¿Cómo decir que me divoricio?


Cuando una pareja con hijos toma la decisión de divorciarse, surge la interrogante de cómo decírselo a la familia, y en especial a los niños.

En primer lugar, es recomendable sentarse con sus hijos y explicarles, en un lenguaje sencillo, los cambios por los cuales pasará la familia y que uno de los padres probablemente se mudará. Debe enfatizarse que el divorcio no es en ningún momento culpa de ellos, sino que se debe a diferencias entre los padres. Esto es vital y debemos insistir que aunque el papá y la mamá no van a vivir más juntos, esta circunstancia no significa que ambos dejen de quererlos a ellos. En lugar de exponer por qué se divorcian, es mejor hablar sobre los aspectos que pudieran afectar a los niños y luego responder a sus preguntas. Si ha habido mucha tensión, peleas y rencillas entre los padres, los hijos mayores tienden a no sorprenderse ante la decisión del divorcio. Debe comunicárseles además que ambos padres lo continuarán siendo y que el amor hacia ellos ha quedado intacto.

Los padres no deben presentar reacciones agresivas contra sus hijos para vengarse de la pareja. No deben amenazar a la pareja en señalando que si se divorcian le harían un daño tremendo a los hijos, para tratar de evitar la separación. Luego del divorcio, no deben existir conductas inapropiadas que afecten a los hijos, tales como el abandono afectivo por parte del padre que no tiene la custodia o sobreprotección por parte de quien la tiene, ni utilizar a los hijos como "espías" para que les informen qué está haciendo el otro cónyuge, o como "corre ve y dile" o mensajeros para comunicarse entre ellos. Tampoco se le debe presentar al hijo una nueva pareja antes que él esté en capacidad de asimilar ese impacto. Todos estos comportamientos provocan huellas profundas en la formación psicológica de los niños y pueden ocasionar ansiedad, miedo, inseguridad, sentimientos ambivalentes y diferentes trastornos de conducta.

Si resulta muy incómodo preparar a los niños para el divorcio, o si alguno de ellos desarrolla cambios en el humor o en el comportamiento, es recomendable consultar con un pediatra, un profesional de la conducta, especializado en niños o asistir a una terapia familiar.

Si no hay más remedio que el divorcio, siempre será preferible una separación amistosa que una conflictiva, por el bienestar y seguridad de los hijos y de la propia pareja.

Se debe hacer un gran esfuerzo para superar el rencor y la rabia. Es indispensable por el bien de los hijos y de la pareja.

"Es recomendable sentarse con sus hijos y explicarles, en un lenguaje sencillo, los cambios por los cuales pasará la familia"

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