Las Adicciones
Las adicciones tienen un poder devastador, destruyendo todo a su alrededor, familia, trabajo, relaciones, amigos.
Por lo general el problema familiar se instala en forma solapada, insidiosa, como una plaga que una vez que se expande se hace mucho más difícil erradicar.
Recién cuando tiende a ser inmanejable es cuando todos se enteran y comienza a socavar las bases del hogar.
Mucho se habla sobre drogodependencia pero poco se sabe en realidad sobre ella y las familias quedan indefensas sin ninguna herramienta para hacerle frente.
Ante esta situación todo el grupo familiar cambia y la atención se centra en el emergente que ha caído en desgracia.
La familia de un drogadicto tiene también una dinámica propia que es probable que haya que tratar. Puede ser no contenedora, ausente, rígida, indiferente, sobreprotectora etc., pero más que todas estas cosas juntas lo significativo y pernicioso de estas características son las magnitudes.
Además, la responsabilidad de los desequilibrios no la suele tener un solo miembro sino que es el propio dinamismo familiar que abunda en situaciones frustrantes para una persona con características de personalidad demandante.
Por otro lado, el drogadicto es principalmente un depresivo que trata de calmar su ansiedad y angustia oralmente o inyectándose.
En un primer momento la familia trata de ocultar el drama porque se aferran a la ilusión de poder solucionarlo antes que alguien se entere, y todas las artimañas que utilizan atentan contra la recuperación del adicto contribuyendo a la continuidad y desarrollo de esta enfermedad.
Los padres se sienten culpables, y comienzan a generar síntomas de codependencia, como obsesiones, falta de límites, comportamientos arbitrarios e inadecuados, control compulsivo, despersonalización, actitudes solidarias inapropiadas etc.
La familia se convierte en cómplice del adicto y pierden autoridad, cediéndole el poder al enfermo quien los mantiene engañados y prisioneros con falsas promesas, delirios de grandeza, proyectos utópicos y agresiones.
Llegan a robar en cualquier parte y hasta en su propia casa, aparatos eléctricos, joyas, o dinero para drogarse, sin reparar en las consecuencias y muchas veces caen presos varias veces.
Por lo general, son familias que habitualmente están en crisis por distintos problemas, de tipo pasivo, sin autoridad, con roles ambiguos, acostumbrados a evadir, sin reglas y sin continencia. Van aceptando las cosas como vienen, tolerando sin reaccionar, como si fueran normales y el silencio es la característica fundamental.
La firmeza y la claridad son dos cualidades que no suelen estar presentes pero que tendrán que acostumbrarse a lograr si quieren salir alguna vez de ese calvario.
Pero la adicción es una enfermedad y como tal hay que tratarla desde todos los enfoques posibles.
La terapia de grupos de autoayuda para las adicciones son las más operativas, aunque es necesario que el adicto tenga también un tratamiento psiquiátrico adecuado. En algunos casos se recomienda una internación especializada de quince días con terapias combinadas, luego se puede continuar con hospital de día y finalmente la contención domiciliaria con la obligación de participar en los grupos para drogodependientes y control psiquiátrico periódico.
La familia también tiene que asistir a los grupos para familiares de adictos, principalmente para aprender a contar con las herramientas necesarias para ayudarlo mejor y para vivir mejor sus propias vidas.
El tratamiento que más ayuda a los adictos y a los familiares son estos grupos. Se aprende a vivir el día a día con el “solo por hoy” disminuyendo la ansiedad y el temor, practicar la serenidad, conectarse con lo espiritual, con los valores importantes de la vida, disfrutar de la naturaleza, del arte y de los afectos, ganando un espacio donde es escuchado y comprendido por personas que sufren por lo mismo.
El adicto no ve el sentido de la vida y se entrega a un suicidio lento. Debe aprender a buscar ese sentido sin la adicción.
Los familiares deberán seguir cada uno con sus vidas y sus necesidades, aceptando que ese problema no se resuelve en soledad sino con ayuda permanente y dispuestos a brindar amor y comprensión sin descuidarse a si mismos.
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