Vida Artificial
En el Instituto norteamericano que dirige J.Craig Venter, pionero en el estudio del genoma humano, se logró trasplantar el genoma de una especie de bacteria a otra, lo que algunos científicos consideran un avance en la creación de formas de vida sintética.
Aunque algunos le restaron relevancia a este experimento, para el que desee interiorizarse de los pormenores, los resultados fueron publicados en el sitio web de la revista Science.
La meta es lograr producir el primer combustible a partir de la biología sintética y al mismo tiempo nos está demostrando hasta dónde se puede controlar la manipulación genética.
Los biólogos son capaces de trasladar los genes de una bacteria a otro organismo desde hace tiempo por medio de la ingeniería genética, ahora la biología sintética está intentando perfeccionar esta tecnología.
El objetivo de estos científicos era seleccionar y reordenar los mecanismos naturales de la evolución, sintetizando primero el genoma completo en el laboratorio para luego activar una célula viva, que era la principal limitación de la biología sintética.
Aseguran que ahora, que ya se ha logrado salvar este obstáculo, será posible diseñar en el futuro células que produzcan nuevos tipos de combustible más limpios siendo el próximo paso, colocar un genoma sintético y funcional dentro de un organismo.
Aunque los objetivos de estos experimentos son loables, la manipulación genética no goza de la aprobación de muchos científicos. Muchos opinan que estamos abriendo la caja de Pandora que no se sabe con precisión que efectos no deseables podría acarrear.
Nos estamos aproximando a la ciencia ficción. Después de todo no parece tan imposible el desvarío que propone la escritora inglesa Mary Shelly en su novela Frankenstein, en que el protagonista intenta rivalizar con el poder de Dios.
El argumento para esta novela, parece haber surgido de una pesadilla que tuvo su autora después de haber participado en una discusión sobre el poder de la electricidad para revivir cuerpos inertes.
Frankenstein es una alegoría de la perversión que puede traer el desarrollo científico en la búsqueda del poder divino; y la rebelión de Frankenstein contra su creador, es un claro mensaje de la consecuencia que deriva del uso moralmente irresponsable de la tecnología y la ciencia.
La idea de llegar a provocar la chispa de la vida en la materia inerte parece pertenecer al inconsciente colectivo de la humanidad y Frankenstein es la metáfora que nos muestra que el desarrollo inmoral de la ciencia puede liberar a un monstruo con capacidad para destruir a la humanidad.
La ciencia avanza hacia delante sin mirar a los costados. La búsqueda de la solución de problemas económicos para mejorar el daño ambiental, podría dar comienzo a otros peligros desconocidos aún más graves e inmanejables.
Mediante un proceso de manipulación del genoma humano también es posible la creación de individuos que poseyeran un alto coeficiente intelectual, mayor fuerza y belleza y que supuestamente vivirían mejor.
Tampoco sabemos qué otras investigaciones secretas se pueden estar llevando a cabo con los mismos objetivos supuestamente beneficiosos, muchas veces en lugares de difícil acceso para evitar que se hagan públicos.
En Estados Unidos hay zonas inhabitables para un ser humano por el alto contenido de radiación de la tierra, muchas veces como resultado de experimentos atómicos.
Los gobiernos ocultan toda esta información por una cuestión de seguridad interna pero la tierra es un sistema relacionado con todo el planeta y todos estamos en el mismo barco.
Estos experimentos científicos, la mayoría de las veces son financiados por corporaciones, sin intervención estatal y pueden llegar a hacer cualquier cosa que represente la posibilidad de obtener ganancias.
El fenómeno de la vida por ahora sigue siendo un misterio y el hombre pretende ser Dios, modificando el curso de la naturaleza.
La tarea humana debería estar concentrada en descubrir la realidad, que es perfecta y no en modificarla para usufructo propio.
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