Sincronicidad
La experiencia humana tiene cuatro dimensiones: una física, otra mental, la emocional y la espiritual.
El silencio, que está en el espacio entre los pensamientos y que representa el fundamento de la evolución personal y universal, es donde nos encontramos con el espíritu y el campo de la conciencia sin límites.
La dimensión del espíritu nos permite crear el equilibrio físico para mantener la salud, para curarnos, para relacionarnos mejor, para corregir errores, para descubrir la divinidad y para atrevernos a ser libres.
Sincronicidad significa sucesos altamente improbables que ocurren a la vez para lograr un resultado deseado, o sea, una serie de eventos inesperados que comienzan a suceder ni bien los pensamos para cumplir con nuestros propósitos.
Por ejemplo: tenemos un deseo y aparece lo que deseamos. Las estadísticas para que esto ocurra parecen remotas sin embargo, sucede.
Conocer el mecanismo para lograr que esto ocurra nos permitirá transformar este fenómeno en un hecho voluntario y así poder provocarlo conscientemente.
Si uno inicia un sendero espiritual pierde la amargura, las preocupaciones y las penas. La seriedad se convierte en alegría y el egoísmo en la necesidad de compartir.
Al experimentar estas sensaciones, al mismo tiempo se acelera la sincronicidad, es decir, entre la intención y el cumplimiento los tiempos se acortan.
Pensamos en alguna persona y nos llama por teléfono, necesitamos alguna cosa y alguien nos lo regala, queremos ver una película y descubrimos que la van a proyectar en el canal que estamos viendo.
Esto, que parece mágico, no es mágico es una propiedad del campo que está a nuestra disposición si estamos debidamente conectados.
Sobreviene el asombro ante algo que no se puede explicar, porque podemos mirar al mundo de una manera diferente y comprender nuestra relación con el campo de la conciencia que nos libera del diálogo interno y el conflicto.
Todo el Universo que percibimos es una proyección holográfica de la conciencia cósmica y el cuerpo físico también. Este campo está en constante transformación dinámica, es la fuente de energías opuestas. Cuando dejamos de juzgar y la mente se vuelve silenciosa, entramos en el campo de la conciencia pura.
La sincronicidad es un atributo del campo de energía consciente, una propiedad que puede estar a nuestro alcance si lo deseamos.
Un cuento para pensar
La Aguada
Cerca de la aguada, del otro lado del río Colorado, había una toldería. Era una tribu tehuelche que se había afincado no hacía mucho en esas tierras, provenientes del lejano sur patagónico. Buscaban agua abundante y ganado y huían de los rigores del frío y de la cruel violencia del viento que había curtido sus rostros del color de esa tierra húmeda.
Un ejército de soldados irrumpió una noche de sorpresa para recuperar la aguada y arrasó a la indiada destruyendo todo a su paso, dejando a la gente a la intemperie, sin caballos ni provisiones.
No quisieron gastar balas para borrarlos del mapa porque después del despojo suponían con razón que la naturaleza haría el resto.
Pero los indios conocían bien esos lugares y habían visto no muy lejos unas cuevas naturales cerca de un arroyo, debajo de un barranco.
Hasta allá se encaminó la caravana favorecida por un inusual clima templado y la singular ausencia de viento.
Una pequeña tropilla de animales se les cruzó en el camino como por arte de magia y hasta pudieron carnear un ternero.
Por fin llegaron sin contratiempos a la caverna, pudiendo comprobar que había provisiones dentro, seguramente abandonadas por otras tribus no hacía mucho tiempo.
No tardaron en estar todos instalados, mejor que en la toldería que habían abandonado por la fuerza.
Esa primera noche brillaba en el cielo la luna llena. El cacique reunió a su gente alrededor de la hoguera y se conectó con los espíritus para agradecerles por la incursión del ejército en su tribu y por haberlos guiado a un lugar mejor y más seguro.
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