La Decadencia de los Hombres.


La edad avanzada hoy en día, no implica necesariamente estar aquejado de distintas enfermedades, y dedicarse a pasar el resto de la vida visitando consultorios médicos, porque enfermarse no es necesario, ni tampoco, ser mayor, es sinónimo de recogimiento y pasividad. Sólo es una nueva etapa de la vida, que para muchos, que pueden darse cuenta, es la mejor.

Atrás quedaron las obligaciones con los niños, los avatares del trabajo, el esfuerzo en escalar posiciones y lograr todo lo que se supone se espera conseguir para considerarse satisfecho.

Por fin los días se pueden llenar con intereses, antiguamente descartados por falta de tiempo, como reunirse con amigos, aprender cosas nuevas, estar con la familia, hacer ejercicio físico, escribir una novela, enseñar lo que saben o dedicarse al arte, y celebrar cada día con entusiasmo, alegría y agradecimiento.

Cada día que pasa, es una oportunidad para agradecer estar vivo, poder levantarse, caminar, salir, ver, estar en familia, disfrutar de los alimentos y hasta de levantarse tarde y dormir una siesta.

En esta etapa, es el hombre el que tiene, en general, mayores dificultades para adaptarse al hecho de estar retirado de su trabajo.

Las mujeres, tienen más intereses hogareños en qué ocupar su tiempo y de ese trabajo no se jubilan nunca; además, se sienten más inclinadas a conectarse con sus amigas, con sus hijos y nietos.

Con respecto a un hombre, una mujer de edad avanzada se mantiene más vital, desea verse más joven, se interesa en aprender, en organizar viajes, reuniones o salidas, disfruta de los espectáculos, el cine y el teatro.

El hombre, en cambio, una vez que se jubila, por lo general siente inconscientemente que su vida se ha terminado, y ese pensamiento negativo le produce estrés, disminuye sus defensas y lo enferma. Se vuelve retraído, se abandona, y se torna renuente a compartir ningún interés con su mujer.

Hoy en día, eso no es un obstáculo para ninguna mujer, porque salen solas a todas partes, organizan encuentros con sus amigas, visitan a sus nietos, van al cine, salen a caminar, a tomar un café, etc.

Es innegable que son las mujeres las que llenan los cines, los teatros y las confiterías, las que compran excursiones, las que viajan y las que gastan más en recreación y esparcimiento.

Pero lo cierto es que las diferencias entre ambos sexos se acentúan con la edad y cada vez son más frecuentes las separaciones de matrimonios de larga data. Porque el diálogo se interrumpe, se tratan apenas con monosílabos y hasta llegan a dormir separados porque están llenos de resentimientos y no aguantan más estar juntos y de a poco se han dado cuenta que se han convertido en dos extraños.

Las mujeres no quieren seguir viviendo con alguien que ha perdido las ganas de vivir y que se ha transformado en una sombra, que solo se dedica a comer y a dormir y a ver algún partido de football por televisión.

De esta forma, la vida se puede tornar difícil de sobrellevar para la mujer que todavía conserva su lozanía y es capaz de disfrutar aún de todas las cosas.

El hombre en estos casos, está esperando inconscientemente la muerte, porque su vida sin trabajar ha dejado de tener sentido; porque el trabajo es el primer interés para un hombre y también parece ser el último. Se va desconectando de la realidad de a poco y a veces arrastran con su decadencia a su mujer, cuando no tiene la suficiente fortaleza para continuar su crecimiento, sola.

Esta conducta habitual masculina muchas veces se debe a una depresión, difícil de reconocer porque algunos consideran ese estado de ánimo como propio de la edad y no se interesan en buscar ayuda y realizar el tratamiento adecuado.

La vida es movimiento, esperanza y crecimiento, y cada etapa es un nuevo nacimiento y exige atravesar por una crisis de identidad.

El hombre es mucho más que su trabajo, y un rol no lo puede definir como ser humano, porque siempre conservará su potencial, que espera ver la luz

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