La sonrisa al teléfono se siente

Cuando hablamos por teléfono aunque no se nos vea físicamente trasmitimos una serie de emociones al interlocutor. Quizás sea más difícil o más lento de detectar que emoción estoy sintiendo que si nos estuvieran viendo físicamente, pero en una conversación telefónica se trasmiten muchas emociones por el tono de voz y la forma de hablar.Todas las personas a lo largo del día sentimos diferentes emociones, tanto positivas como negativas y además tenemos derecho a sentirlas. Evidentemente, cuando estamos tratando con las personas hay emociones personales que no queremos trasmitir porque quizás esas personas ni siquiera tengan nada que ver...

Podemos pensar por ejemplo en el caso de que en casa cuando te has levantado has tenido un problema con tu pareja y puedes estar enojado. Lo lógico es que luego en el trabajo no pagues tu enojo con un cliente si fuera el caso. Intentaremos esbozar nuestra mejor sonrisa aunque la emoción la sigamos sintiendo. Esto parece que en el trato directamente físico, cara a cara es lógico. Pero quizás pueda parecer que para las personas que trabajamos en la atención telefónica, no sea necesario que esbocemos una sonrisa aunque tenga un mal día, porque no nos pueden ver la cara. Os voy a contar mi experiencia.
La primera vez que comencé a trabajar en una oficina atendiendo el teléfono mi jefe me dijo unas sabias palabras: “cuando cojas el teléfono, aunque te sientas triste o enojada, intenta siempre sonreír mientras hablas“. En ese momento con los nervios y las ganas de complacer al jefe, lo comencé a hacer de manera automática, pero pensaba que simplemente sería suficiente con ser una persona correcta y atender lo mejor posible a las llamadas.

Pero llego un día en que tuve que cambiar el mensaje del contestador automático y se me ocurrió hacer la prueba. Primero grabé el mensaje hablando de una manera correcta, sin sonreír. Lo escuche y efectivamente era correcto, estaba bien. Luego lo grabé forzándome a sonreír, no es que estuviera alegre, simplemente sonreía mientras hablaba. Me sorprendió gratamente cuando lo escuche. A parte de ser correcto, la sensación era mucho más agradable y trasmitía mucha más confianza.

Desde ese día intento siempre sonreír cuando cojo el teléfono, pero ahora lo hago porque creo de verdad que es una de las mejores cosas que podemos ofrecer las personas que estamos continuamente atendiendo a los clientes de las organizaciones, tanto internos como externos, sin que nos puedan ver la cara.

Cuando vais a llamar a una persona con la que ya habéis hablado varias veces y sabéis que es una persona muy seria y seca ¿no os da pereza?

Y al contrario, cuando sabéis que con quien habláis es una persona alegre ¿no os agrada llamarla?

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