Terminar con los complejos


Tener unos kilos de más, que nuestro físico no nos guste, una voz con timbre estridente o muy grave… Todos, a lo largo de los años, podemos desarrollar algún que otro complejo.



Pero, ¿qué es un complejo? ¿cuándo comienzan a aparecer? ¿de qué forma podríamos llegar a superarlos?

Un complejo, según la “Teoría de los complejos” viene a ser una imágen psíquica, que posee una fuerte carga de carácter emocional, ya sea de una situación vivida o de uno mismo, la cual interfiere de forma inconsciente en nuestros pensamientos y nuestra forma de actuar, muchas veces de manera negativa.

Dicho de otra forma, los complejos son percepciones distorsionadas de la realidad, que la persona tiene de sí misma; tanto de sus características como de sus habilidades, o incluso de su propia valía.

Como sabemos, la imágen que tenemos de nosotros mismos, y de nuestras capacidades, se basa en todos aquellos mensajes que recibimos desde que somos pequeños; desde nuestra infancia.

En ese momento el entorno familiar es totalmente decisivo, cuyas cuestiones favorecen que el niño se sienta inseguro y/o poco querido en casa, desarrollándose con una baja autoestima, algo que influirá poco a poco en la formación de un carácter acomplejado.

No debemos olvidar en esta ocasión el entorno escolar, igualmente importante para la correcta formación del niño en lo que respecta tanto a su propia personalidad, su intelectualidad y su forma de ser.




Como ya nos comentó en su momento nuestra compañera Cecilia, las burlas y risas, pueden influir gravemente en la personalidad del niño, algo que se remarcará aún más durante el comienzo de la adolescencia, en donde el jóven busca su identidad mediante la aprobación de los demás.

Tampoco podemos obviar los estereotipos y los modos que marca nuestra sociedad sobre el éxito o la belleza.

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