Cuando nace un hijo esto suele provocar cambios permanentes dentro de la vida de la pareja. Una de las cosas que cambia, sobre todo en las parejas primerizas, es la percepción que se tiene de uno mismo; a partir de ese momento tendremos que asumir un rol más como es el de padres. También cambia la percepción de que la pareja tiene de si misma así como del mundo en general. En esos momentos se toma la conciencia plena de que somos responsables de un ser que está completamente indefenso. Si como hemos dicho anteriormente es el primer hijo esto puede desencadenar alguna que otra crisis en la pareja.
En muchas parejas en las cuales lo que predomina es la igualdad que se ha cimentado en años de compartir todo, la llegada del hijo puede hacer que la pareja vuelva a los roles tradicionales dónde el padre pasa a ser un convidado de piedra mientras la madre se ocupa en exclusiva del hijo. El hombre pasa a ser el sostén de la familia mientras que la madre recupera las funciones tradicionales del ama de casa. Ella se convierte en la responsable del equilibrio emocional de la familia mientras que el se convierte en el sostenedor económico del hogar.
Esta asunción de roles quizás es más dramática para la mujer que para el hombre. El marido probablemente ya ejercía como sostenedor de la familia pero la mujer, al menos durante un tiempo, tiene que renunciar a tener un papel activo en la vida de la pareja para relegarse a un segundo plano dónde ejercerá como madre de familia y ama de casa. La mayor parte de las mujeres que anteriormente tenían una vida profesional intentan recuperarla, pero durante este proceso se pueden producir situaciones de crisis en el intento de recuperar su rol anterior. De hecho, según investigaciones contrastadas, el 70% de las parejas sufren conflictos durante el primer año después del parto.
Fuente: Psychology | Imagen: Brinas mom
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