Contar chistes malos puede ser perjudicial para la salud


Antes de contar un chiste, mejor piensalo dos veces, ya que si el chiste no cae en gracia, la audiencia puede abuchearte y hostigarte hasta aplastar tu autoestima.

En una de sus investigaciones , Nancy Bell, lingüista de la Universidad Estatal de Washington ha encontrado que contar chistes malos llena a los oyentes de molestia y que el bromista suele convertirse en objeto de hostilidad por parte de los mismos, provocando miradas desaprobadoras, insultos y hasta pequeños golpes en el brazo.

La hostilidad se manifiesta en la forma de exclusión social o incluso de humillación del mal bromista. Ojo que no estamos hablando de chiste malos en el sentido de que tengan material ofensivo sino de chistes que todos consideramos simplemente malos, así, a secas.

La investigadora Nancy Bell, por ejemplo, usó para la citada investigación un sencillo chiste que puede traducirse así:

¿Qué le dijo una chimenea grande a otra pequeña? “Nada, pues las chimeneas no hablan”

Para llevar a cabo el experimento pidió a estudiantes voluntarios que contaran el chiste de la chimenea en cada ocasión que tuvieran. Así el chiste se contó en 207 conversaciones.

Durante la investigación la mayor parte de las respuestas de los oyentes a esta chiste incluyeron insultos, miraditas de reojo, silencio y hasta bufidos. Más hostil era la respuesta cuanto más cercana era la relación entre bromista y oyente.

“Cuando el humor falla en su objetivo (generar risa) produce hostilidad en el oyente” explica Bell. ¿Ahora bien porque ocurre esto? Según la investigadora hay dos razones principales:

En principio cuando un chiste malo interrumpe el curso de una conversación normal y no logra provocar risa, esta falla es sentida como una ruptura del contrato social, con lo cual castigar al bromista es una forma de sanción para desalentar esa misma conducta en el futuro

Por otro lado una broma tonta es sentida como un insulto para la capacidad intelectual del oyente y a nadie le gusta sentirse insultado.

Los hallazgos de Bell no resultan sorprendentes para los cómicos profesionales, que saben muy bien que a veces el asunto del humor puede ponerse feo. En Internet se pueden encontrar vídeos de humoristas como Pauly Shore y Jim Jeffries siendo atacados en el escenario.

Vía | LiveScience

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