No sé lo que quiero
Algunos pacientes inician una terapia porque se sienten angustiados, deprimidos, y sin ganas de vivir; a pesar de sus nutridas agendas y ocupaciones. Tienen la sensación de que sus vidas no tienen ningún sentido y necesitan ayuda para seguir viviendo.
La vida en si misma tiene un propósito, que es evolucionar y crecer; y el ser humano que también forma parte de la naturaleza, tiene el mismo propósito; o sea evolucionar y crecer como personas únicas y distintas.
Aquellos que lo han conseguido todo en esta vida lo último que piensan es que ya han terminado, por el contrario ponen todo su empeño en organizar algo nuevo, crear otra empresa, desarrollar un invento; y jamás se quedarán sentados esperando cobrar los dividendos.
La vida siempre es nueva y fresca y tiene mucho que ofrecer a los que saben lo que quieren y conocen lo que buscan.
El hacer no es el Ser, pero somos nuestros proyectos, lo que hacemos de nosotros mismos, lo que intentamos, nuestra forma de ser y el hecho de atrevernos a obedecer nuestro impulso de ser quienes somos.
Si se quedan bloqueados por el pasado, recriminándose por todo lo que no hicieron, arrepentidos de no haber aprovechado las oportunidades y amargados por la mala suerte, sus vidas retroceden y esa pesada carga les impide avanzar.
Los pacientes que tienen este problema no están conformes con ellos mismos, se desprecian y en lugar de intentar conocerse más en profundidad para descubrir las personas valiosas que son, desean ser como los demás y viven frustrados.
Cada persona es única y también lo es su propósito en la vida; y si desea que su vida tenga sentido tendrá que descubrirlo.
Siempre estamos a tiempo para empezar a vivir de una manera diferente porque la vida es hoy, sin importar lo que ha sido.
Ahora es el momento de empezar de nuevo, de sacar la energía acumulada adentro, que es lo que enferma y ponerla afuera, conectada a nuevos intereses y relaciones; dejando atrás el pasado para descubrirse.
Seguramente hay algo que siempre quisieron hacer y que nunca intentaron, por miedo o por falta de entusiasmo. No pueden esperar que vengan los demás a llenar los huecos vacíos, ni necesitar bastones ocasionales cada vez que se sientan decaídos, porque si transitan su propia senda se sentirán muy bien con ustedes mismos, libres de las cargas del pasado porque están focalizados en lo que realmente quieren.
Los que se encuentra encerrados en un círculo vicioso y no se atreven a salir de él, porque no saben decir que no, porque tienen miedo que los dejen de querer, que cambie su imagen, que los dejen solos; pierden las ganas de vivir. Es que han llegado a una bisagra de sus vidas que los obliga a hacer un giro y decir basta.
Esa angustia existencial es la que les da la fortaleza para enfrentar el cambio y evitar ser un muerto en vida.
Su estado depresivo les está advirtiendo que tienen que cambiar sus vidas, que tienen que ser capaces de cerrar capítulos y de dejarlos atrás; y empezar de nuevo, sabiendo bien qué es lo que quieren.
Pero la mayoría no tiene la menor idea de lo que quiere y anda por la vida a los tumbos sin ninguna motivación o meta; y la única manera de cambiar esa actitud es cambiar de perspectiva, ordenar la mente, fijar prioridades, atreverse a ser diferente renunciando a la imagen y poder conectarse consigo mismo, proceso necesario para expandir el horizonte, encontrarse a si mismo y terminar con la depresión y la angustia.
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