La Dinámica de los Grupos


Los tipos de grupos humanos que existen abarcan conjuntos sociales muy variados, desde colectividades multitudinarias hasta pandillas insignificantes. El único rasgo común a todos es la diversidad de los individuos y la solidaridad entre ellos.

El grupo es como un organismo, o sea un sistema formado por sus miembros que son parte de él y le imprimen su fuerza.

Los grupos nacen, se desarrollan, se mantienen o se dispersan. Es decir que tienen una historia.

La dinámica de los grupos consiste en el estudio de los procesos múltiples y comunes que se desarrollan en su seno generados por un conjunto de personas interdependientes.

En todo grupo se desarrolla un sistema de tensiones, a veces positivas y otras negativas, que corresponden a los deseos y defensas de cada uno, y la conducta del grupo consistirá en un conjunto de operaciones tendientes a resolver esas tensiones y a restablecer el equilibrio.

Cuando los miembros se reúnen para estar juntos se centran en el grupo y predominan los factores afectivos, cuando se trata de un trabajo, se centran en la tarea y predominan los factores operativos.

Existen factores de cohesión que mantienen el grupo unido, como el objetivo común, la atracción de la pertenencia al grupo, necesidades personales, afecto y otros.

En todo grupo se produce en forma espontánea la distribución de roles y los distintos tipos de liderazgo. Cada persona ejerce una influencia en el grupo que se comparte y se capitaliza.

El rol de jefe no es el único liderazgo y no está referido tanto a la singularidad de una persona sino a sus funciones de coordinación y de estimulación.

Otros liderazgos son distribuidos en función de las características de personalidad de sus integrantes. Líderes de iniciativa, ordenadores, de tareas, negociadores, protectores, observadores etc. que tienden a la cohesión y están también los saboteadores que son los que atentan contra ella.

En todo grupo existen normas y reglas que comparten todos los miembros, y una de las principales fuente de resistencia al cambio es el temor de apartarse de las normas de grupo.

La presión del grupo tiende a modificar las decisiones individuales de sus miembros. Los experimentos realizados en este sentido comprobaron que los individuos tienden a aceptar la decisión de la mayoría renunciando a la propia, para no sentirse rechazado y aislado por pensar diferente.

Según Freud, no habría diferencia alguna de naturaleza, sino sólo de nivel, entre psicología individual y psicología colectiva, ya sea que incluyan multitudes o a pocas personas.

El vínculo social se basa en la transformación de un sentimiento primitivamente hostil en un apego positivo, que en el fondo no es más que una identificación, mantenida por el hecho de compartir un mismo amor con el mismo objeto. Cuando se introduce una fisura en ese amor, o cuando surge una duda en cuanto a la solicitud del jefe por los miembros, el grupo corre en el acto el peligro de disgregarse.

En el grupo, las actitudes hacia el jefe, cuyo rol es alternativamente protector y frustrador, son profundamente ambivalentes y oscilan del afecto o la admiración a la hostilidad latente o manifiesta.

Anzieu cita al respecto el ejemplo de la multitud, de la cual se dice por lo general que es “mujer caprichosa, cambiante, sentimental… pronta a entregarse al primero que llegue…que ruge como el océano…que devora a los hombres… que grita, gime, se encoleriza, se duerme”

El obstáculo de los vínculos colectivos es el de que toda cohesión interna tiende a ir acompañada por una hostilidad potencial hacia el exterior. La única salida consiste en el descubrimiento de metas comunes que superen los recursos de un solo equipo y reclamen la participación de otros. Esta característica podría ayudar, con la globalización mundial, a dar fin a la xenofobia.

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