Cómo superar la hipocondría
Ya vimos en una anterior entrada (Hipocondría: cuando un síntoma se convierte en obsesión) algunos de los síntomas más claros de la hipocondría, en qué consiste y los distintos grados que existen dependiendo de la intensidad o no de las preocupaciones y/o obsesiones.
Sin embargo, es importante saber que se puede vencer la hipocondría, sobretodo no sólo cuando somos conscientes de que en realidad somos hipocondriacos, sino porque queremos superarlo al saber que, en realidad, no tenemos absolutamente nada de aquello que tememos.
En primer lugar, un cambio es absolutamente necesario a la vez que imprescindible para poder superar la hipocondría, meditando sobre nuestra propia existencia y conociendo las distintas facetas de ella que puedan o no incomodarnos.
Una buena forma de olvidarnos de ella e irla superando poco a poco, es practicar deporte o algún que otro ejercicio físico, que -como sabes- nos ayudará a sentirnos bien con nosotros mismos y a sentirnos unas personas plenas, al tonificar nuestro cuerpo, elevar el ánimo y reducir la ansiedad, lo que contribuye a no estar tan pendientes de esos dolores y molestias que tanto nos preocupaban.
Ese ejercicio físico también puede ser combinado con algunas aficiones que nos llenen como personas, ayudándonos a olvidarnos de esas preocupaciones del día a día y a sentirnos mucho mejor.
Terapias alternativas y naturales comos los masajes sensitivos, la acupuntura, la homeopatía, el yoga o el tai-chi pueden aliviar el trastorno, especialmente porque restablecen nuestro flujo energético y equilibran nuestra salud psicológica y física, mejorando nuestro ánimo y, por tanto, eliminando aquellos problemas que los causan.
Eso sí, debemos tener en cuenta que cuando la hipocondría amarga nuestra vida y genera, por ello, un malestar permanente, debemos acudir a un psicólogo, el cual nos brindará ayuda y nos dará el tratamiento más adecuado dependiendo de nuestro problema.
Y recuerda: disfruta ahora de la Vida, de cada momento y de esas pequeñas cosas que ella nos brinda, porque no hay mayor salud que ser felices y ayudar a los demás a que también lo sean.
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