El Reloj Biológico
Los experimentos realizados con voluntarios para comprobar la influencia de los estímulos externos en los ritmos biológicos dieron como resultado que se deterioraban durante un período prolongado sin estas indicaciones del exterior.
Los participantes en esas experiencias fueron aislados en amplias celdas confortables a nueve metros de profundidad, que carecían de luz solar y de ningún indicador del tiempo.
En esas condiciones se pudo observar después de cuatro meses, que el sentido del tiempo se alteraba totalmente, los movimientos del cuerpo se tornaban más lentos, el trabajo que hacían durante el encierro se prolongaba durante treinta horas seguidas y las horas de sueño se extendían a casi veinticuatro horas. Además, los intervalos entre comidas se extendieron y perdieron muchos kilos de peso.
El período menstrual de las mujeres se interrumpió por completo y cuando salieron creyeron que había pasado solamente la mitad del tiempo.
Todos tenemos un reloj biológico que mantiene las funciones de nuestro cuerpo adaptadas a diversos ritmos naturales.
Es evidente que el ritmo que determina nuestro sueño y nuestro despertar se rige más o menos por el Sol, y la mayoría de nuestros ritmos más conocidos, de hambre y sueño se repiten diariamente. Estos son los ritmos denominados circadianos.
Hay también ritmos mensuales para diversas formas de vida en la costa, al subir o bajar más las mareas, de acuerdo con las posiciones relativas de la Luna y del Sol. También hay ritmos anuales que determinan fenómenos tales como la migración de las aves y de otros animales al cambiar las estaciones. Los seres humanos también los tenemos de esta clase pero no son tan perceptibles como los ritmos diarios.
Algunas personas que emigran a países sin variaciones de temperaturas, pueden sufrir problemas sanguíneos por falta de adaptación.
No sólo los ritmos de comer y dormir fluctúan diariamente sino también lo hacen el humor y las actitudes. Suele ocurrir que si nos despertamos de madrugada y nos acordamos de un problema particular, puede parecernos insuperable, en cambio, si lo consideramos a la mañana puede llegarnos a parecer hasta trivial. No es el problema lo que ha cambiado sino nuestro estado de ánimo.
La reacción de una persona a los medicamentos varían según el ritmo circadiano y la medicina comienza a tenerlo en cuenta a la hora de prescribir medicamentos.
El ritmo no es necesariamente el mismo en la gente. Existen personas “de mañana,” y personas “de noche”, pero todo aquello que trastorna el ritmo puede reducir considerablemente la eficacia.
Por ejemplo, los cambios de horarios en el trabajo pueden provocar dificultades de reacción en casos de emergencias, y los viajes largos hacia el este o hacia el oeste, provocan cambios de hora local muy diferente de aquella desde donde se partió, provocando lo que llamamos “jet lag” por lo cual se recomienda a los viajeros abstenerse de tomar decisiones importantes hasta que se acostumbren al nuevo ritmo.
En el espacio, los astronautas estarán privados de los estímulos exteriores de la tierra, por lo tanto, conociendo las consecuencias que provocan las alteraciones de los ritmos naturales en los seres humanos, será necesario establecer una alternancia artificial de día y noche similar a la de nuestro planeta.
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