El engranaje detrás de una mente obsesiva

La ansiedad es la razón de fondo detrás de las conductas repetitivas de un obsesivo. Ellos se inquietan ante la posibilidad de enfrentar situaciones imprevistas, riesgos o las simples contingencias de la vida. Esto los lleva a crearse rutinas. De esta manera, las cosas son más predecibles y pueden centrar su atención en lo que sí les importa, sin distraerse en temas irrelevantes. Según el sicólogo británico Simon Baron-Cohen, mientras las personas comunes se inclinan en sus vidas a funcionar en términos sicológicos de empatizar y conectarse con los demás; los obsesivos se vuelcan a desentrañar cómo funcionan las cosas...

Así, mientras los demás buscan formarse conceptos globales para entender el mundo, el obsesivo tiende a disfrutar y enfocarse en los detalles. Esta minuciosidad los lleva a ser maniáticos del orden, cada cosa en su lugar y correctamente colocada.

Esta forma de ver las cosas, cuando se despliega en el trabajo, produce talentos como Charles Darwin, Marie Curie o Mozart. Personajes que, de paso, al no ser muy hábiles en lo social, se refugian en la actividad que desempeñan a tiempo completo.

Lo importante es que esto crea un círculo virtuoso: al focalizarse en la actividad que los apasiona y para la cual tienen talento es muy probable que obtengan buenos resultados. Esto lo motiva a seguir adelante, a buscar que cada minuto del día sea productivo.

SOBRECARGA DE ESTÍMULOS

Otra característica del cerebro del obsesivo es que es muy sensible al ambiente y se siente bombardeado por estímulos. Pueden molestarse con los ruidos o luces muy brillantes.

Esto los lleva a aislarse, a crear sus propios ambientes que les permitan funcionar con comodidad. Rehúyen los lugares muy concurridos y se sienten a sus anchas estando solos o con pocas personas.

En esta tranquilidad, logran tener un máximo de atención y motivación en lo que hacen. Ambas se consideran las funciones cerebrales más avanzadas, que alcanzan su máximo desarrollo sólo en la especie humana.

Al disponer de ellas, el obsesivo trabaja en forma incansable. Así destacan con facilidad en lo que hacen, y su oficio logra ser algo significativo o francamente genial.

NI TRIUNFALISMO NI DEPRESIÓN

Son todos estos rasgos los que permiten a estas personas lograr buenos resultados y trabajar a largo plazo sin agotarse. Difícilmente cometen errores y cuando lo hacen son autocríticos implacables y, si es necesario, cambian de rumbo.

En el caso de Bielsa, siendo jugador de fútbol y pese a integrar la selección de su país, se consideró un fracaso. Por esto se retiró en 1980 e inició la carrera de preparador físico.

No se dejan espacio ni para triunfalismos ni para deprimirse. Lo suyo es trabajar incansablemente para lograr lo que se han propuesto.

EL ROL DE LA SEROTONINA

Estudios recientes en estas personas han demostrado que la ansiedad que sienten -que actúa como motor de su comportamiento- se produce por un cierto déficit de serotonina. Este es un neurotransmisor que logra calmar la ansiedad, lo que no sucede en el obsesivo, porque no dispone de la cantidad suficiente.

Esto se debería a una posible mutación genética, la que aún es investigada. En todo caso, existe certeza de que esta característica de la personalidad se hereda en parte importante -más del 50%-, según estudios realizados en gemelos.

A esto se suma el ambiente: padres exigentes que transmiten a sus hijos la obsesión por el trabajo bien hecho, probablemente generarán un adulto obstinadamente focalizado.

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