Aspectos Psicológicos de los Tratamientos de Infertilidad


La infertilidad tiene aspectos psicológicos íntimamente relacionados: niveles de ansiedad preexistentes como factor añadido a otros que dificultan la concepción, efectos sobre la relación de pareja, los cambios en los hábitos de vida… En estas líneas vamos a intentar hacer un breve repaso a situaciones y consejos para hacer frente al proceso de tratamiento de la infertilidad.

Aproximadamente 800.000 parejas españolas tienen la imposibilidad de tener un hijo. Según el instituto valenciano de infertilidad, el retraso en la búsqueda de la descendencia y el estrés al que están sometidos tanto el hombre como la mujer en la vida diaria, junto con la obesidad extrema, anorexia nerviosa, enfermedades graves, alteraciones tiroideas, abuso de drogas y medicamentos, alcohol y tabaco, y la quimioterapia son las causas fundamentales de este problema.

Comenzar un proceso de tratamiento implica que previamente la pareja ha buscado embarazarse y ha tenido que afrontar que existe un problema. Cuando solicitan ayuda, normalmente se les propone dos opciones: inseminación o fecundación in vitro. Ambas generarán siempre expectativas de cara a si habrá suerte o no. La inseminación es mucho menos invasiva que la fertilización in vitro para la mujer, produciendo esta última más desgaste psicológico. La incertidumbre será menos llevadera cuantos más cambios se hagan en la rutina cotidiana en función de embarazarse o no. Es importante no supeditar el presente a una opción futura. Si no se consigue durante los primeros intentos, el nivel de ansiedad e incluso de tristeza crecerá. Es bueno apuntarse a hacer una actividad deportiva si se tenía planificada aunque luego haya que abandonarla, es bueno seguir como el mismo tipo de dieta, es bueno seguir planificando viajes o vacaciones, ya habrá tiempo para modificarlos.

En cualquier caso no hay que dejar de plantearse cuestiones que suelen venir a la mente durante el proceso: ¿y si no lo conseguimos? ¿Si no tengo hijos, estaré solo/a cuando sea mayor? ¿Alguien me cuidará?, mis amigos tienen hijos, ¿me quedaré aislado/a? ellos hacen cosas con hijos y yo quedaré fuera, ¿mi vida tendrá sentido sin hijos a quien trasmitir mi manera de vivir, lo que he aprendido? Probablemente no se tenga una respuesta clara pero en cualquier caso es bueno pensarlo ya que ayuda a poder aceptar la posibilidad de no tener hijos y ayuda a ser más paciente durante el proceso. Es bueno asumir que sólo se puede esperar y dejar a los especialistas que hagan su trabajo. De todas formas ayuda entender que si se teme algo mucho, por más temido que sea, no es más probable. Es fácil imaginar un futuro en el que no se consigue ser padre, pero ese temor no lo hace más probable que ocurra.

Según el estado previo de la relación de pareja y del desgaste por el propio proceso, pueden producirse conflictos y tensiones que en ocasiones acaban en ruptura. Es importante compartir las dudas y temores con el otro, siendo fundamental también por parte del que escucha permitir ese malestar y no responder rápidamente con argumentos. Hay que dejar un espacio para estar agobiado, es importante tener derecho a tener miedos. Quizás pasados unos minutos puedan valorarse en común argumentos que puedan calmar parte de los temores.

Habrá que tener presentes otras opciones ante las dificultades que vayan surgiendo a lo largo del proceso de tratamiento: donación de óvulos, esperma, embriones y adopción. Son alternativas que implicarán también para algunas parejas una toma de decisiones más o menos difícil, pudiendo llegar en ocasiones, en función de la decisión tomada a aceptar definitivamente no tener hijos.

Desde estas líneas, a todas las parejas que están o van a estar en este proceso, ánimo y no dudéis en pedir apoyo si la situación os supera.

No hay comentarios :