La Conciencia


El deseo del hombre de hoy por los placeres mundanos excede todos los límites y, lo más preocupante es que lo que más anhela es su cumplimiento rápido debiendo para ello recurrir a caminos alternativos más peligrosos.

El hombre está dispuesto a sufrir cualquier prueba para lograr la riqueza material pero no desea hacer ningún esfuerzo para encontrarse a sí mismo que es lo que lo llevará a la plenitud.

El ego siempre oculta al ser esencial y mientras existan deseos materiales el ego seguirá reinando sobre el yo verdadero.

Todo lo que está a nuestro alrededor es nuestro propio reflejo y el ego corre tras ellos olvidándose de quien lo refleja. El éxito y el fracaso no dependen tanto de nuestros esfuerzos como de las circunstancias que se presentan cuando estamos en el verdadero camino.

No existe más que el Ser en el Universo, todo lo demás son puros reflejos que nos encandilan y nos engañan.

Sólo existe el sujeto y nada más por separado porque somos conciencia.

Existen tres aspectos de la conciencia. Cuando está asociada con los sentidos usamos el término “estar consciente”, cuando está asociada con la mente, la llamamos simplemente “conciencia” y cuando se asocia con el Ser, la consideramos conciencia pura. Pero las tres son una.

Concebimos al cuerpo humano como un vehículo, los sentidos como la energía que lo mueve, la mente como el volante y el intelecto como el conductor, pero debemos reconocer que todo ello sólo sirve a un sólo amo, que es el Ser.

Para valorar la naturaleza del verdadero Ser hay que comprender qué significa el conocimiento del sí mismo.

Las inclinaciones propias del individuo, la forma como nos comportamos, nuestras actitudes, experiencias, discernimiento, lo aprendido en todos los campos de la existencia nos pueden ayudar a comprender al Ser, pero nunca será suficiente porque todos estos conocimientos son limitados.

En realidad nosotros somos conciencia y este conocimiento, que es diferente a cualquier otro, se puede llegar a experimentar en el silencio.

Es la voz interior, espontánea, inmutable que es, ha sido y será la misma en todos los seres y permanecerá inalterable eternamente, que sólo pueden escucharla los puros de corazón, y que no se puede aprender estudiando ni siendo un erudito.

Ser humano implica un destino diferente a cualquier otro en la naturaleza. La capacidad de la mente para captar lo universal le asigna naturalmente la tarea de emprender actividades nobles para el bienestar individual y común.

El hombre todavía no logra utilizar esta información para elevarse y realizar su transformación.

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