Terapia de Pareja
Dos miradas se encuentran un día en cualquier lugar; y dos vidas pueden cambiar en poco tiempo.
El amor inunda la vida de color y sabor y todo parece diferente; cada minuto la mente se mantiene concentrada en un solo pensamiento y sólo se anhela una presencia, la de la persona amada.
Al principio todo es color de rosa, no hay ni un si ni un no, parecen coincidir en todo, y sólo se desea compartir la dicha de estar juntos.
Poco a poco comienzan a conocerse mejor y aunque el amor sea selectivo y se empeñe en idealizar al otro, suelen aparecer en poco tiempo algunas características individuales que pueden llegar a desconcertar.
Idealizar al otro es un mecanismo que no permite ajustes de ningún tipo, y la imagen pretende cristalizarse como una entelequia y permanecer inmodificable en forma permanente; ya que es difícil renunciar a ella, porque las personas se enamoran más de una idea que de una persona real y concreta.
Las desavenencias iniciales es algo sin importancia, que se traslada al desván de los recuerdos no deseados, pero que permanece robusto y en buen estado, listo para emerger rozagante ni bien la conciencia lo reclame.
La convivencia es la prueba de fuego, porque exige renunciamientos, y aunque el amor sea muy grande, el propio ego lucha para hacerse su lugar y no perder terreno; y todas esas diferencias que más los conmovió ahora los separa.
Porque está en juego la propia autoestima al creer que ceder es perder y negociar claudicar.
Una terapia de pareja se inicia cuando prácticamente el vínculo está deshecho. Es el último refugio del desencuentro de dos personas que hasta no hacía mucho tiempo creían amarse, se reían de los defectos del otro y disfrutaban de momentos felices.
Enamorarse de alguien es verlo como un ser diferente a todos los que se han conocido, es sentir una maravillosa sensación en el estómago en cada encuentro, es no ver los defectos.
Ese tipo de amor puede durar mucho tiempo e ir creciendo para transformarse en una verdadera relación basada más en la persona total que en el sexo.
Mantener a una pareja es más difícil que la misma conquista, porque se requiere estabilidad emocional, criterio sensato, paciencia, tolerancia y buenos sentimientos.
Amar a alguien es querer su bien, sin dejar de lado el amor y el respeto a si mismo.
La terapia de pareja se centra en escuchar a ambos y observar cómo se comunican, descifrar los silencios y todo lo que digan que puede significar otra cosa.
En la primera etapa de convivencia se manifiesta la lucha por el poder. Acostumbrados a la manipulación, los seres humanos necesitan poder para sentirse más seguros.
Una pareja es un ejemplo en miniatura de sociedad democrática donde existen reglas que cumplir y derechos que respetar.
El terapeuta puede registrar en las entrevistas quién es el dueño del poder y quién ocupa el lugar del súbdito con deseos de destronar al rey y quitarle su lugar; y el rol del psicólogo es señalar esa situación y brindar alternativas.
Es necesario que comprendan que el respeto por el otro implica aceptarlo como es, permitirle una vida propia y dejarlo crecer.
Casarse no significa monopolizar la compañía del otro para siempre, porque una pareja bien avenida puede tener amigos que no sean comunes y mantenerlos.
El casamiento no significa reducir el mundo, sino que al contrario debe brindar espacio para tener también una vida propia.
El espacio es el oxígeno que aviva el fuego, porque cuando una persona se siente libre y amado puede brindar más amor.
No se trata de pretender libertad para ser infiel, porque ambos se han prometido fidelidad mutua, sino para que cada uno desarrolle todo su potencial y haga lo que le guste, aceptando las limitaciones de su compromiso. Porque cuando uno respeta las limitaciones las trasciende.
Casarse es un estado civil y no una condición para estancarse en la vida y vegetar.
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