Aceptar a las madrastras y padrastros


Muchos niños se niegan a aceptar esta figura ante el sentimiento de traición a los padres biológicos

La imagen de los padrastros y, sobre todo, de las madrastras, suele estar unida a connotaciones negativas y, a menudo, estereotipadas. Con frecuencia los menores les ven como usurpadores del puesto que ocupan su padre o madre biológicos y relacionan a esta nueva figura con una fuente de problemas y competencia. Son muchos los pequeños que se niegan a quererlos porque sienten que al mostrarles afecto traicionan a sus progenitores. Además, la aceptación se complica cuando la llegada de esa figura se produce tras la muerte del padre o de la madre. La clave, aseguran los psicólogos, es ser pacientes y conceder a los niños el tiempo que necesiten para descubrir que esta nueva persona no es un nuevo padre o madre, sino un miembro más de la familia que ayudará a reconstruirla y formar un hogar.
Por MARZO, 2006
8 de marzo de 2006
Cómo afrontar su llegada

La llegada a la familia del padrastro o madrastra casi nunca es fácil. El primer impulso de los niños suele ser de rechazo a esta nueva figura y el problema se agrava cuando el padrastro o madrastra aparece tras la pérdida del padre o madre biológicos. A lo largo de la historia los cuentos han presentado a esta figura como un ser malo, empecinado en alejar a los niños del lado de su padre y sin ningún sentimiento de amor, una imagen que parece haber calado en los más pequeños generación tras generación. Asegura la psicóloga Sara Raquel Vegas que para un padrastro o madrastra es difícil hacerse querer. "Más aún -afirma- cuando el niño tiene alrededor de cinco años y uso de razón, porque entonces la llegada no la suelen aceptar de ninguna manera".

"Cuanto mayores sean los hijastros, más difícil les resultará la adaptación al padrastro-madrastra", explica Álvaro Cabo Rivas, psicólogo clínico del Gabinete Psicológico GOP. "En primer lugar, porque llevan más tiempo con un modelo anterior y, en segundo lugar, porque cuando se trata de adolescentes que están intentado independizarse de la familia, les cuesta aceptar que la nueva pareja esté intentando reconstruirla". En este último caso, puede ocurrir que muchos padres y padrastros sin información confundan esta actitud de independencia del adolescente con el sabotaje de éste a la nueva pareja. "Más que por el deseo de no querer ver a sus padres, a los adolescentes les disgusta vivir en dos casas porque normalmente les impide mantener la relación con sus amigos. Esta actitud suele ser entendida por los progenitores como una muestra que no les importan o que están enfadados con ellos, en lugar de entender que a esta edad el grupo de amigos tiene mucha importancia. Además, es importante aclarar que muchos de los problemas que plantea el adolescente en la nueva familia los plantearía igualmente en la familia primaria", precisa Álvaro Cabo.



Concretamente, a los pequeños y pequeñas les cuesta entender aún más la necesidad de sus padres por rehacer su vida tras una separación, un divorcio o una pérdida, pero tampoco es fácil para los progenitores ya que, según explica Carlos Gayoso, psicólogo de la Asociación gallega de Padres y Madres separados, "el padre o la madre biológicos se pueden sentir inseguros y con miedo a perder el protagonismo". El especialista considera que en estas situaciones lo ideal es que "los dos padres biológicos estén de acuerdo en la nueva relación y que luego se la expliquen al niño conjuntamente". Lo fundamental es hacer entender a los hijos, y a los propios padres y madres, que una de las partes o ambas han rehecho su vida sentimental, pero que esa situación no afectará "para nada", recalca Gayoso, a la relación entre unos y otros. "Lo que sí hay que entender -subraya Cabo-, es que una vez que los niños entran en una familia donde se encuentra a un padrastro-madrastra ésta ya es, al menos, su tercera estructura familiar: la primera ha sido la de sus progenitores y la segunda es la que han vivido con sus padres separados".

El psicólogo considera que la facilidad o dificultad con la que el niño acepta la nueva figura del padrastro-madrastra es directamente proporcional al modo en que esta figura ha sido introducida en su vida. Los niños tienden más a actuar que a explicar cómo se sienten y necesitan saber que van a recibir la atención del padre o la madre a pesar de que éste tenga una nueva pareja. "Los cambios suelen generar inseguridad y desconcierto",

Los cambios suelen generar inseguridad y desconcierto

por ello deben introducirse lo más gradualmente posible. Para un niño tener dos hogares es como tener dos nacionalidades: resulta ventajoso salvo que los países entren en guerra", advierte.

Sin embargo, en toda esta situación quienes siempre juegan un papel principal son el padrastro y la madrastra. La actitud que tengan ante el niño será vital para que éste les acepte o rechace con más ahínco. No es sencillo saber cómo comportarse porque cada niño es un mundo y reacciona de una manera, pero los expertos aconsejan que padrastro y madrastra se deben comportar de acuerdo a su personalidad y su forma de ser: una nueva figura adulta en el hogar y en la vida de los niños. Para el doctor Cabo, eso excluye ser un amigo y ser un padre (los hijos ya tienen un padre). "El padrastro no comparte con el resto de los miembros de la familia muchas tradiciones, costumbres, ni los recuerdos de una historia en común, y debe esperar el transcurrir del tiempo y vivencias compartidas para poder generarlas y sentirse un "miembro de pleno derecho". Incluso en el caso de un padre o una madre que nunca ve a sus hijos o que incluso haya fallecido, siempre formará parte del pasado de los hijos y éstos necesitan que se les permita tener un vínculo o recuerdos de él o ella", añade.
Consejos

Las siguientes consideraciones pueden servir, según Cabo, de pistas para que padrastro y madrastra encajen mejor en la familia y los niños y niñas no se vean nunca obligados a tener que elegir entre vivir "con papá o con mamá" porque no acepten al nuevo compañero o compañera sentimental:
Ser uno mismo, actuar con naturalidad y no representar el papel de "padre bueno" porque los niños ya tienen un padre.
Ser primero esposo-esposa y después padrastro-madrastra. La actitud de los pequeños puede influir negativamente en la relación de pareja.
No convertirse en padrastro-madrastra si no se quiere, pero es obligatorio ser honesto con los niños desde el principio.
Definir claramente su papel dentro de la familia, hacerse respetar y respetar a los demás.
No confundir 'querer a la pareja' con 'querer a los hijos de ésta', ni pensar que porque la pareja le quiere también le van a querer sus hijos.
Ser realista sobre su pasado y el pasado de su pareja y sus circunstancias.

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