El Poder de las palabras
Hay gente que puede herir más con sus palabras que con un cuchillo, pero también hay otros que con sus palabras nos pueden salvar la vida.
Si todos antes de hablar reflexionáramos, el mundo sería diferente; y si además dijéramos e hiciéramos lo que pensamos y no otra cosa seríamos más coherentes, nuestras relaciones serían más sanas y podríamos ser más felices.
El que dice lo que piensa y hace lo que dice es una persona cuya palabra tiene valor y que cumple con sus compromisos.
En general, la gente no sabe expresar con claridad sus pensamientos, ni siquiera cuando desea algo, principalmente porque no está segura de lo que quiere.
Aprender a hablar claro, sin evasivas, con confianza, comprometiéndose con lo que se desea y atreviéndose a pedir lo que se necesita, es necesario para poder vivir más tranquilo.
A muchos les cuesta decir que no, porque no están seguros de si mismos y temen ser rechazados. Otros siempre dicen que no, por las dudas, para evitar asumir el riesgo de equivocarse.
Saber decir que no cuando corresponde es necesario, porque es el límite, la frontera que nos individualiza para evitar que nos manipulen o nos invadan; aunque el si abra muchas puertas.
Se puede decir que no con elegancia, con altura, sin ofender y sin necesidad de dar muchas explicaciones, porque lo que importa del no es la firmeza.
Las palabras vacías representan el recurso del ansioso y también le sirven al que quiere llamar la atención, pero para los demás son tediosas y estériles.
Algunos piensan que en lugar de decir que no hay que decir “y si…”, o sea presentar una alternativa ante la propuesta que no se puede admitir, porque el “y si…” es continuador del diálogo, mientras el “no” rotundo corta todo proceso de comunicación.
El silencio es salud, pero no expresar los deseos y sentimientos enferma. Por alguna razón se elige estar enfermo y no hablar, que es la forma más difícil de expresar lo que se siente.
Hablar con claridad significa saber lo que uno está diciendo mientras las palabras confusas esconden, porque no desean revelar algo.
El que es fiel a si mismo también será fiel a sus palabras y también será confiable y creíble, porque mantener la palabra muestra estabilidad, convicción y racionalidad.
La mayoría de la gente es inestable, no tiene convicciones y actúa movida por las emociones, sin razonar: hoy dice una cosa y mañana otra, porque hoy se siente de una forma y mañana de otra, sus palabras dependen de su estado de ánimo.
El que controla lo que dice es dueño de si mismo y el que no se controla cuando habla se convierte en lo mismo que dicen sus palabras.
Algunos prefieren hablar en forma indirecta y cada una de sus palabras son como dardos envenenados que significan muchas cosas y también lo que no se animan a decir directamente.
Hay palabras que se las lleva el viento, porque no hay nadie que las quiera escuchar y están los que dicen lo que a los otros les gusta oír para caer bien.
Las palabras convencen poco afortunadamente, porque son los hechos los que producen el verdadero cambio.
Como alguien dijo alguna vez, somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestro silencio.
Pensemos antes de hablar.
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