El Estrés y la Obesidad


La mayoría de la gente se gratifica con la comida cuando sufren estrés.

El estrés incrementa el cortisol en sangre y aumenta la concentración de grasa en el abdomen.

La vida moderna exige llevar un ritmo de vida acelerado que produce estrés; y conduce a ingerir alimentos ricos en grasa con alto valor calórico, que pueden producir aumento de peso y desequilibrios orgánicos.

Cierto nivel de estrés es necesario, porque es la respuesta normal del organismo frente a las necesidades internas o externas que tiene un ser humano; pero cuando se acentúa y se hace crónico puede ocasionar serios trastornos de salud.

El estrés normal es positivo para una persona porque lo estimula y lo motiva para enfrentar desafíos y le brinda la posibilidad de un mejor rendimiento personal y de obtener lo que se propone. Pero el distrés o estrés negativo es una respuesta que no produce ningún beneficio, ni interno ni externo, lleva a un deterioro físico y psicológico, disminuye la inmunidad e incrementa el riesgo de padecer serias enfermedades.

El estrés negativo es el que se produce como consecuencia de demandas extremas que se prolongan mucho tiempo sin la posibilidad de tomar el descanso adecuado, que exceden la capacidad de una persona, la cual desea cumplir pero siente que no puede satisfacer las exigencias.

Un nivel demasiado alto de estrés aumenta la producción de la hormona cortisol, que actúa en zonas específicas del cerebro y afecta las funciones cognitivas y la memoria relacionada con el control del tiempo y del espacio, reduciendo la capacidad para hacer frente a las demandas del medio.

La forma en que reaccionamos frente a los acontecimientos es lo que nos enferma y no tanto lo que nos pasa; de modo que si ampliamos nuestra perspectiva y cambiamos la manera de percibir las cosas, evitaremos el estrés y estaremos en mejores condiciones de enfrentar con éxito cualquier obstáculo.

Las señales físicas del estrés negativo son; insomnio, dolor de cabeza, problemas digestivos como gastritis, úlceras o colon irritable; episodios asmáticos; sequedad bucal; enfermedades cardiovasculares; dolores musculares en todo el cuerpo; caída del cabello; desórdenes menstruales e infecciones vaginales en la mujer; y eyaculación precoz e impotencia, en el hombre; aumento de la ingesta, adicción al alcohol o drogas, obesidad.

Los indicadores emocionales de estrés crónico son desorientación, dificultades de atención y de la memoria; agresividad; desgano; angustia; desaliento; ansiedad; depresión; hipersensibilidad; fobias y ataques de pánico.

El estrés negativo también afecta la conducta, se deterioran las relaciones personales, disminuye el rendimiento laboral e intelectual, aumenta la intolerancia y desmejora la apariencia.

Ante algunos de estos síntomas lo mejor es realizar una consulta médica y comenzar a cambiar hábitos de comportamiento. Darse tiempo para el descanso, aprender técnicas de relajación, respiración y meditación, abandonar el control, no resistirse y comenzar a soltar todo lo que creen no pueden delegar; liberarse del pasado y alejarse de personas tóxicas.

Una nueva vida empieza con la adquisición de nuevos hábitos, siendo capaz de disfrutar más de la vida dedicándole al trabajo el tiempo que corresponde, de pasar más tiempo con la familia o con amigos; de hacer algo nuevo, de organizar salidas; de caminar o hacer algún deporte; o de tener un hobby.

Todas las personas tienen la capacidad de cambiar sus vidas y de llegar a ser quienes desean ser y verse como se quieren ver.

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