Ayudar: Cómo este acto nos hace evolucionar como personas


Como cualquier arte, el acto de ayudar requiere talento e inspiración. También práctica, entrenamiento, un cierto tipo de actitud y esfuerzo. En esta nota, las autoras del libro “El Arte de Ayudar”, nos acercan al lugar de ayudadores y ayudados, y nos muestran cómo estos actos nos permiten conectarnos con el ser que somos.

Sin dudas a lo largo de la vida, una de las acciones que más contribuyeron a nuestro crecimiento interior, a superar obstáculos, y crecer como personas fue el hecho de ayudar y ser ayudados. Y como detallan Claudia Casanovas y Felisa Chalcoff en su libro “El Arte de Ayudar” (Gran Aldea Editores), “es la ayuda la que atraviesa toda nuestra existencia”.

En su libro destacan que es una acción que vemos cuando tomamos el conocimiento que nos transmite una persona más sabia, cuando nos lanzamos a sostener a un anciano que se resbala en la calle, o cuando seguimos con ternura a un niño que da sus primeros pasos: “Amar el ayudar y el ser ayudado es algo que se desarrolla entre pares, amigos, desde niños, y que puede durar toda la vida”, aseguran Casanovas y Chalcoff. Entonces, ¿Cómo lograr que su fin último sea el amor y el deseo de alivianar el deseo del otro?

¿Qué entendemos por ayudar?

La idea de ayuda se encuentra presente en las más variadas tareas, relaciones, y ocupaciones de nuestra vida. Pero ¿Qué es la ayuda?

Acompañar al otro en lo que sea que esté experimentando: A veces acompañar toma la forma de una pregunta oportuna, que sirve para ver con más claridad la situación, pone algo de luz en una confusión o situación crítica.

Otras veces estar con el otro silenciosamente es ayuda suficiente. Estar juntos en silencio a veces ayuda a conectar con lo que va más allá del ruido interno y externo, y encontrar una paz de la cual surge, como un manantial, una respuesta nueva. A veces lo que ayuda es un comentario, un cuento o una simple actitud.

Lo que nos ofrece el otro es la posibilidad de una mirada distinta, y si tenemos suerte, una mirada que nos lleva a reflexionar sobre el problema y sobre la vida desde una perspectiva más amplia; una actitud que nos permite ver con nuevos ojos.

Los beneficios de ayudar- La ayuda exitosa

¿Cuáles son las ideas de éxito y fracaso en relación con la ayuda?

Comúnmente se habla de éxito cuando se logran los objetivos propuestos, sean estos cosas materiales, conocimiento, poder o felicidad. Una manera común de evaluar una ayuda es según sus resultados: creemos que fue exitosa, si el otro realizó ciertos cambios; y que fue un fracaso, si no los logró. Por ejemplo, consideramos que fue una ayuda exitosa, si un fumador empedernido dejó de serlo; o que fue un fracaso, si una pareja finalmente se divorció o un enfermo se murió.

Pero desde la concepción de ayuda que proponen las autoras del libro, se puede decir que ha sido exitosa cuando logramos acompañar al otro y realizar el pequeño o gran acto que en ese momento es requerido. Cuando estamos dispuestos a hacer lo necesario, la armonía se encuentra en la adhesión de ese acto a la vida. Es decir, no habrá ayudas importantes o sin importancia; la importancia estará dada por la ley de la mutua necesidad y el mutuo beneficio que ese proceso estará manifestando.

¿Cuándo la ayuda fue exitosa para el ayudador?

Si nosotros como ayudadores logramos profundizar en el vínculo de amor y solidaridad y experimentamos el gozo de compartir.

Si aprendimos algo más de nosotros mismos, si pudimos expresar y desarrollar nuestras potencialidades y ampliamos nuestra conciencia.

Si crecimos en respeto y humildad y nos acercamos a reconocer nuestra esencia.

¿Cuándo la ayuda fue exitosa para el ayudado?

Si se logró conectar con su propia potencia y gozo de compartir

Si aprendió algo más acerca de sí mismo

Si desarrolló sus potencialidades, amplió su conciencia y se acercó, el también a reconocer su esencia.

¿Por qué ayudamos?

Tal vez el acto de ayudar sea una de las expresiones más profundas del amor. Y toda acción o acto, se inicia a partir de un impulso interno, una motivación. ¿Desde dónde surge el movimiento para el acto de ayudar? ¿Cuál es la fuente de donde parte esa ayuda?

Para el desarrollo de este tema, las autoras del libro se inspiran en “Las cinco motivaciones de la acción”. Así veremos cómo, inicialmente, el ser humano está motivado para actuar por y desde sus niveles más primitivos y elementales. Y a medida que vamos evolucionando, vamos cambiando el punto desde el cual parte nuestra acción.

Primer Nivel: Mi actuar puede estar motivado por la necesidad, la obligación y el esfuerzo. Si ayudo al otro es porque estoy obligado, pero no hay en ello amor ni elección consciente. Actúo porque necesito hacerlo y lo hago por un salario. Me quejo, me lamento, y siento que no me queda otro remedio.

Segundo Nivel: Puedo moverme por la autoafirmación, el sentido de importancia personal o el deseo de admiración. Aquí mi acción está motivada por el prestigio, la fama, y por atraer el amor de los demás. Si ayudo el otro es porque me sentiré mejor, superior y admirado. Tercer Nivel: Puedo moverme por el amor a lo que hago y la plenitud que ello me brinda. Aquí ayudo porque gozo ayudando. Soy feliz pudiéndolo hacer y lo hago por amor a la acción misma. Mi acción está motivada por el deseo de expresarme.

Cuarto Nivel: Me muevo por la voluntad profunda de servir a otro, de hacer un bien. Confío en que mi acción puede ser útil para la evolución de otros, para su bienestar y crecimiento. No siento que nadie esté en deuda conmigo porque lo haya ayudado. Aquí nace lo que podemos llamar la actitud de servicio: mi obra sirve para un fin superior.

Quinto Nivel: Me siento un canal de algo que me trasciende; comprendo que es la vida la que se expresa a través de mí. No soy yo como persona el autor de mis obras, sino que es el principio universal el que trabaja a través de mí como instrumento. Aquí ayudamos sabiendo que en realidad, es siempre la vida la que ayuda.

EL AYUDADO Y EL AYUDADOR

El Ayudado:

Persona que se coloca en el lugar de recibir.

Está dispuesto a cambiar, a aprender, a currarse.

Está en el lugar de quien necesita algo y lo pide

Cuenta con humildad, apertura y reconocimiento del poder del otro y del propio.

El Ayudador:

Se encuentra en el lugar del que ayuda, que colabora

Se predispone a dar su energía, amor e inteligencia al servicio del otro, para favorecerlo en su vida.

Guía de reflexión: Quién me ayudó en la vida

1.- Le proponemos una reflexión guiada: el ejercicio se desarrolla en tres tiempos. Haga una primera lista espontánea, sin orden cronológico, de las personas que más lo ayudaron en la vida. Y luego haga otra lista, en orden cronológico, de las personas que recuerde que lo ayudaron en las distintas etapas de su vida, durante los primeros siete años, y así yendo de siete en siete, hasta su momento actual. ¿Quién lo ayudó desde su nacimiento hasta los siete años? ¿Y de los siete a los 14? Y así sucesivamente. No es necesario que escriba demasiadas personas por etapa, ni que sea muy minucioso. Luego, cuando haya completado las dos listas, siga leyendo para continuar el trabajo.

2.- Escriba al lado de cada persona mencionada y listada:
De qué manera lo ayudó esta persona
Por qué considera que fue ayuda
Cómo o por qué le sirvió
Saque sus conclusiones sobre qué es lo importante para usted respecto de la ayuda.

3.- Le proponemos otras preguntas, cuyas respuestas pueden aportarle una mayor elaboración del tema:
¿Cómo está distribuida la ayuda que recibió con respecto a los sexos: fueron más mujeres o varones? ¿Tiene esto algún significado para usted?
Para algunas personas hay mucha diferencia respecto de cuánto y cómo recibieron ayuda de los distintos géneros. A veces se observa que la ayuda recibida del varón tiene características de guía, o sostén, y la ayuda recibida de la mujer, de nutrición o protección. O todo lo contrario.
¿Cómo es para usted? ¿Cómo se relaciona esto con aquello que recibió de sus padres? A veces, también se observa largo tiempo de recibir ayuda más de un género que de otro.
¿Puede observar en su historia y ver cómo sucedió y de qué dependía? Si ha recibido muy poco de uno de los géneros, ¿Puede relacionarlo con su historia familiar? ¿Y con su problemática actual con ciertos vínculos? El abordar este tema puede resultarle útil para la comprensión de su relación con el varón y la mujer.
¿Hay algunos períodos de su vida en los cuales recibió más ayuda que en otros?
Hay momentos y etapas en las cuales estamos muy abiertos para recibir ayuda, y un cierto tipo de ayuda; y otras etapas en las cuales estamos digiriendo lo recibido, o nos cerramos al mundo externo por algún motivo. Observar en su vida este aspecto puede ayudarlo a reconocer esta oscilación entre recibir y digerir lo recibido, y cómo es su ritmo de elaboración.
¿Cómo se encuentra en este momento con respecto a los ayudadores de su vida? ¿En paz, en conflicto, en contacto?
Con esta pregunta puede explorar qué le sucede con respecto a la gratitud, la entrega, el apego, el resentimiento, y el perdón, la distancia forzada que a veces ponemos con quienes nos ayudaron para poder separarnos de ellos, por ejemplo. Si bien constituye una buena resolución la de estar en paz y agradecidos para con quienes nos han ayudado, también es una valiosa parte del camino reconocer con sinceridad cuál es nuestra situación interna, la verdadera, no “la ideal” o ilusoria: aceptar la que es, aunque no sea muy agradable. A veces nos imponemos un decreto, por ejemplo de perdón o gratitud, que no se corresponde con nuestra real posibilidad y simplemente constituye una pretensión falsa. Si nos damos cuenta que hemos quedado resentidos, por ejemplo, ello puede abrirnos a la necesidad de aclarar algún tema, a facilitar un encuentro con alguien para conversarlo u otra acción oportuna. Darnos cuenta de que nos quedamos apegados y sin poder tomar distancia de quienes nos ayudaron en un momento, puede llevarnos a destrabar alguna situación pendiente, que como tal, pesa en nuestra conciencia.

Fuente: Libro “El Arte de Ayudar”, de Claudia Casanovas y Felisa Chalcoff, Gran Aldea Editores, 2009

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