Cultura y Sociedad
La experiencia de viajar nos da la oportunidad de conocer en carne propia otras culturas. Si tenemos las estructuras mentales demasiado rígidas puede ocurrir que en algunos lugares nos sintamos incómodos, que tengamos dificultades para adaptarnos, para aceptar comidas exóticas o para escuchar hablar lenguas diferentes.
Cada grupo humano ha ido acumulando a lo largo de su historia un modo de vivir y de hacer las cosas adecuadas a su ambiente, a su geografía, a sus recursos económicos y a sus climas, condiciones que a la vez han ido forjando sus tradiciones.
Su identidad como pueblo se basa en esa historia común, que los afirma como una organización social independiente de la que se enorgullecen y que se afianza y cristaliza a través de sus símbolos.
El etnocentrismo es pretender juzgar desde la propia forma de vida a otras culturas, creyendo que existe una sola forma vivir, que curiosamente creemos que es la nuestra.
Un Cuento para Pensar
Viaje al Desierto
Era su primera experiencia en África, como una integrante más de ese equipo de fanáticos que ávidos de aventuras y hazañas insólitas, habían dejado la civilización para internarse en ese paisaje desolado.
La camioneta avanzaba con dificultad abriéndose paso a duras penas, hundiéndose en la arena y el silencio sólo era quebrado por el ruido del motor que parecía quejarse por las condiciones del terreno,
Sin embargo, emergiendo de la nada, imprevistamente apareció una caravana de beduinos detrás de un enorme médano, que sorprendió a todos. Eran unos cuarenta, sin contar sus caballos y camellos que eran muchos más que ellos, cargados con todas sus cosas de ambos lados.
Ella no conocía a esa gente, nunca los había visto en persona, pero le fascinaba la idea de ver sus rutinas, cómo eran sus vidas en el desierto, cómo se las arreglaban, sin canillas, sin baños, sin privacidad, sin nada.
Era lo que habían venido a ver, e intentar que les permitieran capturar esas imágenes con sus cámaras.
Aunque esta gente tan extraña no aceptaba dinero, afortunadamente sí quisieron algunas cosas que llevaban; un cinturón de cuero, unas botas, una mochila, unos cuchillos y algunas cajas de cigarrillos ingleses, que les sirvieron por fin para convencerlos y permitirles acompañarlos en la senda de la caravana que continuó hasta el anochecer.
Ni bien cayó el sol, los beduinos eligieron un buen lugar, organizaron una rueda y comenzó el asentamiento. Armaron sus enormes tiendas, extendieron sus alfombras, prendieron sus lámparas, desempacaron sus enseres y encendieron el fuego. Todo eso con una organización perfecta, donde cada uno cumplía su función con eficacia y buena disposición.
Los forasteros se enteraron que eran sus huéspedes cuando les asignaron una tienda que era amplia y confortable; sobre el piso alfombrado, sus bolsas para dormir eran cómodas y abrigadas y la luz de un farol los iluminaba con calidez. Afuera la temperatura había descendido increíblemente a dos grados bajo cero, habiendo sido casi insoportable el calor durante el día.
Como el cuarto de baño era el resto del desierto, pero afuera, hasta la mañana siguiente ninguno se aventuró a salir de la tienda, decidido a soportar cualquier apremio .
Los beduinos acostumbraban a llegar al oasis para bañarse, de manera que esa noche sólo era posible una ducha seca, con arena. “Donde fueres haz lo que vieres”, recordó la joven y se adaptó a sus anfitriones.
Esa noche los agasajaron con cordero asado que fue la estrella de una cena deliciosa, con frutos del trópico, nueces, almendras, platillos exóticos y algunos bocadillos dulces exquisitos.
Después de cenar, los sorprendieron con excelente música autóctona, interpretada con extraños instrumentos mientras sus hermosas mujeres danzaban bailes típicos, bellamente ataviadas.
Las cámaras no se perdieron ningún detalle y tomaron con fidelidad cada una de las inolvidables escenas que vivieron.
Antes de retirarse a descansar los beduinos quisieron ver el funcionamiento de las computadoras y para retribuir su generosidad, les proyectaron un CD del programa de la entrega de los premios Oscar de la Academia de Hollywood.
Mientras ellos aprovecharon para relajarse, ese momento, los beduinos se regocijaron mirando a las estrellas de otro firmamento.
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