Técnicas de Terapia Familiar
La familia es un grupo, cuyos miembros difieren en gustos, carácter, temperamentos, formas de ver el mundo y edad pero comparten algo en común que es el afecto y el sentimiento de pertenencia.
El rasgo que caracteriza un grupo es la ambivalencia porque a la vez puede proteger y ser solidario y también rechazar y amenazar los intentos de individualidad de sus miembros.
El grupo familiar, en virtud de estas características puede adoptar una organización deficiente, mantener un modo de interacción poco fluida y puede tener una distribución de roles que no corresponden con las expectativas de rol de la sociedad en que se desenvuelven.
Los grupos familiares también tienen una historia que puede incluir un proyecto o una empresa a largo plazo.
En la actualidad la dinámica familiar es muy diferente del estilo de vida de hace cien años.
Los cambios tecnológicos, económicos y culturales han producido cambios en la naturaleza del trabajo, las relaciones de las personas entre sí, los sistemas de valores y las expectativas individuales, que han provocado el fin del modelo tradicional de autoridad y que hacen necesario un nuevo reordenamiento de los grupos familiares y de las relaciones entre ellos para tratar de evitar los hogares deshechos.
La familia ha dejado de tener una estructura de organización piramidal, donde la comunicación era autocrática y no permitía discusión, para convertirse en un equipo de personas con personalidad propia, que se respetan como tales, que participan en un proyecto común, permitiendo que cada uno tenga sus objetivos individuales y cuyos puntos de vista puedan ser tenidos en cuenta, desde el llano, en el momento de tomar decisiones.
Un menor puede no ser responsable pero tiene derechos que hay que respetar, como el de permitir que se desarrolle como el ser que es; y el rol de sus padres es el de guiarlo precisamente a concretar sus aspiraciones, sin los prejuicios que puedan tener su raíz, en la historia de ese grupo.
Las reglas del grupo familiar son para todos, no solamente para los hijos, porque éstos se identifican con lo que los padres hacen y no con lo que dicen y no respetarán ni incorporarán ninguna norma o valor que sus progenitores infrinjan.
Una de las técnicas más utilizadas en terapia familiar es el juego de los roles familiares, o “rol playing”.
Consiste en darle la posibilidad, a cada miembro del grupo familiar, de jugar el rol de cada uno de los otros, llevando a cabo distintas escenas familiares comunes, particularmente las polémicas, donde cada uno tratará de imitar la forma real en que juegan los roles verdaderos cada uno.
El rol playing permite salirse de uno mismo y verse proyectado como lo ve otro miembro del grupo, permitiendo tomar conciencia de los errores que se cometen y de las dificultades que tiene todo ser humano para ponerse en el lugar del otro.
Para un adulto, ser capaz de jugar a ser un adolescente le da la posibilidad de revivir la etapa más difícil de la vida, que la mayoría ha olvidado, y adoptar una conducta más equitativa y justa, que sin afectar la seguridad de los jóvenes permite comprenderlos y ayudarlos.
Los jóvenes necesitan ser comprendidos y escuchados, y aunque parezca que son diferentes, si tienen una buena relación con sus progenitores, más que como son ellos, se identificarán con el ideal de personas que sus padres desearon alguna vez haber sido.
Muchos padres pretenden ganar tranquilidad coartando todas las libertades a sus hijos. Pero ser padre implica no estar tranquilo a ese costo, sino ocuparse de lo que corresponda y estar dispuesto a desempeñar el rol en el momento que sea necesario para ganarse esa tranquilidad, recién cuando haya logrado poder confiar en su hijo.
Cuando los hijos ya son mayores de edad, lo único que les queda a los padres es rezar, porque ya es tarde para educar.
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