse a los ricos sin credenciales hereditarias pero que aspiraban a un título de nobleza. Con una orientación similar, esta palabra (s/nob) se agregaba al nombre de los estudiantes que ingresaban a las universidades inglesas de Oxford y Cambridge cuando estas comenzaron a admitir alumnos de procedencias sociales que no eran nobiliarias, pero que deseaban recibir instrucción de alto nivel.

Desde ese entonces se utiliza para referirse a la gente que trata de aparentar más de lo que es. También se utiliza para las personas que están demasiado pendientes de los dictados y adelantos de la moda y desdeñan a personas que consideran inferiores y adulan a los que piensa superiores.

El arte de saber “lo que se usa”
Estas personas suelen imitar con afectación las maneras, opiniones, etc. de aquellos a quienes consideran “distinguidos” en la sociedad. Con lo cual, en realidad, demuestran un buen grado de superficialidad, falta de identidad y de autoestima. En un nivel más profundo desconocen quiénes son y qué quieren en la vida: consumen, copian y muestran lo que dicta la moda del momento.

De esta forma, asistir a exposiciones de arte, leer literatura de vanguardia, ser un gran conocedor de los misterios del vino, tener una página propia en Internet, viajar, o acudir regularmente a practicar la gimnasia de moda, se cuentan entre las actividades preferidas de este grupo de personas.

La distinción

Esta suerte de distinción que este tipo de personalidades busca puede ser manifestarse solo en algún aspecto de su vida, es selectiva. Por ejemplo, se puede ser esnob en relación a los autores y títulos que lee pero no en mi forma de vestir…. lo cual también es un esnobismo. Existe también una moda que dicta “hago que mi apariencia no me importa pero cultivo mi intelecto”

El aparentar es, con frecuencia, una forma de buscar ser destacado por lo superficial, en la inseguridad de la valoración de sí mismo desde la integridad de nuestro vivir. Erigimos máscaras que esperamos crean los demás y que, al final de cuentas, terminamos creyendo nosotros mismos.

Este modo de superficialidad se manifiesta en nuestro cuerpo: en ciertas modas del pelo, en la adopción de estilos, en cómo usar la ropa… Sin embargo, en profundidad, todo esto es signo de la insatisfacción respecto de uno mismo lo que implica pérdida de la propia identidad.

Todo esto se manifiesta en forma más dramática en los adultos jóvenes que necesitan modos de aparentar y de consumir para sustentar la afirmación de su propio ego. Este tipo de personalidades dependen de la mirada de los demás y esto hace que las apariencias frente a ellos revistan, en nuestra sociedad, una importancia desmesurada y alienten la superficialidad del vivir.
Pero… ¿Y por qué lo hacen?

¿Se comportan de este modo porque repiten conductas del grupo social al que pertenecen o porque con su comportamiento buscan corresponderse con un grupo legitimado? Esta es la eterna pregunta del huevo y la gallina. Si una persona quiere de manera forzada pertenecer a determinado grupo, va a hacer todo lo posible en parecerse a los miembros del mismo. Pero también, el grupo de pertenencia tiene mucha fuerza y, si la persona no es muy segura de sí misma, va a mostrarse como parte del mismo, aparentando lo que no es ante los demás.

La apariencia es primordial

El problema principal que enfrentan estas personalidades es que no poseen metas más allá de “vivir para parecer” olvidando completamente que una persona “vive para ser”. Por fundar todos sus proyectos de vida en el presente, sus realizaciones personales se dilatan indefinidamente o, lo que es más triste, ni siquiera se reconocen. Solo interesa el instante y ello se traslada al vivir diario. El verdadero valor se traslada a lo que se muestra y no por lo que somos

Centrarnos en nosotros y no en nuestra apariencia
Volver al ser: como toda la atención se concentra en el presente es importante recuperar una pregunta esencial: ¿Quién soy? ¿Qué quiero?
Nuevas relaciones: Ampliar el grupo de pertenencia, haciendo amigos nuevos con intereses diferentes.
Concretar objetivos: Hacer una lista con metas a las que uno aspira, tildando las que se van logrando.
Someter a revisión: Cuestionarse el proyecto de vida.
Observar críticamente: Ver a sus amistades como un espejo de cómo es uno mismo y preguntarse si está conforme con lo que percibe.
Buscar otras opciones: Intentar buscar modelos distintos con los cuales identificarse, esta vez consciente y voluntariamente.

Sugerencia del especialista

Esencias florales de Bach y de California

La especialista propone una lista de flores para tratar este problema y nos aclara que cada fórmula es personal y habrá que elegir 7, o como máximo 9 flores para componerla.

Larch: para la autoestima, ayuda a no creer que lo que poseen los demás vale más que lo propio.

Mimulus: para personas tímidas7 y apocadas. Ayuda en los miedos definidos.

Cerato: para aquellos que piden consejo a todo el mundo y finalmente no pueden decidir qué hacer frente a tantas opiniones

Walnut: para personas hipersensibles que absorben todo del medio, como una esponja. ayuda a cortar con aquellas cosas con las que uno quisiera terminar. permite entrar en una nueva etapa evolutiva.

Centaury para poder decir que no sin temer que lo dejen de querer.

Mountain pride para tener fuerzas para luchar por lo que uno quiere.

Goldenrod para poder ser uno mismo, recomponer la identidad, saber qué quiere, quién es, adónde va.

Fairy lantern ayuda a madurar, a crecer y dejar atrás las actitudes infantiles.

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