El Pensamiento


Cuando hablamos de meditación, nos referimos a relajarnos físicamente y a vaciar nuestra mente de sus contenidos, tratando en ese proceso de concentrarnos en un espacio sin pensamientos.

Pero la concentración mental nos resulta muy difícil porque los pensamientos nos invaden.

No podemos evadirnos de ellos porque el pensamiento es mecánico, está siempre comparando y es el reflejo de la memoria, que se manifiesta como imágenes o como diálogo interno.

Si no hubiera conocimiento no habría pensamiento porque éste siempre opera en el campo de lo conocido, en el pasado, y también se anticipa al futuro.

El pensamiento no capta la experiencia como es, sino que forma una imagen de lo que la persona quiere o no quiere que sea; de modo que la experiencia no es vivida plenamente tal cual es y es archivada en la mente como recuerdo anhelado o rechazado.

Las imágenes mentales que nos acosan son experiencias del pasado negadas o deseadas, porque como no las aceptamos como son, quedan en el recuerdo modificadas.

El pensamiento siempre está activo y fluctúa entre el pasado y el futuro: “debería hacer esto, no debería hacer aquello” o “por qué hice esto, por qué hice aquello”.

El contenido de mis pensamientos es mi desdicha, porque son las imágenes acumuladas a lo largo de la vida, las frustraciones, los temores, los sufrimientos, los odios.

Pero la mente puede lograr liberarse de los pensamientos.

Se trata de no formar imagen alguna ahora, de algo que no lo vivimos tal cual fue, tanto en las situaciones de placer como en las de dolor.

Si no formamos ninguna imagen ahora, las imágenes del pasado no tienen lugar, porque siempre que construimos una imagen, que no es lo que es, la relacionamos con las imágenes del pasado.

Entonces, si no formo ninguna imagen ahora, porque vivo la experiencia total como es, con su placer o con su dolor en el presente, no necesito relacionarla con ninguna otra imagen anterior; de esta manera me libero definitivamente del pasado.

La mente puede vaciarse a si misma de todas las imágenes si no formamos imágenes ahora, viviendo las cosas tal cual son sin rechazarlas, negarlas o modificarlas.

Sigmund Freud describe este mecanismo de la mente como un mecanismo de represión, es decir la operación por medio de la cual el sujeto intenta rechazar o mantener en el inconsciente representaciones (pensamientos, imágenes, recuerdos) ligados a una pulsión. La represión se produce en aquellos casos en que la satisfacción de una pulsión (susceptible de provocar por si misma placer) ofrecería el peligro de provocar displacer en virtud de otras exigencias. Puede considerarse un proceso psíquico universal como una operación de defensa del yo.
Son recuerdos que se mantienen en el inconsciente y que se desean olvidar, pero que conservan toda su vivacidad cuando son evocados nuevamente.

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