El autocontrol emocional


Si desean ver un ejemplo viviente de carácter estoico, en cuanto a lo que se refiere al autocontrol emocional, no se pueden perder la película La Reina, que muestra espléndidamente cómo se arraigan los valores en una persona de fuerte carácter y cómo resuelve un conflicto presionada por las circunstancias, durante un episodio de su vida personal con repercusiones políticas.

Si bien la reina de Inglaterra es una de las personas más ricas del mundo, vive con sencillez, cuidando de no hacer alarde de su fortuna. Es una figura querida por su pueblo y no por nada aún permanece en su trono.

Su vida está entregada a sus responsabilidades como reina, a su entender por derecho divino, habiendo renunciado desde su coronación a sus apetencias y necesidades personales a favor de sus obligaciones.

No se trata de cuestionar o no, que a esta altura de la civilización todavía existan las monarquías, sino de analizar específicamente la conducta de una persona de esa investidura, que en parte todavía sigue sosteniendo los valores de uno de los países más poderosos del mundo.

Supongo que precisamente ese sigue siendo el principal objetivo de su reinado y el motivo del apoyo popular, en una sociedad que se desmorona.

La historia nos dice que grandes civilizaciones han sucumbido más por la decadencia moral de sus gobernantes y de sus habitantes, que por las guerras, y ese peligro también se cierne en la actualidad y nos amenaza a todos.

Sin tomar partido por postura alguna, se afirma una vez más en este caso, la importancia que tiene para una persona la estructura firme de carácter, con la suficiente flexibilidad como para adecuarse convenientemente a los hechos. Las convicciones firmes nos hacen personas creíbles y estables en las que los otros pueden confiar y afianzan las relaciones.

El estoicismo es una doctrina filosófica del siglo IV a.de C. fundada por Zenón de Citio, de fuerte orientación ética.

Practicaban el autocontrol y el desapego como la forma de alcanzar la integridad emocional e intelectual. Estas virtudes los liberaban de las pasiones y les permitía llegar a la sabiduría.

La Ley natural se consideraba una norma para evaluar el comportamiento humano y social, y la persona sabia no debía dejarse llevar por influencias externas.

Estos logros debían ser una tarea individual que le permitiría no despreciar a los demás y ayudar a los necesitados en forma auténtica.

Sostenían que se puede alcanzar la libertad y la paz tan solo prescindiendo de las comodidades materiales y dedicándos

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