La Culpabilidad


La culpabilidad se ha definido como un sentimiento de pecaminosidad, de hacer el mal, o de no dar el nivel correcto.



Dios creó en nosotros una conciencia, el discernimiento moral para evaluar nuestros actos nuestra conducta, en función del bien y el mal. Hay dos clases de culpabilidad: la real y los sentimientos de culpa.

La culpabilidad real se debe a la violación de la Ley de Dios. Esto es pecado. Puesto que es raro que el pecador esté dispuesto a enfrentarse a sus actos a la manera de Dios, para poder experimentar un alivio, sufre las consecuencias. En el Jardín del Edén, Adán y Eva fueron un ejemplo excelente de culpabilidad real. Su pecado (la desobediencia) dio como resultado su culpa.

Su relación con Dios estaba rota. Lo sabían y, por ello, los resultados fueron la enajenación y la convicción del pecado. Corrieron de delante de Dios, tratando de ocultarse, con el fin de no tener que afrontar las consecuencias de su conducta. Por supuesto, Dios los encontró. Intentaron negar su propia responsabilidad: Adán culpó a Eva (“¡La mujer que me diste!”) y Eva acusó a la serpiente (“La serpiente me engañó.”). Habían intentado también “cubrirse”, haciéndose delantales con hojas de higuera; pero Dios los acosó con Su pregunta: “¿Quién os dijo que estabais desnudos?” El Señor los obligó a afrontar el problema de su culpabilidad. Luego, se hizo la expiación de su pecado, estableciendo el principio del sacrificio (Génesis 3:21).

Otro ejemplo de cómo afrontar la culpabilidad real es el de Natán, que hizo que David se enfrentara directamente a su adulterio y homicidio, abriendo de ese modo el camino para el arrepentimiento y la confesión (véase 2 Samuel 11 a 12:25 y Salmo 51).

Los sentimientos de culpa se asocian a menudo a males emocionales derivados de experiencias negativas, situadas muchas veces en la infancia. Incluso los cristianos que tienen la seguridad del perdón de Dios y de que son sus hijos, siguen sufriendo los sentimientos de “culpabilidad falsa”.

Por lo común, las personas que tienen esos sentimientos poseen una opinión muy baja sobre sí mismas, se consideran inadecuadas (no pueden hacer nada bien o carecen de valor), se entregan a la depresión, etc. Parece que no son capaces de liberarse de sus sentimientos de culpa; aunque traten de hacerlo, como en el caso de Esau que no tuvo “oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuro con lágrimas” (Hebreos 12:17).

Suelen manifestar de modos diferentes y complejos:

• Depresión profunda, porque se culpan constantemente
• Fatiga crónica, dolores de cabeza u otros males.
• Deseos de autorrechazo y autocastigo) llevados al extremo.
• El sentimiento de estar siempre bajo la vigilancia y as criticas de otros.
• Críticas constantes contra otros por sus propios pecados y deficiencias.
• Debido a sus actitudes derrotistas, se hunden todavía más en el pecado, para sentirse más culpables.

Billy Graham dijo, sobre este problema complejo: “La conciencia del hombre se encuentra con frecuencia fuera del alcance de los psicólogos que, a pesar de sus técnicas, no podrán llegar a su depravación profunda. El hombre mismo es incapaz de liberarse de la culpa que le corroe, cuando su corazón está sobrecargado de pecados. Sin embargo, donde falló el hombre, Dios ha triunfado”.

Estrategia de asesoramiento

Para el no cristiano

1. Denle esperanzas a su interlocutor, asegurándole que Dios puede resolver el problema que tenga. El Señor no sólo es capaz de perdonar, sino también de borrar todo pecado y culpa.

2. No traten de excusar ni minimizar de ninguna manera los pecados que les confiese su interlocutor. En todos nosotros hay desobediencia y conductas pecaminosas que debemos resolver a la manera dé Dios; O) sea, confesándolas. No podemos esperar hallar soluciones para los sentimientos de culpa, si tratamos de encubrir nuestros pecados. “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia” (Proverbios 28:13).

3. Pregúntenle a su interlocutor si ha recibido a Jesucristo como su Señor y Salvador. Hagan hincapié en que la liberación de los sentimientos de culpa se encuentra incluida en la muerte de Jesús en la cruz; pero que debemos confiar en El para que nos limpie.

4. Anímenle a que comience a leer y estudiar la Biblia, comenzando por los evangelios

5. Recomiéndenle que cultive el hábito de la oración diaria. En ese momento podrá confesar sus pecados, pidiendo perdón y limpieza. Deberá practicar el agradecimiento a Dios por librarlo de sus pecados y sentimientos de culpa, recordando que el Señor nos quita todos nuestros pecados.

6. Aconséjenle que busque una iglesia en la que se enseñe la Biblia y que se identifique con ella. Allí podrá tener compañerismo regular con el pueblo perdonado) por Dios, oír y estudiar la palabra de Dios.

7. Oren con su interlocutor personalmente, para pedir su liberación y para que tenga paz en su corazón. “El es nuestra paz” (Efesios 2:14).

8. Si su interlocutor parece incapaz de responder inmediatamente al testimonio de Cristo que le dan y sigue luchando con sus sentimientos de
culpa, anímenle a que vaya a ver al pastor de una iglesia que enseñe la Biblia, para que pueda ayudarle un poco más. Es posible que, con el tiempo, responda. Háganle comprender que deberá tomar la iniciativa para encontrar a ese pastor.

Para el cristiano

Si su interlocutor es cristiano y admite que tiene problemas crónicos con los sentimientos de culpa, hagan lo que sigue:

1. Denle la seguridad del amor y el perdón de Dios. El Señor puede quitar los sentimientos de culpa! Si Dios le ha perdonado, deberá aprender a perdonarse él mismo. Un cristiano tiene derecho a asirse con confianza a la verdad de 1 Juan 1:9. Cristo, nuestro Salvador, quita todos nuestros pecados—pasados, presentes y futuros—mediante su obra concluida en la cruz.

2. Aconséjenle a su interlocutor que profundice en la Palabra de Dios, leyendo, estudiando y reflexionando detenidamente en algunos pasajes tales como el Salmo 103:1-6, el Salmo 51, Isaías 53 y Juan 18 y 19. Pídanle que tome nota por escrito de esos pasajes, para que pueda encontrarlos en la Biblia. Puede confiar en que recibirá alivio para sus sentimientos de culpa, al apropiarse del sacrificio de Cristo, el perdón y la limpieza prometida.

3. Sugiéranle que ore en forma específica y fiel, pidiendo “una conciencia libre de ofensas hacia Dios y hacia los hombres” (Hechos 24:16). Deberá seguir orando hasta que encuentre la paz.
4. Recomiéndenle que se ponga en contacto con un pastor que podrá darle más ayuda.

Citas bíblicas

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús...” (Romanos 8:1).

“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36).

“Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí; pero no el hacerlo.. .Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mi.. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte! Gracias doy a Dios por
Jesucristo Señor nuestro” (Romanos 7:18-25).

“Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados;
vuélvete a mí, porque yo te redimí” (Isaías 44:22).

“Pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14).

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