Causas del Estrés
El estrés es una afección del mundo moderno cuyas causas se atribuyen en general a la personalidad competitiva e hiperactiva que se transforma a su vez en una de las principales causas de alteraciones funcionales y orgánicas.
Las personas en las grandes ciudades se sienten sometidos a grandes presiones y sumergidos en una cadena de situaciones de las que les es imposible escapar.
A veces, esa imposibilidad de decir basta, cuando las cosas superan la capacidad de un ser humano, se debe a factores económicos que no siempre son los más importantes, porque la mayoría de las veces ocurre por la necesidad psicológica de cumplir con las propias expectativas demasiado ambiciosas para llevar a cabo.
Las personas con agendas repletas de compromisos se imponen la obligación de cumplirlos y muchas veces no tienen la suficiente flexibilidad como para dejar de lado alguno de ellos para ocuparse de los asuntos de su propia vida personal.
El hecho de no dejar tiempo disponible para los afectos o los asuntos personales, genera culpa y estrés y disminuye la capacidad para desenvolverse adecuadamente en esa desenfrenada actividad diaria.
La frustración por el no cumplimiento de las expectativas produce estrés, baja autoestima e impotencia porque las personas toman como punto de referencia al ego.
El ego es el tirano que nos mantiene al frente de una lucha casi siempre desigual, cuyos resultados tiene un alto costo; la pérdida de la salud.
Uno de los factores de riesgo de sufrir ataques cardíacos o accidentes cerebro vasculares es el estrés, que no siempre se relaciona con el trabajo.
El trabajo, cuando se asume en forma competitiva con la intención de trepar una pirámide puede ser una de las causas principales del estrés; pero esta actitud en el desempeño de una función, condiciona a una persona a actuar de la misma manera frente a las demás circunstancias de su vida dando lugar a un estilo de vida generador de estrés.
Las mudanzas y los viajes generan estrés, y los casamientos u otros compromisos sociales también. Pero todas estas circunstancias no serían causa de estrés si no estuvieran acompañadas de la respectiva expectativa que imponen las reglas sociales y que la mayoría se obliga obedecer.
El cumpleaños de quince es un ejemplo. Hay familias que ahorran años para festejar los quince años de sus hijos y esa fiesta se convierte en un proyecto común con estrictas normas de eficiencia, impuestas por una mayoría consumidora, que es capaz de sufrir privaciones con tal de no ser diferente.
Todos quieren mantener equiparado su estatus social obedeciendo ciertas leyes sagradas e imposibles de quebrar, sin sufrir supuestamente el menoscabo de la discriminación.
Los adolescentes necesitan ser iguales a sus pares para poder diferenciarse, pero esta identidad única parecería no lograrse nunca, porque cuando llegan a adultos siguen tratando de hacer lo mismo que los demás.
Por otro lado, la publicidad y los mecanismos perversos del marketing especulando con las debilidades humanas, generan necesidades superfluas que con el tiempo se convierten en obligaciones.
Los viajes de estudio que no hace mucho tiempo no existían, se han convertido ahora en una necesidad, debido a las presiones de los grupos, que hace sentir segregado al que no participa.
Es muy difícil para una persona mantenerse sin estrés, cuando decide participar en esa carrera desigual, tratando de cumplir todos los requisitos para no quedar descalificado.
Se hace difícil porque el punto de referencia es el ego, que es el que compite por la imagen, y el hecho de defender la imagen genera estrés.
Recién cuando el punto de referencia deja de ser el ego y se centra en el ser auténtico que es el si mismo, se puede tomar conciencia que se puede ser diferente y ver claramente las reales necesidades de la vida sin dejarse influenciar por el entorno y sin sentirse disminuido.
La autoestima genuina sólo se eleva cuando se basa en el concepto que tenemos de nosotros mismos y no en lo que creemos que los demás creen que somos.
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