El Arte de Amar


No importa la madurez alcanzada por una persona; amar no es fácil para nadie.

Eric Fromm, nos dice en su pequeño y gran libro “El Arte de Amar”, que cualquier intención de amar está destinada a fracasar, si antes no se ha desarrollado la personalidad total, porque se necesita, haber logrado la capacidad de amar al prójimo, ser humilde, valiente, disciplinado, y tener fe en si mismo.

En esta época son pocos los que desarrollan estas cualidades y también son cada vez menos los que son capaces de amar a alguien en particular.

Fromm sostiene que el amor es conocimiento y también esfuerzo, que no se trata sólo de una agradable sensación que nos hace sentir flotando en una nube, ni una cuestión de suerte, sino que es algo mucho más difícil; sin embargo la mayoría cree en el azar, en que un día encontrará a alguien ideal que satisfará todos sus deseos y que ambos podrán caminar juntos por la vida tomados de la mano.

El amor es una fuerza arrolladora que tiene mucha importancia y la mayoría sueña con vivir un gran amor algún día. Mientras tanto van dejando atrás fracaso tras fracaso y se conforman con ver a los enamorados en las películas o con escuchar canciones de amor, sin darse cuenta que el amor es también un arte que hay que aprender.

Todos desean ser amados y no creen en su propia capacidad de amar. Buscan la forma de atraer al otro con los medios que creen apropiados. Los hombres con el poder, el éxito o la riqueza y las mujeres con su belleza.

Fromm está convencido que actualmente el amor es un producto más de consumo, que tiene que tener determinadas características impuestas por la moda, como un objeto que está a la venta, y con la intención de ambos en última instancia, de hacer un buen negocio.

Hay una gran diferencia entre enamorarse y permanecer enamorado; porque si la relación se inicia con la atracción sexual y se consuma el acto; suele resultar un vínculo poco duradero.

Porque la intimidad comienza a correr el velo de lo todo lo que se ignora de la otra persona y comienzan a aparecer las diferencias irreconciliables, los antagonismos, las desilusiones y finalmente el aburrimiento mutuo o unilateral que termina con la relación.

Fromm compara al amor con cualquier otro arte como la pintura o la música, que hay que aprenderlos y conocerlos para dominarlos.

La gente está dispuesta a aprender cualquier arte para obtener beneficios materiales, pero no tanto para aprender el arte de amar que sólo puede beneficiar al alma.

El hombre aislado siente la necesidad imperiosa y básica de todo ser humano de superar la separatividad y trascenderse a si mismo para lograr la unión.

Si esto no puede ser logrado se buscan otros sustitutos como el alcohol, las drogas o el sexo, por ejemplo, que luego de sus efectos dejan culpa y remordimiento, ahondando aún más la soledad y provocando el anhelo de huir de la ansiedad en forma cada vez más frecuente con ese escape.

El sexo sin amor es un placer inmediato que no puede atravesar el abismo que existe entre dos personas que no se conocen, porque en realidad no son personas sino objetos que se utilizan como medios para un fin, y no como fines en si mismos.

El amor tampoco se trata de una relación conformista y rutinaria, como cuando dos personas están juntas ignorándose mutuamente, como islas, o dominando una a la otra, o estableciendo vínculos simbióticos.

Fromm afirma que el dominio del arte de amar es cuando se logra una relación que signifique una unión interpersonal, preservando cada uno su propia identidad, siendo dos personas que se convierten en una pero que siguen al mismo tiempo siendo dos.

Más que recibir, amar es dar lo mejor de uno mismo, no en un arranque ni en un arrebato, sino como modo de vida.

La capacidad de dar amor depende del desarrollo de la personalidad , cuando se ha superado la dependencia, la omnipotencia, el deseo de acumular y cuando se ha adquirido la valentía suficiente como para tener fe en si mismo.

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