La Maternidad Postergada


En Lyon, Francia, expertos en reproducción asistida de todo el mundo, recomiendan a las parejas jóvenes no postergar la maternidad, para prevenir el envejecimiento reproductivo de la población sana.

Para las mujeres, el hecho de tener un hijo, muchas veces, puede significar la pérdida de oportunidades laborales o el sacrificio temporario de una carrera profesional en el mejor momento; y para los hombres puede ser considerado como un compromiso difícil de asumir siendo joven al tener que involucrarse con las responsabilidades de la llegada de los hijos.

Esta tendencia, que se observa principalmente en las grandes ciudades, podría llegar a acarrear problemas demográficos, como ya está ocurriendo en Europa.

En España las mujeres están haciendo la primera consulta entre los cuarenta y cuarenta y dos años, afirma el Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia.

En un encuentro de catorce médicos e investigadores antes del Congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología, coincidieron en la necesidad de educar a la población en edad fértil a procrear antes de los treinta años.

Posponer la maternidad y la paternidad provoca graves riesgos para la madres y los bebés, además de una reducción de la capacidad reproductiva por envejecimiento, que lleva a un mayor uso de los tratamientos para la fertilidad.

La efectividad de la técnicas de reproducción asistida sigue siendo relativamente baja, sin contar los trastornos y las incomodidades que producen los tratamientos.

Se estima que por cada año que una mujer demora la maternidad, después de los treinta, la posibilidad de quedar embarazada se reduce en un cinco por ciento. De modo que si una pareja decide postergar cinco años la decisión de tener su primer hijo, tendrán un veinticinco por ciento menos de posibilidades de lograrlo.

Muchas mujeres desconocen su propia biología e ignoran que la fertilidad se pierde naturalmente varios años antes de dejar de menstruar.

Por otro lado, las parejas están optando por tener un solo hijo como está ocurriendo en Buenos Aires.

Se necesita que esos bebés tengan por lo menos un hermano para que la pirámide poblacional no se invierta, ya que se necesita alrededor de dos chicos por cada mujer para que una población mantenga su tamaño.

La educación sexual debería incorporar el tema de la fertilidad que no recibe la suficiente atención que necesita.

Según estos expertos, se considera que a partir de los veinticuatro años es un buen momento para plantearse formar una familia.

Pero para que esto pueda ocurrir las sociedades deben brindar a los jóvenes las seguridades necesarias.

En estos momentos, postergar la llegada de un hijo es un problema cultural, como si formara parte de una conciencia global, que además se incentiva con la maternidad que logran personas de avanzada edad con métodos asistidos, aún después del período normal reproductivo.

Es cierto que las expectativas de vida han cambiado pero no es recomendable emprender la aventura de vivir las experiencias propias de etapas más tempranas.

Es mejor que los padres sean jóvenes por muchas razones y porque con la edad las personas se vuelven aprensivas y manifiestan estructuras más rígidas, aferrándose a lo conocido y privando a sus hijos menores de una presencia próxima joven con el impulso y la audacia necesarios para enfrentar lo nuevo.

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