¿Cómo es el fóbico social?


Hace ya algún tiempo nos hicimos eco por vez primera de qué son las fobias, gracias a un excelente artículo desarrollado por nuestro compañero Martín, en la que conocíamos algunas de las fobias más conocidas en la actualidad, y las que, en definitiva, afectan a un mayor número de personas.



Como de buen seguro recordarás, especialmente si leíste aquel magnífico reportaje, una fobia tiende a ser un miedo persistente y fuerte que aparece ante personas, actividades, objetos e incluso ante determinadas situaciones.

Algunos ejemplos vienen a ser la ofidiofobia (miedo a las serpientes), la aracnofobia (miedo a las arañas), o la agorafobia (miedo a las multitudes y espacios abiertos, situaciones donde escapar puede resulta difícil), la cual tiende a tener una causa algo más compleja, en la que debe intervenir un especialista, el cual ayudará al paciente en diferentes terapias conductuales.

Sin embargo, hoy nos vamos a ocupar sobre otra cuestión interesante en este aspecto y relacionada en cierto sentido con la agorafobia. Se llama fobia social, y viene a consistir en resumidas cuentas en un grado de ansiedad elevado que se manifiesta a nivel físico en aquellas personas que sienten miedo a relacionarse.

Hay personas a las que, por ejemplo, ante una situación social que les genera estrés y ansiedad, comienzan a tartamudear, les late el corazón más deprisa, se ponen colorados o, incluso, les sudan las manos.

Debemos tener en cuenta que el miedo es un mecanismo de defensa inconsciente, el cual se dispara cuando creemos que estamos en peligro de ser rechazado por alguien.

Muchas veces el fóbico social tiende a evitar aquellas situaciones que teme, pero con su actitud de renuncia incrementa su miedo.

Pongamos un ejemplo: una persona siente ansiedad al acudir a una fiesta organizada por un amigo muy cercano, por lo que decide no ir. Sin embargo, se siente culpable por no haber ido, de forma que, al día siguiente, le resulta además mucho más difícil quedar con ese amigo.

Tener en cuenta aquellas situaciones que nos preocupan o nos generan ansiedad y tratar de descubrir cuáles son y por qué, nos puede ayudar a superarlas poco a poco.

Tener paciencia, y sobretodo fuerzas para no caer en el miedo puede ser vital para ir eliminando poco a poco esa fobia social que, en definitiva, todos sentimos alguna vez.

Imagen | Publico.es

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