El Diagnóstico Terapéutico

Una de las tareas más importantes de un médico es la relación con el paciente y sus familiares.

Todavía hay profesionales que creen que para mantener la objetividad es más conveniente tomar distancia y evitar involucrarse emocionalmente.

Los mejores médicos son aquellos que además de conocer bien su profesión se comprometen con sus pacientes no sólo como médicos sino también como personas.

Un paciente no es sólo un número de historia clínica sino un ser humano con una historia personal, la mayoría con una familia y un trabajo.

La forma de encarar su padecimiento va a ser diferente en cada enfermo, por lo tanto también debería ser personalizado el modo en que el médico de cabecera comunique un diagnóstico.

Desde el punto de vista psicológico, es importante que tanto el paciente como sus familiares tengan conocimiento del problema de salud con la mayor claridad posible y sin términos científicos que impidan la comprensión a personas que no son médicos.

El diagnóstico es el primer acto terapéutico y lo mejor es comenzar informando sobre los aspectos positivos de la situación, evitando siempre los pronósticos, porque un pronóstico es una suposición basada en estadísticas y en la curación de toda persona intervienen otros factores importantes aparte de los datos estadísticos, que no se pueden dejar de considerar.

Para informar el diagnóstico, el médico deberá referirse al paciente por su nombre y hacerlo en un ambiente de intimidad sin la presencia de extraños, comunicándoles el nombre del síndrome con todas las letras, sin demoras innecesarias y agregando datos breves, concisos, positivos y actualizados, sin maximizar las dificultades que podrían sobrevenir.

El paciente y sus familiares también tienen derecho a conocer los tipos de tratamientos disponibles para dicha afección y aquellos que se consideran más convenientes, dejando la posibilidad de elegir al enfermo como la ley lo indica, o a sus familiares si éste no estuviera en condiciones de decidir.

Cumplir con esta tarea creará un mejor vínculo con el enfermo y le dará la posibilidad de intervenir en forma activa y personalmente en su curación o bien de prepararse a enfrentar lo que fuera, sabiendo que puede contar con el apoyo de un médico sensible con el que mantiene una buena relación.

Las noticias difíciles suelen provocar en los médicos mucha frustración, por lo poco que a veces la medicina puede hacer con algunos pacientes, pero lo cierto es que si hacen las cosas bien, las recompensas pueden ser muchas.

Los familiares agradecen, el mismo paciente le da coraje al médico porque también lo ve como a una persona y lo que parecía tan terrible en realidad se convierte en algo más de la vida que se termina aceptando con la seguridad que brinda el sentirse apoyado.

Y por ningún motivo un médico deberá juzgar o malinterpretar las reacciones del enfermo o sus familiares, dado que ellos tienen el derecho de expresar sus emociones que son parte del duelo normal frente a la situación de pérdida de la salud.

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