El Amor que no Dura
Todos sabemos que la vida es cambio, crecimiento, renovación, y transformación y aunque nos parezca pura rutina todos los días son diferentes.
Enamorarse es algo maravilloso, una experiencia que nos hace sentir que estamos vivos y que la vida es bella.
Vivir esa experiencia plenamente sin dejar de lado la responsabilidad, nos hará pasar momentos muy felices.
Pero el amor no es una excepción en esta vida y también cambia, madura, se renueva y se transforma y está en nosotros mantener la llama encendida, siempre que podamos discriminar si se trata de un amor verdadero o de algo pasajero.
El enamoramiento es un estado subjetivo que cambia la percepción. No podemos ver al otro con objetividad, porque vemos solamente lo que queremos ver.
Nos enamoramos del amor no de una persona; y le adjudicamos cualidades que no tiene, de modo que cuando nuestra percepción se normaliza comenzamos a verle todos los defectos y por ende a desilusionarnos.
A los 16 años me enamoré por primera vez. Fue una relación breve e inocente que sin embargo me enseñó mucho. Me daba cuenta que podía ser muy feliz con sólo mirarlo a los ojos. Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que comencé a sentir algo muy extraño. Cuando no lo veía deseaba estar con él pero cuando nos encontrábamos no me agradaba verlo.
Me di cuenta que lo idealizaba y al estar en su presencia sentía que no me gustaban muchas cosas de él, que no era la persona para mi, que no era alguien que podía introducir en mi propia historia, la historia que deseaba para mi.
Sin embargo, el sólo pensar en perderlo me desesperaba. Estaba enamorada del amor, de un ideal, no de él, y entonces tomé la decisión de cortar por lo sano.
Fue difícil y me costó mucho hacerlo, pero no aguantaba más esa ambivalencia.
Fue una relación platónica, breve e inocente que sin embargo me enseñó mucho.
Por un tiempo me sentí como al borde de un abismo y la vida me pareció incomprensible. La felicidad se tornó en tristeza, desilusión y abatimiento y hasta dudé de mi decisión.
Me aferré a mis obligaciones, en ese momento los libros y el trabajo y muy pronto, antes de lo que me hubiera podido imaginar, pude olvidarme de él.
El amor en una pareja no permanece siempre igual. Sentir mariposas en el estómago cuando están con nosotros no es una sensación tan imprescindible como creemos, porque las cosas cambian siempre para mejor y es inútil aferrarse a experiencias del pasado que nos han agradado.
No podemos seguir tomando sólo leche cuando crecemos, a los niños les cuesta comenzar a comer otras cosas porque desean quedarse con lo que ya conocen que les gusta.
No es que desaparezcan por completo las mariposas en el amor, están para siempre, pero tal vez no en forma permanente, porque habrá otras cosas igualmente positivas y agradables que permitirán que una pareja funcione y bien.
Las relaciones inestables son muy frustrantes precisamente porque no hay una historia. El ser humano necesita significados, no puede mantener el interés en algo que no se pueda enraizar armónicamente a su propia biografía, para cumplir el destino que ha elegido.
La vida de cada persona es una historia arquetípica y universal que reitera infinidad de historias parecidas, dramas similares que tienen un sentido; y conocer ese sentido individual que hemos elegido es esencial, para no cometer errores ni dejarse llevar por ilusiones.
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